Inefable

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No puedo decir cómo quedé en esta situación con Emilia, solo sé que todo esto se desencadenó desde que hicimos contacto esa primera semana.

- ¿Puedo besarte? - pregunté, mirándola fijamente mientras sentía su aroma inundándome.

- ¿Por qué preguntas algo tan obvio? - me dijo, alzando una ceja y reduciendo más el espacio entre nosotras, causando que nuestras respiraciones se mezclaran.

¿Saben qué es estar tan cerca de algo que anhelas pero tener miedo de que te lo quiten? Así me sentía yo en ese momento, mientras tenía a la chica más hermosa queriendo besarme. Era arriesgarme a estar con ella o alejarme por el estúpido miedo de que mi papá le hiciera algo.

- ¡Maldición! - susurré mientras intentaba armarme de valor para besarla. Pero mientras más la miraba, más miedo tenía sobre lo que podría desencadenar esto.

- Andi, no es necesario que lo hagamos si aún no te sientes lista. Comprendo por lo que pasas, no te debes estresar por esto. - En ese momento, me incliné y la besé de manera tierna, tratando de transmitirle todos mis sentimientos que se me hacían difícil expresarle.

Lo que sentí en ese momento fue algo inexplicable. No sé si era por la suavidad de sus labios que acariciaban los míos o las dulces caricias que me daba. También podían ser los pequeños "Te amo" que me decía cuando empezábamos otro beso. Cada caricia, cada beso, cada "Te amo" me hacía sentir la persona más afortunada del mundo.

"¿Quién iba a decir que un beso pudiera ser así, capaz de alterar el paisaje interior hasta tal punto de desbordar los mares, de empujar los ríos montaña arriba, de devolver la lluvia a las nubes?" (Jandy Nelson)

- Emilia, c-creo que debemos parar - intenté decir, pero se me hacía imposible, porque con cada beso en los labios y uno en el cuello, mis sentidos se iban nublando, apretándola más a mí.

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