El Amo De La Mazmorra

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¿Cuánto tiempo ha pasado?

Mi cabeza nuevamente da vueltas, pero...

¿Sigo vivo?

A estas alturas esperaba que la corona quemara mi cuello, pero... nada...

Llevo las manos a mi cuello y nada, no hay quemaduras ni corona, pero sigo buscando y justo debajo, hay una protuberancia rara y dura que parece emitir una luz verdosa con tonos morados; en realidad, la propia luz es más oscura que antes.

¿Qué demonios?

Me sujeto la cabeza y miro alrededor, topandome con un pequeño rostro que me mira con interés desde la mesa.

—¿Estás bien? —pregunta con la melodiosa voz de una mujer joven... o tan melodiosa como puede sonar viniendo de un ser tan pequeño.

—¿Qué carajos…?

—Hey, mi nombre no es carajos, es Solomi.

—Solo... ¿qué cosa? debo haberme vuelto loco —estaba hablando con una muñeca, aunque, repasando un poco ¿no era la voz que escuché antes de caer inconsciente?

—¿Loco? tal vez, pero eres el único que logró llegar hasta aquí... bueno y que además trajo todo —se encogió de hombros señalando al resto de la habitación, ahora iluminada por la luz verde proveniente del mapa y el altar de enmedio.

Cuatro cadáveres yacían en el piso.

—Llegué a pensar que moriría, aunque esperaba que un alma más fuerte lograra hacerlo.

—¿Qué?

—No, no te ofendas, lo siento, es decir, pude salvarme y eso debería ser suficiente, pero tengo hambre y te vez debilitado y además mis alas no funcionan.

Me levanté con algo de trabajo, de verdad me sentía cansado y me dolían los ojos, por lo que masajeandolos, decidí tratar de poner las cosas en orden.

—¿Qué eres? ¿qué sucede? ¿dónde estoy? ¿qué es esto? —hice varias preguntas y señalé la piedra en mi pecho mientras trataba de apartarla.

—Primero, deja eso, si logras quitarlo ahora, ambos moriremos y mi esfuerzo se irá a la mierda, segundo... supongo que estoy siendo grosera —ella sacudió su pequeño y polvoso vestido ligero y se puso de pie—. Es un placer conocerlo, maestro, mi nombre es Solomi y soy un hada ligada a esta mazmorra.

—¿Qué?

—Desde que el antiguo maestro murió en la cámara del tesoro, usé el poco poder que quedaba para traer criaturas que pudieran suplirlo, de lo contrario, tanto la mazmorra como yo, moriríamos.

Algunos no lograron salir de la habitación del tesoro, otros se seguían de largo y no veían esta habitación e incluso algunos se encontraron y se mataron entre sí.

Traje duendes, elfos, magos, incluso un ogro, pero nunca esperé que un humano de un mundo sin magia lograra llegar y traer lo necesario para revivir la mazmorra. Son muy débiles y mi idea era solamente generar mobs con mucho músculo y sin cerebro que pudiera controlar, pero carecía de la capacidad para generar almas y traerlas no me serviría de nada porque sin una mínima inteligencia, aunque llegaran aquí, moriría antes de que alguno trajera lo que necesito.

Ni los seres inteligentes lo hacían.

En realidad, la mayoría sólo quería salir de aquí y  debido a su estupidez, no lograban resolver el acertijo... supongo que eres la persona más inteligente en ser invocada... pero también te falta músculo —.

Recapitulando, los otros muertos que encontré en realidad eran personas grandes y fornidas. Por lo que mencionó, buscaba idiotas fáciles de dirigir, algo normal supongo.

Solomi's Dungeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora