¿Cómo te sientes hija...?

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MALIKA

Tomas y yo nos habíamos adentrado en los pasillos de el edificio que era el instituto confiados de nuestro plan, él no me había dicho una si no mil veces como no fallar en estos momentos, para ser sincera no era la primera vez que hacíamos algo así, pero nunca habíamos hecho esto en una situación tan fuerte como lo era esta, siempre fuimos los chicos inteligentes, pero no para algo peligroso o realmente peligroso.

Nos encontramos a Einer en el segundo piso, hoy teníamos español obligatorio a primera hora, así que era prácticamente una hora perdida para Toma y para mi, según nosotros esa sería la hora perfecta para acercarnos a Einer pero al parecer nuestro chico era bueno en todos sus cursos, además resulto que él, era uno de los mejores en español, por eso entendió lo que le dije el otro día tan fácilmente.

Me incliné disimuladamente en mi asiento para susurrarle a Tom. —Creo que no nos servirá tratar de ayudarlo en la escuela, parece un genio que además va al gimnasio, así que mejor nos acercamos y ya...—murmuré.

—Tienes razón, aun estas con el en matemáticas, tenemos eso a la segunda hora, la próxima actividad es en grupo, podemos...

—Señor Taylor, ¿Podría deletrearme en español la palabra hipopotomonstrosesquipedaliofobia?—nos interrumpió el profesor quien se encontraba algo irritado en su escritorio.

—h-i-p-o-p-o-t-o-m-o-n-s-t-r-o-s-e-s-q-u-i-p-e-d-a-l-i-o-f-o-b-i-a.—mierda.

La verdad es que ni me di cuenta cuando la carcajada salió de mi boca

Einer no sería alguien fácil de engañar, Tomas y yo tendríamos que ser bastante perfeccionistas para poder lograr engañarlo, junto con mi mejor amigo decidimos que lo mejor sería invitarlo a casa, a nuestro terreno, y luego emborracharlo para sacarle información, mi padre a pesar de trabajar en casa, me había dejado con que saldría esta tarde a arreglar unas cosas sobre el departamento con mi Tía.

—Allí esta Malika, —me informo Tomas señalando a Einer a lo lejos, no había notado hasta ahora que él traía un sweater rojo carmesí muy brillante que resaltaba una cicatriz rosada que tenía en el cuello, la cual tampoco había notado hasta ahora, lo que me llevó a pensar "¿Será reciente?" —¿No crees que ya deberías haber ido a tratar de que no te vea como una loca?

—Eso es verdad, muévete, no tenemos todo el día. —lo empujé.

—¿Tengo que ir? —se quejó.

—Depende... ¿Quién hizo el plan? —pregunté.

—Ambos, —contestó con molestia. —Pero tú eres mejor actriz que yo Mal. —se quejó.

—Lo sé, pero ese loco te apuesto veinte verdes a que es un psicópata.

—No quiero apostar a que no lo es. —se negó, yo solo me pude reír de los nervios que me causaban este plan tan idiota.

—Movámonos. —acabé.

No acercamos casualmente a Einer quien no dudó en voltear cuando nos vio acercarnos, sentí como nos analizó con la mirada para luego fruncir las cejas, en ese momento supe que habíamos arruinado todo.

—¿Qué traman ustedes? —preguntó cuándo estuvimos mas cerca.

—Nada. —respondimos al unísono. Diablos.

Casi que no pude evitar sentir escalofríos cuando la risa de Einer se hizo presente. Miré a Tomas de reojo cuando este se tensó.

—Queremos disculparnos Einer...—escuche a mi lado y casi se me cae la mandíbula al confirmar que fue Tomas el que dijo eso.

OSCURA TRADICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora