Capítulo 8: Comercio Ilegal.

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Me encontraba duchándome, salí y me puse los pantalones negros. Helena ya se había bañado y estaba sentada en la mesa, pensando.

- ¿En qué piensas? -pregunté sin darme cuenta que no tenía la camiseta. Ella levantó la vista e intentó no mirarme de arriba abajo.

-Henry, mejor ponte la camiseta y luego podré formar las palabras-pidió tartamudeando. Me reí. Mi corazón latía a mil por hora. Le había impresionado.

Rápidamente me puse la camiseta que tenía colgada en el pantalón. Ella suspiró.

-Bueno, a ver, lo que estaba pensando en lo que íbamos hacer hoy-asentí dándola una taza de café. Ella me agradeció con una sonrisa-, y vamos a ir a la calle Moon Street y veremos que hacía ahí el secuestrador.

-Me parece bien, pero hay que tener cuidado con esa calle. Mi padre y yo solíamos ir y él siempre me decía que vendían drogas. Cualquier droga, aunque sea una tan fuerte que te pueda matar. Yo conozco al jefe. Se llama Dan. Y mi padre y él eran mejores amigos, pero cuando murió, él heredó el comercio ilegal que tenía su padre-expliqué ante su mirada sorprendida.

- ¿Cómo es de grande el comercio?

-Bua, demasiado grande. Es un comercio tan grande que va desde Estados Unidos hasta Australia. Trafican también armas, y si fuera poco, el padre de Dan era un mafioso. Que llevaba demasiado dinero. Dan se gastó todo ese dinero escapándose para que no le pillaran y en poco tiempo se arruinó. En pocos años se declaró como el hombre que más droga vendía, y el mejor traficante de la historia. Claro, después de Pablo Escobar. Es muy bueno escondiéndose, sé su verdad, pero jamás se me ocurriría decirle a la policía donde está. No puedo fallar de esa forma a mi padre-dije encogiéndome de hombros.

-Espero que él nos ayude, como se entere de que soy la hija del jefe de policía no sé qué podría hacerme.

-Tranquila, no es capaz de hacer daño a nadie. Y menos acabar con su vida, estoy seguro que nos va ayuda, por mi padre y por mí, y obvio que por Eva.

- ¿Y tú como sabes tanto de ese hombre?

-Me entero por contactos, familia cercana a Dan. Como su hermana Diana. Nos vemos una vez al año. Ella nos visitaba a Eva y a mí, ya que Dan no podía hacerlo. Y aprovechaba para contarme como cada vez aumentaba más el comercio de su hermano.

-Vaya, bueno. Entonces será fácil-terminó absorbiendo de su café.

Al terminar nos preparamos, y cada uno cogió su chaqueta. Nos montamos en el coche y nos preparamos para ir a Moon Street. 

- ¿Tienes las fotos? –pregunté. Ella arrancó el coche. Ella asintió. Nos fuimos a Moon Street, era un silencio bastante cómodo. Era una de las cosas que más me gustaba de Helena, era tranquila y trasmitía tranquilidad.

-Antes de bajarnos, ve al maletero y coge la pistola que tengo en una caja-la miré sorprendido.

- ¿Por qué una pistola? –Ella apretó los labios-, ¿es para dar más miedo? ¿Para chulear?, porque si es alguna de las dos, déjame decirte que vas mal. Ellos son como una fuerza armada, tanto de droga como de armas-respondí ante su mirada confusa.

-No, Henry. Es por si da el caso, no soy idiota. No estoy ahora para gilipolleces de esas de estar chuleando. Por dios Henry. No soy mi padre-replicó parando el motor, ya en frente de la calle. Yo asentí comprendiéndolo, cerré la puerta del coche. Y abrí el maletero. Solo había una caja de terciopelo negro al fondo del maletero. Me metí en él y lo cogí. Lo abrí cuidadosamente y saqué el arma. Miré a ver si tenía balas, y efectivamente las tenía. Era una pistola Walther, una variante más corta de la serie de pistolas semiautomáticas PP. Ese nombre venia del fabricante alemán Carl Walther. Fabricaba armas de fuego.

El caso de Eva Heaton [1# de la Trilogía ''Casos'']Donde viven las historias. Descúbrelo ahora