El caso de Eva Heaton [1# de la Trilogía ''Casos'']

Capítulo 10: Caso Resuelto #1.

HENRY:

Las estrellas brillaban, estaban grandes, llenas de luz. Y llenas esperanza. Como yo. No me cabía nada más en el pecho que miedo y emoción. Pero no emoción de felicidad, si no de aquella emoción que tienes al saber que te falta poco para alcanzar eso que más quieres. Helena nos condujo a través de todo Berbely Hills. Las casas y centros estaban todas apagadas. A veces, algún que otro centro comercial cerrado y oxidado daba miedo. Me producía una mezcla de melancolía y terror.

-Bien, tengo que pasar por mi casa primero. Necesito coger sedantes. Porque si no recuerdo mal, en la foto había un perro. Tosa Inu, raza peligrosa. Necesitaré algo para sedarle, solo espérame aquí-dijo girando a la rotonda camino a su casa. Al lado de su puerta estaba el sobre amarillo con los diez mil dólares. Los cogió y se los guardó en el bolsillo.

-Está bien, te esperaré aquí-Helena salió corriendo del coche y vi como abría la puerta de su casa.

-Helena, ¿eres tú? -preguntó Jane.

-Sí, solo voy a por una cosa, luego me voy-avisó subiendo las escaleras con torpeza. Sus padres estaban viendo las noticias mientras cocinaban. Entró a la habitación de sus padres y rebuscó en su armario. Entre toda la ropa y todos los zapatos de su padre encontró un tablón medio abierto. Lo termino de abrir y se encontró con una caja. La abrió y cogió los dos sedantes que había, estaban en jeringas. Volvió a dejar todo como estaba y se fue a su habitación, mientras se escondía las jeringas en el bolsillo. Por otra parte, en su otro lado del bolsillo tenía el sobre con el dinero de Dan. Lo escondió debajo de la cama. Bajó rápidamente.

-Helena, ¿qué tramas? -habló su padre asomándose por la puerta-, ¿qué llevas en el bolsillo? -dijo levantando una ceja.

Le sonrío pícara y juguetona y levantó la barbilla con superioridad.

-Escondo condones, papá. Sabor a fresa-le guiñó un ojo y se fue sintiéndose totalmente una diosa, ante la mirada enfadada de su padre y la mirada divertida de su madre. Vi como salía con una sonrisa victoriosa. Entró al coche y arrancó. Ahora sí nos dirigíamos al Parque Nacional de los Ángeles. Sin darnos cuenta a los tres minutos estábamos en la entrada del bosque. Salimos del coche, suspiré. Note el frío recorrer mi cara. Nos paramos en frente del coche. Helena repasaba en voz baja si lo tenía todo. Sacó las Jeringas y las volvió a guardar. Luego empezó a buscar algo recorriendo su hermoso cuerpo.

-Joder, no encuentro la linterna, no la traje-se maldijo a sí misma.

-Puedes usar tu linterna del móvil-intervine sonriéndole. Ella se tocó la cara, negando para sí misma.

-Claro, como he podido ser ten idiota-habló encendiendo su linterna.

- ¿Ahora cómo vamos a ir a esa cabaña? -pregunté mirando hacia el oscuro bosque.

-Busca en el GPS, como llegar al Corral del Sauce Llorón. Recuerdo que, para ir a esa cabaña, siempre mi padre y yo pasábamos por ese Sauce. Blanco y hermoso. Está protegido por el Estado. Por ser unos de los pocos árboles que quedan de ese color-asentí a lo que decía buscando en el móvil Google Maps. Cuando busque El Corral del Sauce Llorón me llevó todo recto y luego teníamos que girar a la derecha. Y después donde dijera Helena.

-Vale, aquí pone que hay que ir todo recto y después girar a la derecha, pondrá un cartel. Y luego donde digas tú.

-Sí, después de girar a la derecha rodeamos El Corral y vamos todo recto. Cuando veamos un muro de piedra giramos a la izquierda. Y creo que ahí debería estar la cabaña-añadió pensativa. Nos adentramos a ese oscuro bosque.

Íbamos tranquilamente por el bosque cuando pisé una rama, el eco de esta rompiéndose, hizo que un pájaro saltara asustado, piando y haciendo ruidos con sus alas al moverlas y haciendo ruido en las ramas al asustarse. El árbol más cercano estaba siendo reflejado por la luz de la luna, Helena miró su reflejo en el suelo, un espectro sombrío aparecía allí. Se le juntó el ruido del pájaro y la rama con ese espectro fantasmal.