Capitulo Ocho

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Aquel beso duró lo necesario para que cada duda sea borrada de la mente del más joven, se separaron por la falta de aire y solo se quedaron mirando durante varios minutos sin emitir alguna palabra

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Aquel beso duró lo necesario para que cada duda sea borrada de la mente del más joven, se separaron por la falta de aire y solo se quedaron mirando durante varios minutos sin emitir alguna palabra.

—Entonces, me harías el honor de ser mi esposo y de ser mío para siempre. ¿Aceptas unir nuestras vidas, amor?— preguntó Taehyung, mientras acariciaba las delicadas facciones del rostro de Hoseok.

Un sonrojó potente iluminó el rostro del remitente ocasionando que el dios sienta aquel calor bajo sus yemas.

—Me encantaría ser tu esposo, Taehyung.— aquella respuesta sencilla fue lo suficiente para que el corazón de ambos empezará a latir de manera rápida.

Cuando iban a repetir el beso el sonido de la puerta abriéndose se ganó su atención, de allí venía un Jimin sonrojado con JungKook quien se encontraba sonriendo, haciendo que se parezca a un conejo.

—Su alteza, su padre ya terminó de hablar con el rey NamJoon piden la presencia de ambos adentro.

—Muchas gracias, Jimin.— respondió Hoseok mientras se levantaba de las flores con la ayuda de quien ahora es su futuro esposo.

Ambos príncipes empezaron a acercarse a la puerta mientras se tomaban de las manos, siendo seguidos por sus guardias.

Separaron sus manos cuando iban a ingresar al despacho del Rey Amiclas, se sonrieron e ingresaron mientras eran observados por los reyes y NamJoon quien se encontraba sonriendo, convencido de que habría un casamiento entre ambos.

—Tomen asiento, por favor.— pidió el rey.

Ambos jóvenes hicieron caso a lo pedido y cada uno se sentó en un asiento individual.

—Y bien hijo ¿Cuál es tu decisión?— interrogó su madre.

—Debe saber que cualquiera sea su respuesta la aceptaremos, príncipe.— Aclaro NamJoon.

Hoseok miro a Taehyung y compartieron una mirada cómplice que no pasó desapercibida por el tío del Dios.

—Acepto mi casamiento con el príncipe Taehyung, madre.— respondió ocultando su emoción.

Los padres del humano se asombraron por la respuesta, ya que esperaban que esta sea una negativa.

—¿Seguro, cariño? — volvió a preguntar su padre.

—Lo estoy, padre, esto beneficia a ambos pueblos y además será seguro para mí ser protegido por ellos.— respondió como si esa fuera su verdadera razón.

Taehyung sonrió orgullo de su pareja, sabía muy bien que él no era solo una cara bella y alegría, era inteligente, fuerte y valiente. Fue criado por años para asumir como rey, tiene los conocimientos necesarios para llevar un reino en ruinas y convertirlo en uno de los mejores.

—Entonces, ¿cuándo será la boda?— preguntó Taehyung sin ocultar su emoción.

—Hemos hablado con tu hermano, mi hijo apenas está por cumplir dieciséis años y tú tienes dieciocho por lo tanto su compromiso será anunciado y tendrán un pre-casamiento, pero no podrán compartir habitación hasta que él cumpla los dieciocho.— Aclaro el rey

—Cuando mi hijo cumpla los dieciocho ambos se casaran de manera oficial y ahí ustedes decidirán en que castillo vivirán y su estilo de vida.— continuo la reina.— ¿Tiene algo para decir?

—Si esto ya fue hablado con mi hermano y el acepto no tengo por qué oponerme majestad.— respondió Taehyung, entendiendo la decisión de los reyes.

—La decisión que ustedes tomen, es la correcta para mi madre.

—¿Cuándo anunciaremos el compromiso?— interrogó NamJoon.

—Lo haremos mañana, por ahora nos encargaremos de los preparativos. Rey NamJoon ¿me ayudaría con ellos? Pues no conozco que tradiciones existen en su reino.— aclaró la reina.

—Claro, no hay de que preocuparse yo ayudo.— sonrió haciendo desaparecer sus ojos y que sus hoyuelos aparecieran.

—Me encantaría conocer el reino ¿podría permitirle la salida al príncipe?

—No creo que sea seguro, no sin saber quien ha enviado las amenazas.— respondió el rey a la pregunta del dios.

—No se preocupe por eso yo cuidare de él como si ya fuera mi esposo y además llevaré a mis guardias.

—Por favor padre, ya no quiero seguir encerrado en el palacio.

Ambos padres se miraron y parecían que se comunicaban con la mirada.

—Está bien, cuida bien de mi hijo. Te estás llevando lo más sagrado de mi vida.— respondió la madre.


Hyacinthus
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