El hospital

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EINER

Aun no entiendo como todo empezó a descontrolarse, como Malika termino en una persecución, como casi me acusan de un asesinato, otra vez.

Estoy conduciendo hasta el apartamento de Malika, se que no puedo llegar a la estacion de policía sin mi abogado, no puedo arriesgarme cuando tengo un pie en la carcel y la policia busca la manera de inculparme.

Mientras conduzco llamo desesperadamente a Malika, escucho como repica, pero no lo toma.

Una.

Dos.

Diez malditas veces.

¿Y si algo le pasó al auto de la policía?

Esa punzada de terror, ese mal presentimiento de que algo no iba a resultar bien. De que ya me había atrapado esa maldición de la que ninguno se salvaba, que mi buena suerte había acabado, y empezaría a pagar todo lo bueno que me pasaba sin razón.

Vuelvo a llamar, Pero está vez decido llamar a Tom.

Mal me dió su número por si algún día no contestaba o pasaba algo importante como lo de la feria.

Uno.

Dos.

¿Buenas? —la voz confundida del amigo de Malika me relajo al instante, sea lo que estuviera pasando, estaban vivos.

—Soy Einer, por favor, estoy preocupado, dime dónde están...—rogué.

Unos segundos de silencio y la respiración de Tom me hizo creer por un momento que me mandaria a la mierda.

—Te acabo de compartir la dirección, estamos con una tía.—se limitó a decir y a colgar inmediatamente.

Algo es algo.

Despegó el teléfono de mi oreja, y veo la pantalla iluminarse con el chat de este contacto y un mensaje con la ubicación.

No estaban lejos, estaría allí en menos de quince minutos, a pesar del terrible tráfico de la ciudad.

Conduje como loco, mientras llamaba al abogado de mamá, pidiendo que llegara a la misma ubicación, Pero un poco más tarde, sabía que si Malika y Tom no se presentaban a declarar, los tomarían como sospechosos.

No me parece agradable la idea de volver a prisión, yo no soy la blanca paloma, pero no he sido culpable de nada de lo que aún me acusan, no me agrada la idea de que Malika pase por lo mismo, o que mi mamá tenga que visitarme en una estación de policía otra vez.

Estoy conduciendo hasta llegar a la casa que Tom me indicó, está sucia, vieja y el moho crece por las paredes dándole un aspecto terrible, parece que nadie hubiera vivido aquí en años, me sorprende que no la declararan Inhabitable.

Me bajo del auto y veo al enorme pitbull encadenado en el patio del vecino, que ladra mientras en bajo del auto, veo un auto estacionado al frente de la casa, una camioneta negra enorme, y luces encendidas, me regreso al auto y busco lo único que me dejó mi padre, una daga con empuñadura de cuero, y un grabado en la hoja con el apellido Sauer. La guardo en mi bolsillo y entro a la casa.

Solo la llevo por protección.

Me detengo antes de tocar la puerta, y me pienso dos veces si está en realidad era la dirección correcta, estamos muy lejos de los edificios, y es una de las primeras zonas que se construyeron en Nueva York, el aspecto de todas las casa es viejo, pero está en concreto, parece haber sido abandonada.

—¿Diga?— una voz desde adentro de la casa preguntó.

—Einer Sauer, Tomas me envió aquí por...—trate de decir pero la puerta se abrió mostrando a una señora con una pañoleta morada tapando su cabello aparentemente oscuro que se escapaba de esta. Tenía un aspecto cansada, parecía mayor que mi madre, y una pequeña y asustada Malika se asomaba sobre su hombro.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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