Debido a la frecuencia con la que Lan WangJi visitaba a sus vecinos, su madre terminó haciendo cercana a los Wei formando una linda relación amical; tanto así que por el cumpleaños número quince de su hijo menor los invitó a unirse a la cena de celebración.
Esa misma tarde, antes de la cena, el padre y el hermano mayor de Lan Zhan llegaron su viaje de Estados Unidos —donde radicaban, uno por trabajo y otro por estudio— para sorprenderlo. Además, recibieron la visita de su tío paterno, Lan QiRen.
Al conocer a CangSe SanRen, Lan QiRen, se dio cuenta que ese día no solo tendría que aguantar a su cuñada, sino también a la escandalosa de su vecina. Por lo menos el esposo de ella se veía como alguien decente.
Desafortunadamente lo bueno tiende a acabar.
Ambas familias solo llegaron a frecuentarse poco menos de un año, pues, unos meses después de la cena, Qi XianLi y Lan WangJi tuvieron que partir.
—Ā-Zhan, sube al auto, tenemos que irnos —dijo Lan WingHao con voz suave al ver la tristeza en los ojos ambarinos de su hijo, mismos que heredo de él.
Él había regresado al país a recoger a su esposa e hijo. Sin embargo, se sorprendió ante el estado de ánimo decaído del menor, cuando meses atrás este estaba más que dispuesto a viajar una vez que su madre terminará con sus asuntos de trabajo en China, y así poder unirse a su padre en la sucursal de Estados Unidos.
—¡ZHAN-GĒGĒ!
Lan Zhan volteó y pudo ver que Wei Ying venía corriendo hacia él como si su vida dependiera de ello. El pequeño rostro estaba empapado en lágrimas, la cinta roja que le regaló —y que Wei Ying nunca se quitaba— flotaba en el aire por la velocidad en la que iba su dueño.
—Ā-Ying. —El Lan se agachó y lo recibió en sus brazos.
—GēGē, māmā me-e di-dijo q-que ya no vivi-rías al frente-e. ¿A dó-dónde vas? —preguntó el pequeño entre hipidos.
—Estados Unidos. —Al vislumbrar la confusión en el rostro del menor, explicó—: Otro país, queda lejos.
Error.
Lan Zhan se dio cuenta que no debió decir lo último al ver como Wei Ying lo abrazaba fuerte.
—¡NO! ¡No quiero! ¡No quiero que te vayas! —gritó, mejor dicho, lloró con la cabeza oculta en el cuello del Lan —. ¡Por favor, Zhan-GēGē, no dejes a Ā-Ying! —suplicó.
Lan Zhan sintió su corazón romperse.
—¿Recuerdas qué dijeron tus maestros?
Recibió una negación.
—Los niños buenos escuchan a sus papás. Ā-Ying, yo también tengo que escuchar a los míos —intentó explicar mientras sobaba la espalda del niño para calmarlo. Lo cual pareció funcionar, porque entre sollozos Wei Ying se separó de él y lo agarró de ambas mejillas para que lo mirara a los ojos.
—¿Va-as a regre-sa-sar?
—¿Quieres que lo haga?
—¡Sí!
—Mn. Si Ā-Ying quiere que regrese, lo haré.
—Promételo. ¡No me vayas a engañar! —sacó su pequeño meñique.
—Te lo prometo.
Ambos entrelazaron sus meñiques, sellando así la promesa.
En ese momento a Lan Zhan se le ocurrió algo, así que se quitó la mochila y de ella sacó dos peluches pequeños de conejitos que se los ganó la vez que fue a la feria junto a los Wei: uno era blanco con una cinta celeste en la frente, y el otro era negro con un lazo rojo en el cuello.
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𝐿𝐴 𝑀𝑈𝐸𝐿𝐴 𝐷𝐸𝐿 𝐽𝑈𝐼𝐶𝐼𝑂 - 𝐴𝑑𝑎𝑝𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑊𝑎𝑛𝑔𝑋𝑖𝑎𝑛
FanfictionWei WuXian nunca creyó enamorarse a primera vista, menos aún, en un consultorio dental. Lan WangJi tiene un secreto. O; secretos que no se deberían hablar entre un guapo e inteligente dentista y su paciente. Una pequeña adaptación del manhua "𝐴 𝑊...