Capítulo 4

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((PRESENTE))

—Podríamos duplicar el número de miembros en el campo, eso nos daría una mayor ventaja a la hora de enfrentarnos a la Comisión.

—Pero eso implicaría que habría menos ayuda de refuerzo para los heridos, y de por sí estamos muy cortos de personal en ese ámbito.

Los demás soldados presentes observaron en silencio el debate de su siguiente movimiento. Cuando el general Gorou tenía esa expresión centrada en su rostro ninguno se atrevía a hablar, pues el general era demasiado precavido a la hora de actuar, intentando evitar estrategias que involucraran peleas innecesarias porque sabía, con mucha pena, que podía tener perdidas.

La única forma que Gorou consideraba confiable era el sigilo; pero, a pesar de eso, sus estrategias siempre tenían algún punto débil.

—Disculpe, capitán, espero no considere esto insubordinación —musitó un miembro entre los soldados silenciosos, quienes giraron ligeramente el rostro hacia su dirección—, pero hemos estado planeando nuestro ataque desde hace varias semanas, casi meses, y no hemos tenido ningún progreso que valga la pena.

Gorou se volvió hacia él joven que había hablado. No era nuevo, reconocía su rostro como el de alguien que había estado en la Resistencia desde hacía tiempo. Aun así, su mirada denotaba tanto respeto como amistad, por lo que definitivamente se había animado a decir si opinión porque confiaba en que Gorou lo tendría en consideración.

—Concuerdo con él, general —replicó otro con un tono más animado, quizás en un intento por respaldar a su compañero—. Lo único que hemos hecho hasta ahora es mantener nuestros puestos contra la Comisión y, de vez en cuando, enfrentarnos a ella cuando es inevitable en peleas riñas. ¿Cuándo será el día en que finalmente hagamos el gran paso y realicemos una revolución contra la forma en como lidera Inazuma?

Otras voces se unieron, vocalizando sus mismos deseos que habían intentado mantener en silencio para no ser irrespetuosos.

Gorou los observó en silencio. Cuando la mirada del general cayó sobre ellos, desviaron la vista con semblante nervioso, temerosos de haber sobrepasado sus límites. Mientras tanto, Gorou pensó en las peticiones de sus subordinados y en sus posibles consecuencias, a lo que su mente imaginativa siempre terminaba encontrando algún final malo. Algún ataque sorpresa por la espalda, algún error, desventaja respecto al número de soldados, etcétera.

—Por el momento, nos mantendremos al margen —musitó al final, mordiendo el interior de su mejilla cuando escuchó perfectamente los suspiros decepcionados de sus solados—. No estamos en posición de cometer ningún tipo de riesgo.

Si Su Excelencia estuviera en su lugar, ¿qué tipo de estrategia utilizaría? Gorou sabía que ella siempre pensaba en algún plan de lo más inesperado que, aunque tuviera unos cuantos riesgos, generalmente siempre conseguía pensar en una estrategia que terminara siendo beneficiosa para la mayoría.

Ojalá Gorou fuera más como ella.

Ciertamente, él admiraba mucho a Sangonomiya Kokomi; era la sacerdotisa más joven hasta ahora, por lo que muchas personas no habían tenido muchas expectativas sobre ella al inicio, incluso podría decirse que la mayoría esperaba que fracasara. Sin embargo, ella solo probó que era alguien excepcional. Su astucia, su amabilidad y sus habilidades fueron suficientes para hacerse su propio renombre, por lo que rápidamente la gente comenzó a confiar más en ella.

Precisamente porque tuvo que iniciar casi desde cero para que la gente confiara en ella, es que Kokomi siempre intentaba hacer un trabajo perfecto; ayudar a todos por igual, siempre estando disponible para quien sea que necesitara ayuda. Esto, muchas veces, terminaba afectando de manera negativa la propia salud de la joven.

Gorou sentía que él no tenía tantas tareas como ella, por lo que debía de esforzarse el doble: si Su Excelencia podía con sus responsabilidades tan complicadas, él debería poder cumplir con las suyas. Cuando se sentía agobiado por todo lo que tenía que hacer, ese pensamiento lo devolvía a la realidad y, de una u otra forma, le daba un poco de lucidez para poder cumplir con sus tareas.

Tiempo atrás, el agobio por sus responsabilidades como general de la resistencia había sido calmado con una visita a las orillas del Santuario Sangonomiya, donde siempre se encontraría con un samurai errante en estado reflectivo, quien siempre se volvería hacia él y le diría con una sonrisa: «Te estaba esperando, Gorou.»

Parecía que esos días hubieran ocurrido en otra vida en lugar de hacía unos meses, lo cual no era menos triste y doloroso. La situación de Inazuma en ese entonces no era tan tensa y grave como ahora, o eso le parecía a Gorou, quien había visto la decadencia de relación entre la Comisión Tenryou y la Resistencia. Pensar que ya no contaba con la voz suave de Kazuha para poder despejar su mente cuando su mente se llenaba de ruido le hacía lamentar no haber disfrutado mejor cuando el samurai todavía estaba ahí.

Como siempre hacía cada vez que estaba libre y podía ir a Inazuma, Gorou visitaba la orilla cerca de Tenshukaku. Había sido una costumbre de la que no fue consciente; al inicio solo buscaba rastro de aquel samurai errante que había saltado de gran altura, pero conforme fueron pasando los días sin tener ninguna clase de pista sobre el paradero del desaparecido, los soldados que lo buscaban comenzaron a ser más escasos hasta que Gorou fue el único que continuó paseándose por ahí.

Una sensación fúnebre siempre se aglomeraba e su cabeza cuando dejaba que sus pensamientos fueran hacia el peor de los caminos: Kazuha había muerto en su segunda escapada, su cuerpo se lo había llevado el mar; no estaba seguro de la ferocidad del mar ese día, quizás las olas habían sido violentas y se habían llevado su cuerpo sin complicaciones, tal vez por eso no encontraron rastro de él.

Pero Kazuha no parece el tipo de persona que se equivoque con ese tipo de cosas, se repetía una y otra vez el general, entrando en un bucle confuso de negación, Kazuha es más astuto que cualquiera.

Kazuha, el que siempre se encontraba en las orillas del Santuario Sangonomiya meditando. Kazuha, el que sabía que estabas tras él antes de tú siquiera ser consciente de su presencia. Kazuha, el que le sonreía como bienvenida cada vez que Gorou que iba a visitarlo. Kazuha, el guerrero cuyas manos eran hábiles para la pelea y cuya lengua era hábil con las palabras. Kazuha, su amigo.

Su amigo desaparecido. Presuntamente muerto.

—Disculpe, capitán. —Gorou fue interrumpido por uno de sus subordinados, que venía trotando hacia él con ademán urgente—. Le hemos estados buscando.

Gorou cambió su expresión de debilidad a una centrada.

—¿Qué sucede? ¿Ocurrió algo malo?

—No, no es eso... es Su Excelencia —respondió, y Gorou alzó las orejas con atención y alarma—. Ella parece que quiere hablar algo con usted. Dijo... que tenía que ver con los planes de guerra entre la Comisión y la Resistencia.

Gorou asintió, sin ocultar la forma en la que su expresión se ensombreció.

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Holi, gracias a todas las personitas que han estado leyendo, votando y comentando esta historia, la verdad la escribí más para mí porque el kazugorou dejó de ser un ship secundario que me gustaba por cómo se veían y pasó a ser una de mis otp's, ayuda esto no es un meme, dependo emocionalmente de estos dos. Así que ya saben, si me conocen en tiktok, etiquetenme en videos de estos dos para ser feliz, gracias, los tqm.

Hojas de Arce | Gorou x Kazuha [Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora