Capítulo 3

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Alessia Giordano.
|¿Hipócrita?|

La cama se hunde a mi lado y un cuerpo se acomoda a mi lado, no se en que momento me he quedado dormida, pero lo tomo por lo cansador que fue el día

Mi cuerpo se tensa, nunca he dormido con alguien más que mi madre, pero eso fue hace años y ahora es diferente. No es una mujer la cual está a mi lado.

Trato de cerrar los ojos, queriendo volver a conciliar el sueño, de reojo veo como el está solo con un pantalón de pijama y el brazo en su cabeza.

—Mañana no estaré, llegaré en la noche. No me esperes despierta.

Se que no llegará, papá igual no llegaba aveces a casa pero eso solo tiene una razón y son amantes. Todo hombre italiano tiene una y es muy difícil encontrar uno que no.

—Valentino -titubeo

—¿Si?

Me giro quedando de frente a el, quien aún sigue en la misma pose pero sin el brazo en su cabeza ahora tiene sus ojos puestos en mi.

—No...no vamos a tener....—busco las palabras, pero me sonrojo con tan solo pensarlas.

—Sexo

Asiento con las mejillas encendidas.

—La próxima ves que llores por mi tacto, no será por miedo será por placer —se apoya en sus antebrazos acercándose a mi.

Me congelo.

—Me pedirás por más mientras me entierro muy profundo en ti —susurra en mi oído.

Trago en seco ante sus palabras y siento como un cosquilleo se forma en mi parte baja, que hace que cierre mis piernas apretandolas, sus ojos se desvían a el movimiento de mis piernas desnudas.

Medio sonríe volviendo su atención a mi rostro, es la primera sonrisa que me da, y nosé si es apto que piense lo que me hace sentir su sonrisa

«Este hombre es pecado puro»

¿Entendiste hipócrita?

—¿Hipócrita?

—Si.

—¿Porque lo sería? —me atrevo a preguntar.

—Lloras por mi beso pero cierras la piernas por mi palabras.

¿Quien dijo que cerré mis piernas por tus palabras?

Si madre me viera en este momento me regañaria por responderle a mi esposo, pero no me quedaré callada, es algo malo de mi pero no puedo cerrar mi boca.

Pasa su lengua por sus dientes.

—Dime que si no llevo mi mano a tus bragas no saldrán húmedas por mi palabras.

Niego.

—Me he casado con una hipócrita. ¿Y si hacemos la prueba?

Me remuevo nerviosa ante su pregunta, si toca no creo que se de cuenta que no soy virgen. Dios se tan poco de la vida sexual pero es que nunca me lo explicaron y lo poco que sé, lo aprendí en la escuela.

—¿Quien dijo que te daría permiso de tocarme?

Es camino peligroso haber dicho esas palabras, es puedo tocarme y hacer lo que deseé conmigo. Nadie lo verá mal ni tampoco lo castigarán ya que estamos casado.

Su mano sujeta mi cadera apegándome a su cuerpo, estamos tan cerca que un movimiento de mi cabeza y podría tocar sus labios que llaman a mis ojos a verlos, pero trato de no caer en la tentación.

Avidez |Borrador|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora