Don't leave me

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-Emilia- Era difícil intentar caminar rápido estando los pasillos tan llenos y teniendo a una castaña enojada llamándome sin parar.

- Emilia, basta - Solo faltan dos pasillos más para llegar a mi habitación y poder huir de la conversación por un par de horas.

- Sabes que debemos hablar sobre eso - No, definitivamente no quería hablar sobre eso. Sería revelar muchas cosas dejándole una presión innecesaria a ella.

- ¿En serio vas a seguir ignorándome? - Diablos, ¿Por qué mi habitación se veía tan lejos? - Te he tratado de dar tiempo, pero ya me cansé. Trato de buscar si cometí un error, pero no viene a mi mente nada ¿Podrías dejar de huir? Por favor - Detuve mis pasos al escuchar un quiebre en su voz.

Empecé a contemplar mis opciones: arriesgarme a confesar mis sentimientos o huir e ignorarla por miedo. Ambas opciones me aterraban. No obstante, la primera me hacía sentir calidez en mi pecho.

Empecé a caminar nuevamente, al no escuchar sus pasos detrás de mí, giré levemente - No, Emilia. Es suficiente, me cansé de tener que ser yo la única que hace un esfuerzo por entenderte - mordía su labio mientras trataba de no derramar lágrimas.

Soltando un suspiro, me acerqué a ella, tomé su mano, obligándola a seguirme todo acompañado de un silencio incómodo. En todo el camino buscaba formas de poder explicarle todo sin que sonara como una excusa.

Al verla llorar realmente me hizo ver lo egoísta que he estado siendo. Solo pensaba en mí y no presté atención que con ello estaba rompiendo poquito a poco a la persona que considero mi todo.

Al entrar a mi cuarto, su mano se alejó completamente como si le hubiera pasado la corriente, lastimándome en el proceso.

No dándole tiempo a sacar conclusiones precipitadas, decidí sujetar su rostro y limpiando sus lágrimas tomé el valor suficiente.

- Andi, No sé ni como disculparme por lo idiota que he sido contigo - al notar un intento por alejarse empecé a acariciar sus mejillas - Te he ignorado todo este tiempo y entiendo tu enojo.

- No, no lo entiendes Emilia - se alejó mientras empezaba a tamborilear - si realmente lo entendieras no me hubieras alejado. Parecía como si estar al lado mío para ti se sintiera como una enfermedad. Por un momento supuse que era mutuo todo esto, pero quizás solo fue eso... Un pensamiento y no una realidad. Hubiera querido sinceridad de tu parte desde un inicio para no seguir detrás de ti incomodándote o haciendo el ridículo - su respiración agitada acompañada de sus lágrimas me lastimaba.

- Joder, Emilia, te amo. ¿Lo entiendes? Te amo - cayó de rodillas dejando la habitación siendo rodeada de sus quejidos. - Lo siento, lo siento por tener sentimientos por ti, si te hace sentir mejor que me disculpe lo haría mil veces, pero por favor no me alejes.

Verla así me hizo sentir tan miserable, pero recordar la razón inicial todas las palabras homofóbicas y amenazas de mi padre era necesario contárselo a mi hermosa castaña, ella no tenía que sufrir día a día pensando que hizo mal cuando su presencia era lo que todos los días me mantenía firme a ganar el concurso y poder quedarme a su lado.

Reuní mi valentía, me agaché y tomándola suavemente por sus brazos la atraje hacía mí tratando de transmitirle todo mi amor a través de un abrazo.

Dios, sentía un ardor inmenso en mi garganta como miles de agujas pinchando cada extremo evitando poder hablar - Hermosa, jamás te vuelvas a disculpar por tener sentimientos por mí, No sabes lo mucho que me dolió el solo escuchar eso aunque no te culpo - sus sollozos aumentaban cada vez más mientras se sujetaba de manera desesperada a mi como si tuviera miedo de que la dejara sola nuevamente.

— Solo escúchame, ¿sí?, Si después de todo lo que te cuento me quieres dejar, lo aceptaré porque me lo merezco - terminé sin evitar el quiebre en mi voz - ¿Recuerdas la fiesta de Okane? ¿Dónde simplemente nos olvidamos de la presión escolar y disfrutamos como si no existiera el mañana? Te juro que ese es uno de los miles de momentos que permanece en mi mente que calientan mi pecho al estar contigo y hacerme sentir tan amada. — su respiración empezaba a regularse haciéndome soltar un suspiro tranquilo.

Y sin dejar de lado como te ruborizaste cuando bailamos juntas, te veías tan tierna que me enamore por cuarta vez - suavemente dejé un beso en su cabellera - A lo que quiero llegar es… Al día siguiente, al parecer uno de los tantos videos le llegó a mi papá y digamos que él nunca intentó comprenderme mandándome aquí para no tener que lidiar con esa “enfermedad”.

— ¿Sabes? Esperaba poder levantarme con una sonrisa tonta mientras te abrazaba llenando todo tu rostro de besos causándote pequeñas carcajadas - de solo recordar ese día involuntariamente atraje más hacia mí a la castaña.

— Al ver la llamada, pensé quizás es para comentarme lo orgulloso que estaba por los proyectos que han aprobado, pero no pude estar más equivocada, recuerdo salir de la habitación para así no levantarte e incomodar tu sueño - cada vez se me hacía complicado poder seguir.

— Lo primero que escuché fue un «Debí haberte negado el apellido, apenas tu mamá me dijo que estaba embarazada, solo eres eso un error y lo sigues siendo» - las lágrimas empezaban a rodar por mis mejillas.

—  Me empezó a decir muchas maldiciones para amenazarme con que sí no me alejaba de ti, iba a mandar a expulsarte o peor hacer que me deportarán de nuevo a Brasil y cuando lo lograra dejarme en la calle - terminé sin poder evitar ahogarme.

Por muy doloroso que fuera lo sucedido no pude evitar sentir como un peso era quitado de mis hombros, la verdad ya nada me importaba si no incluía tener a mi castaña en mis brazos. Pasé tanto tiempo preocupándome por huir que ver cómo buscar soluciones teniendo a Celina de apoyo.

— ¿Estúpido, no? - soltando una risa ahogada, me limpié las lágrimas que no paraban de salir mientras me forzaba a dejar de llorar - Y ya, creo que eso es todo - Carraspeando intentaba como dejar en la parte atrás de mi mente los innumerables insultos que revoloteaban cada uno lastimándome - Mierda, Andi te amo ¿Sí? Sé que lo sabes, en especial las veces que te haces la dormida solo para escuchar decirlo antes de dormir - solté una débil risa - ¿Pensabas que no lo sabía? Podré no saber cómo demostrar mis sentimientos como quisieras, pero lo hago a mi manera pensando en como hacerte sentir la reina que eres y recibas el trato que te mereces - soltaba suavemente besos en su cabellera.

— Por mucho que sintieras en estos días que no estaba junto a ti, te puedo asegurar que fue todo lo contrario. Puede ser que físicamente no te acompañara a clases, pero me encargué de dejarte en tu asiento, casillero y habitación pequeños regalos para que no se sintiera completamente mi ausencia, ahora veo que no funcionó - escuché algo inaudibles junto con un gruñido - ¿Qué fue eso amor? - solté una pequeña risa.

— Sabía que eras tú, solo que estaba muy enojada para demostrar emoción - soltó con un puchero que me fue muy difícil evitar besar.

— Espero que no hayas pensado que había sido otra persona porque me pondría celosa - solté en voz alta - Emilia es para Andi y Andi para Emilia - terminé mi argumento con un tono infantil.

Escuchar su risa fue algo que me hizo olvidar en primer momento la razón por la que llegamos a mi habitación - ¿Está todo bien entre nosotros? - suavemente agarré sus manos besándolas.

— Emilia, siento un remolino de emociones liderado principalmente por el enojo - no pude evitar encogerme - pero no hacia ti amor, sino con tu papá. Si tan solo me hubieras comentado, no habrías tenido que cargar con todo ese dolor sola. ¿Recuerdas? Cuando empezamos a salir prometimos conversar de cualquier sentimiento que pudiera afectarnos o hacernos sentir mal.

Nos miramos por un largo tiempo para terminar uniendo nuestros labios en un dulce beso.

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