Capítulo 2: 40 Carteles.

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Movía con impaciencia mi pierna, deseando que me atendieran. Miré a mi alrededor, todo lleno de policías, cada uno con su tema. Unos con sus informes, otros atendiendo llamadas. Para aquí, para allá, no paraban. Pero me daba la sensación de que a nadie le importaba Eva. Me levanté desesperado, cogiéndome de la cabeza nervioso.

-Henry Heaton, pase por aquí-me giré. Ahí estaba él. Con su traje de policía, cogiendo su cinturón con chulería. El padre de Helena, mirándome con suficiencia. Pasé a la sala y me senté en la silla de metal. Cruzándome de brazos. Mike, cerró la puerta y se sentó enfrente de mí.

-Bien, cómo nos dijiste, tú hermana ha desaparecido-asentí-. Bien, en el caso de que ella se haya perdido, habrá que esperar 24 horas, para ver si vuelve a casa. Pero si no vuelve tendremos que abrir un caso posiblemente de secuestro. Entonces ahí iniciaríamos una búsqueda e investigaríamos el lugar en el que ocurrió el delito. Pero mientras tendrá que esperar-afirmó juntando las manos. Abrí la boca. ¿Cómo que 24 horas?

-Espera, espera, espera. A ver si lo entiendo, ¿estás diciendo que tengo que esperar 24 horas?,¿¡24?!-grité, no me lo podía creer. Él se levantó inmediatamente.

-Eh, chaval, relájate-soltó con firmeza. Agarrando el arma sin sacarla del bolsillo. Menudo jefe de mierda, ponía en peligro a mi hermana, en peligro de ser asesinada. Le miré malamente. Yo sabía que ella había sido secuestrada, ella jamás se escaparía. Y lo sé porque yo era lo único que le quedaba.

- ¿Qué me relaje?, ¿y si mi hermana ha sido secuestrada? En estas 24 horas la podrían matar. ¿¡Cómo coño quiere que me relaje!?-me levanté furioso y alguien por detrás me cogió del brazo. Miré, era un policía de mediana edad, rubio. Ni siquiera ese gilipollas me miraba. Intenté zafarme, pero me sujetaba el brazo.

-Lleváoslo-dijo Mike. El policía rubio me intentaba sacar de la sala, pero yo me movía con enojo y hacía fuerza.

- ¡Tenéis que encontrarla! ¡Y si no lo haces tú, lo haré yo! ¡Gilipollas! -le grité con enfado, moviéndome como loco. Otro agente me cogió del brazo libre y me llevaron a la salida. Todo el mundo estaba asombrado de mi escándalo- ¡Hijos de puta! ¡Quiero encontrar a mi pequeña! ¡Cabrones! -intentaba zafarme, pero era imposible. Los agentes me sacaron a la fuerza y me tiraron al suelo, ya fuera de comisaría. Cerraron la puerta rápidamente. Mi cara impactó con el suelo frío de la acera. Me senté correctamente y froté mi mejilla.

Después de encontrarme más tranquilo me fui para casa, cogiendo el coche. Iba conduciendo, mirando a todos sitios, pero no veía nada. No estaba. Mis lágrimas volvieron a salir, está vez veía la calle borrosa. El volante se me fue de las manos y el coche que había al lado mío me pitó.

- ¿Qué haces, idiota? -me gritó adelantándome, poniéndose enfrente de mí, por el carril. Me limpié los ojos y cambié de carril, adelantando a ese mal parido. Le adelanté y pisé el acelerador. Saltándome el límite de velocidad, pero estaba muy enfadado con el mundo, por quitarme lo que más amaba. Pero en el fondo sabía que era mi culpa, me despisté, me dormí. Dejé que la secuestraran. Mi corazón se apretó, joder, era mi culpa. Aparqué mal en frente de mi casa y me metí adentro. Pegué un portazo tan grande que la vecina me gritó.

Abrí la nevera y cogí una cerveza. Empecé a beber, necesitaba olvidar. Pero antes de terminar la botella, tocaron el timbre.

- ¡No estoy! ¡No quiero nada! ¡Así que lárgate! -dije chillando.

- ¡Soy yo, Henry! ¡Helena! -Al escuchar su nombre mi enfado se fue y le abrí la puerta. Ella estaba hermosa, cómo siempre. Hoy iba diferente, una sudadera blanca y pantalones cortos de chándal. Y por supuesto, su hermoso pelo en un moño, alocado. Como ella. Helena sin pensarlo me abrazó. Al oler su colonia de fresa, me recordó a mi bichito. Y estallé. Comencé a llorar como nunca.

El caso de Eva Heaton [1# de la Trilogía ''Casos'']Donde viven las historias. Descúbrelo ahora