Magia

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Donghae
Semanas después

Viajaba en el autobús temprano por la mañana con rumbo a mi casa… Bueno, pudo ser más temprano, pero me quedé dormido. Desde que regresé de Mokpo estuve durmiendo casi todas las noches en el foro. Por el día me entretenía en la universidad, en mi trabajo en la cafetería y en mis salidas románticas, así que desde hacía mucho tiempo no había visto a Siwon.

Lo anterior, por supuesto, no lo sabía el señor Lee. Durante todo el tiempo en que estuvimos saliendo confirmé que él haría lo imposible para que yo me sintiera cómodo, y si se enteraba de mi situación de seguro querría que me mudara a su departamento. No estaba listo para eso.

Por esa razón volvía a casa justo hoy. Quedamos de vernos por la tarde para arreglar las últimas minucias de nuestro viaje. Mañana partíamos a España. Me hallaba tan emocionado, pues sería la primera vez que saldría del país. Esperaba que entre las conferencias y el trabajo hubiera un momento para visitar Madrid.

Ya eran más o menos las diez, el sol entraba cálido por la ventana. Me quité las gafas para limpiarme el sudor y luego volví a colocármelas porque estaba leyendo. Me faltaba muy poco para terminar el Quijote. Tardé tanto porque le hice caso al señor Lee y leí a consciencia. Además de estar obviamente entusiasmado por el viaje, también lo estaba por las conferencias y por conocer a escritores y literatos de todas partes del mundo.

Bajé en mi estación y caminé un par de cuadras hacia mi casa. Casi me da algo cuando vi el auto negro del señor Lee aparcado afuera. Él se encontraba apoyado en la cerca, sin hacer nada más que mirar el horizonte. Quise correr, pero alcanzó a verme y me saludó con la mano. No me quedó de otra que dirigirme a él. Bueno, me había descubierto.

—Oh, señor Lee ¿que hace aquí tan temprano? —pregunté esbozando una sonrisa nerviosa ¿No sería mucho pedirle al cielo que él no notara mi mochila de viaje colgada a la espalda, ni el hecho de que hacía malabares con las llaves y el libro? Definitivamente era mucho pedir. El señor Lee me quitó la mochila de forma amable para ayudarme. Sin embargo, al notar su peso un ceño fruncido se instaló en su rostro.

—Perdón por venir sin avisar, Hae. Tenía que explicarte el itinerario, y no quería esperar. Traté de llamarte, pero no respondías.

En cierto momento de la noche el foro se quedó sin luz y mi móvil no alcanzó a cargarse. Ahora mismo se encontraba frío y muerto en mi bolsillo trasero.

—Me quedé sin batería, lo siento.

—Me preocupaste un poco —dijo mientras entrábamos. Me puse alerta al pensar que Siwon podría estar por aquí, pero no, la casa se encontraba vacía. Hasta suerte teníamos —¿Volviste a ir a Mokpo? Esta vez no me llamaste para mostrarme el cielo —se rio.

—Amm… No… —Aunque me hubiera encantado decirle que sí, no podía mentirle. Era pésimo en ello, si comenzaba a hacerme preguntas acerca de mis padres o mi estancia allá no sabría qué inventarle y entraría en pánico.

—Oh. —Él pareció genuinamente sorprendido —¿Y dónde estabas?

—Esteee… u-usted s-sabe. —Escondí mis brazos detrás de mi cuerpo y balanceé mis piernas de adelante a atrás. Era un gesto que hacía sin darme cuenta, así que cuando lo noté me detuve y me fui a sentar al sofá. Él se sentó a mi lado. Me sonrió y escondió unos mechones detrás de mi oreja.

—Puedes decirme, Hae. Lo sabes. Pero si no quiere hacerlo, tampoco hay problema.

¿No había problema? ¿Lo decía en serio? Era obvio que había pasado la noche en otro lugar, para cualquier persona eso era algo que sí representaba un problema. Me conmovió su tranquilidad y el respeto que mostraba hacia mis decisiones, tanto así que suspiré y me resigné a contarle todo.

•La vida es un libro [Eunhae]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora