El caso de Eva Heaton [1# de la Trilogía ''Casos'']

Capítulo 12: Tarta de Fresa.

Cuando salimos del hospital nos dirigimos a casa. Eva estaba rara. Muy callada. Es como si no la conociéramos, pasó a ser un terremoto a estar todo el rato quieta y en silencio. Lo peor fue cuando llegó la noche. No quería dormir en su cama, nunca se despegaba de nosotros. Es como si tuviera miedo de algo. Estuvo las tres noches primeras llorando, y no nos dejó dormir. Probamos de todo, leyéndola un cuento, dándola un vaso de leche. Acariciándola. Pero nada funcionaba. Helena y yo no teníamos privacidad, y no dormíamos en absoluto.

-Eva, hoy dormirás en tu cama-dije acostándome. Helena me siguió, apagando la luz del cuarto y encendiendo la lámpara. Ella se cruzó de brazos.

- ¿Porqué? -interrogó. Apretando los labios.

-Porqué eres mayor y necesitamos dormir-respondió Helena. Cogiendo el libro de su mesilla.

-No quiero-respondió pateando el suelo.

-Me da igual que no quieras. Venga a dormir, ya-hablé con un tono fuerte. Ella me miró enfadada.

-Pero danos un besito antes-habló Helena. Quitó el marca páginas de su libro, uno titulado como La Joya Dorada.

-Pues, ahora no quiero -contestó. Se marchó a su habitación.

-Venga, enana. No te enfades-pedí viendo como cerraba la puerta de su habitación. Haciendo caso ajeno a mis suplicas. Suspiré.

-Genial, llevo con ella cuatro días y ya se ha enfadado conmigo-dije tapándome la cara.

-Está enfadada con los dos. Se le pasará. Aunque lo que me preocupa es que tenga tantos problemas para quedarse sola. A lo mejor, tendríamos que llevarla a un Psicólogo. ¿No crees? -preguntó cerrando el libro y apagando la luz. Nos abrazamos.

-Sí, creo que es lo correcto. Mañana pediré cita-hablé besándola. Ella me devolvió el beso y caímos en un profundo sueño. Estábamos agotados.

Por la mañana llamé al Centro de Psicología de Beverly Hills. Me dieron una cita para el medio día. Mientras Helena hacía el desayuno, yo opté por hacer las paces con Eva. Entré lentamente a su habitación, estaba despierta. Al verme se dio la vuelta, dándome la espalda.

-Venga, pequeña. No te pongas así-me acerqué a ella y me tumbé a su lado. La abracé-, no te enfades ¿Vale? Mira a ver qué te parece esto: Desayunamos, vamos a ver a Sally, una chica muy maja. Y luego a casa de Jane y Mike para hacer una tarta de fresas. ¿Te apetece?

Se dio la vuelta y me miró. Asintió. La abracé y la empecé a besar toda la cara. Se empezó a reír. Necesitaba oírla reír. No podía descansar sabiendo que estaba mal. Después de un pequeño rato de estar jugando bajamos abajo para desayunar. Eva fue corriendo a los brazos de Helena. Desayunamos tranquilamente. Las tortitas que hacía Helena siempre fueron las mejores. Hablamos que de momento no iba a ir al colegio. No hasta que supiera lo que la pasaba. Además, lo había pasado tan mal que no iba ni a clases. En la muerte de nuestros padres.

Al terminar de desayunar nos vestimos y nos duchamos. Para estar al menos un poco más arreglados. Al tener todo listo nos metimos al coche y nos dirigimos al Centro de Psicología. En la radio pusimos unas de las canciones favoritas de Eva. Creep, de Radiohead. No tenía la reacción que tenía otras veces. No había emoción, ni ganas, ni siquiera una sonrisa. Helena y yo nos miramos preocupados. Minutos después ya llegamos al Centro. Cuando entramos, vimos una habitación pequeña. Con bastantes sillas y una televisión. Nos sentamos a esperar, a que saliera las otras personas. Senté a Eva en mis piernas y la acurruqué en mis brazos.

En la tele salieron noticias. Vimos como aquella noche en el bosque, se llevaban el cuerpo sin vida de Ethan. Tapado en una bolsa negra. Menos mal que Eva no miraba. Helena y yo nos volvimos a mirar, melancólicos. Nos dimos la mano, apoyándonos mutuamente. Sonó la puerta del frente y nos llamaron. Los tres pasamos tranquilamente. Sally era una chica de mediana edad. Rubia y con el pelo rizado. La explicamos todo. Desde la muerte de nuestros padres, hasta que la salvamos del secuestro. Sally solo asentía. Apuntando todo en su cuaderno.