Coincidencias y visitas

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Sin embargo, me contuve lo mejor posible. Le sonreí apenado y distraje mis movimientos tomando el libro que él aún sostenía en la mano.

—Oh sí. Lo conseguí en una subasta en Nueva York, en un evento por el natalicio de Herman Melville.

Todo el sonrojo que ardía en las mejillas de Donghae desapareció para ser sustituido por un hermoso brillo en sus ojos. Inconscientemente se acercó más a mí y apoyó las manos sobre mi muslo.

Yo solía ser defensor de mi espacio personal, pero Donghae, si quería, podía invadirlo por completo.

—¿Fue a Nueva York?

—Hace unos años, cuando recién había salido de la universidad. Me invitaron a ser ponente en ese evento y simplemente no pude rechazar la oferta. —Así que eso era lo que lo tenía tan entusiasmado —¿Nunca has salido de Corea?

—Ni una vez —respondió poniéndose un dedo sobre el mentón, pensativo. Sonreí sin planearlo. Era adorable—. Bueno, mi mamá me dijo que cuando era bebé fuimos a América por algo relacionado al trabajo de papá, pero no lo recuerdo, por lo tanto no cuenta.

—¿Y no te gustaría?

—¡Por supuesto que sí!

Me mordí el labio, pensativo. Lo dejé que hojeara Moby Dick y revisé brevemente mi teléfono. Tenía una idea que, de efectuarse, podría hacer que Heechul me asesinara, aunque por alguna razón aquello no parecía tan horrible comparado a la tentación que me invadía.

—¿Has leído el Quijote? —pregunté, quizá, muy bruscamente.

Donghae levantó los ojos de los renglones y en su rostro se marcó la confusión por el cambio de tema.

—Nunca completo.

—Oh. —Volví a mordisquear mi labio —Si te propusieras terminarlo… —comencé luego de levantarme y dirigirme a uno de mis estantes. Rebusqué tomo por tomo hasta que encontré una de mis ediciones favoritas de Don Quijote de la Mancha —¿en cuánto tiempo lo lograrías?

Donghae dejó de lado Moby Dick y tomó el libro que yo le tendía. Su mirada se perdió en los detalles dorados de la portada de pasta dura y sus dedos acariciaron el relieve que las letras hacían.

—Tres días.

—¿Qué? —pregunté riendo porque pensé que estaba bromeando.

—Puedo terminarlo en tres días si me dedico completamente a ello. Puedo organizar mis horas de comida y duchas para que no interfieran tanto. Si aplazo mis tareas y ensayos al fin de semana será pan comido.

Solté una carcajada y negué con la cabeza.

—¿Y leyendo como un humano promedio cuanto tardarías?

Sus mejillas volvieron a adquirir ese tono rosa y soltó una risita avergonzada. Le acaricié el cabello por el mero disfrute de verlo ponerse todavía más rojo. Era precioso.

—Dos semanas, quizá.

—¿Y si aparte de eso, estudias muy bien la composición de la obra?

—¿Un mes?

—Perfecto. —Volví a ponerme tan nervioso como al principio. Regresé al sofá y comencé a sacar la comida. Solo esperaba no ofenderlo con lo que iba a proponerle. Le había dicho que me gustaban los atrevimientos de su parte y esperaba que fuera reciproco. Un par de semanas atrás ni siquiera hubiera pensado hacer algo así—. Escucha, sé que mi fuerte es la literatura de horror, pero soy muy fan de los clásicos y mi editorial básicamente me obligó a asistir a una catedra en Madrid sobre el Quijote. Es un evento que durará una semana entera, donde muchos chicos acuden a recabar información dada por profesionales sobre Miguel de Cervantes y su obra… ¿Por qué no vienes conmigo? —pregunté como si estuviera diciendo cualquier cosa —Te pagaré el viaje —aclaré rápidamente.

•La vida es un libro [Eunhae]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora