Los Acuerdos

43 12 3
                                    

—¿Ya? vamos, vamos...

Entro silencioso a la sala del núcleo y encuentro a Solomi observando el tablero con entusiasmo.

—Ya casi

—¿Qué sucede? —cuestiono desde atrás, sorprendiendola.

—¡Nada! ¡nada! —ella vuela y trata de cubrir una esquina de la interfaz—. ¿Por qué no vas a ver a ría? seguro puedes darle algo qué hacer.

—Claro, pero primero, vengo a revisar la interfaz.

—No es necesario, lo tengo todo bajo control —ella no quiere que me acerque, así que, divertido, me siento en el tronco que coloqué frente a la mesa y la hago a un lado.

Ciento cuarenta y ocho unidades de energía, doy un vistazo a la nerviosa Solomi y divertido, voy a la pestaña de invocaciones y traigo a otros diez esqueletos.

—¡Oh, vamos! ¿Cuantos más quieres? —pregunta frustrada. ella esperaba por fin invocar goblins, pues le dí el permiso de hacerlo ella misma, pero solo si el contador llegaba a ciento cincuenta.

—¿Cuántos hay?

—¡Cuarenta! —responde frustrada—. Esos cazadores llevan aquí dos días y no has dejado que el contador llegue a ciento cincuenta, ¿para qué quieres tantos estúpidos esqueletos? los goblins son más inteligentes y pueden salir a cazar.

—También comen, hacen del baño, necesitan dormir y la suficiente luz para atacar a los intrusos o moverse siquiera. Sólo puedo ponerlos cerca de la entrada para solucionar todo eso, pero la gente nos vería como amenaza y es muy pronto.

Esconde tu fuerza del enemigo, Solomi —.

—Ay, no puedo contigo —ella se aleja volando.

—¿A dónde vas?

—Afuera, porque da la casualidad de que yo ya puedo salir de aquí.

—¿Me traerás algo?

—¡No!

Entre risas, compro algo más y salgo del lugar para buscar a Ría en una de las habitaciones.

Ella se encuentra gateando en el suelo, acomodando una pequeña estantería que armó con demasiado trabajo para colocar la comida. La vista de su trasero desnudo apuntando hacia mí es...

Me acerco despacio, observando como su entrepierna sobresale mientras ella acomoda las cosas tranquilamente.

Quiero tocarla, mentiría si dijera que no, incluso la erección se aprieta en mis pantalones y acerco mi mano una vez que llego justo atrás, no puedo contenerlo, mis dedos quedan tan cerca cuando me agacho.

Quizá me he vuelto algo... salvaje, salvaje por no tener suficientes personas con quienes hablar, solo Solomi y bueno, ella no es la mejor influencia.

Estoy cerca, puedo sentir su calor con las yemas de mis dedos, pero prefiero aclararme la garganta y llamar su atención.

—¡Ah! —ella se asusta y golpea su cabeza —. ¿Cómo es que no haces ruido?

—Lo siento, supongo que estabas muy concentrada.

—Solo estoy acomodando la comida, tuvimos suerte de que los esqueletos trajeran ese ciervo —en realidad fue Ivar, a menudo, Solomi y yo mandamos a ambos a hacer distintos trabajos afuera, pero asegurándonos siempre de que no se encuentren ni estén afuera en el mismo momento que el otro.

Además, los dos siempre son acompañados por un grupo de esqueletos por si intentan huir.

Si iban a trabajar por el otro, teníamos que hacerlo creíble.

Solomi's Dungeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora