Capítulo 2

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Gorou no tuvo mucha oportunidad para volver a ver al desafortunado fugitivo debido a todas las responsabilidades que le correspondían. Tenía que patrullar, formar parte de los escuadrones de guerra cuando había un nuevo enfrentamiento contra la Comisión Tenryou y, a veces, Su Excelencia le pedía algunos favores cuando ella misma se sentía demasiado derrotada como para hacerlos ella, y Gorou nunca le decía que no.

Cuando lo volvió a ver, había pasado poco más de un mes. Gorou volvía de otro de sus patrullajes y se sentía sumamente cansado.

Sabía que tenía que volver al Santuario y darle un reporte total de cómo estaba la situación en general en algunas partes de Inazuma, pero realmente sentía que no podía mover el cuerpo más allá de unos cuantos metros. Tenía tanto ruido en la cabeza, tantos pendientes por hacer y tan poco tiempo y descanso disponible.

Por eso, con un poco de culpabilidad, se dirigió hacia una de las costas que había alrededor del Santuario. Sólo necesitaba un pequeño momento de descanso y tranquilidad antes de volver a ser el comandante confiable que todos respetaban.

Su Excelencia le había contado que incluso ella podía llegar a saturarse de responsabilidades, por lo que tenía su propio espacio cada que necesitaba despejar su mente.

En el caso de Gorou, a él le relajaba ver el mar. Había algo en el delicado sonido de las olas al chocar contra la orilla que le daba una sensación de paz, que le aseguraba que la situación actual en la ciudad de Inazuma no era nada más que tiempos difíciles y que, tarde o temprano, acabarían. Era una esperanza de que pronto la paz volvería, solo necesitaba seguir luchando.

De todos los lugares, de todas las costas alrededor del Santuario, a la que fue Gorou no estaba sola.

Una persona yacía de espaldas, sentada con postura relajada sobre la arena. Habría pasado desapercibido y Gorou se hubiera dado la vuelta para buscar otro lugar donde relajarse de no ser porque reconoció la cabellera blanca que había visto antes muy descuidada.

El fugitivo desolado de la otra vez ahora se veía diferente, más compuesto y menos... destruido. Una sensación de alegría al ver que una víctima de guerra se recuperaba ligeramente de su tragedia y corazón roto le hizo suspirar; no estuvo del todo seguro si fue demasiado ruidoso, pero se quedó congelado cuando vio que el muchacho se ponía en alerta e inmediatamente miraba hacia atrás, con mirada defensiva.

Unos ojos escarlata lo observaron, y Gorou sintió tanto remordimiento por ver el miedo detrás de ellos. No podía imaginarse qué había detrás de esa actitud defensiva, como si se cubriera la espalda para no ser atacado por sorpresa. El fugitivo definitivamente seguía pensando que estaba en Tenshokaku, no se sentía a salvo en el refugio que ofrecía el Santuario Sangonomiya.

—Está bien, está bien —dijo Gorou alzando las manos en una muestra de estar desarmado y no buscar lastimarlo—. Perdona, no quería asustarte. Pasaba por aquí, no esperaba encontrarme con alguien aquí...

El chico siguió mirándolo durante unos momentos, y cuando cayó en cuenta que, efectivamente, Gorou no le haría daño, relajó la postura. Solo entonces Gorou se percató que el fugitivo se había llevado la mano a la cadera, listo para empuñar la espada que anteriormente no había visto.

Igualmente, el muchacho albino no le dio la espalda; permaneció con el cuerpo girado de manera que pudiera ver a Gorou, pero adquiriendo una expresión casi avergonzada por haber reaccionado de esa manera. Pasaron unos segundos de incómodo silencio hasta que Gorou decidió hablar.

—Yo... venía a ver el mar. Después de todo lo que ha pasado con la guerra, pues... —No se sentía correcto hablar de ese tema, considerando que el fugitivo había escapado a duras penas del juicio de la Shogun, así que decidió cambiar de tema—. D-de cualquier forma, ya que estás aquí, me iré a otra parte...

Hojas de Arce | Gorou x Kazuha [Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora