Prólogo: una carta de admiración

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"Señor Lee, soy yo otra vez. Pido perdón de antemano porque sé que puedo resultar un poco fastidioso. Debe tener un costal lleno de mis cartas, si es que la gente de la editorial se las da. He escuchado que ya nadie hace esto, pero no me importa si estas líneas terminan en la basura. Mientras siga publicando libros yo estaré ahí para apoyarle.

Hoy compré "Sueños de media noche" en la librería del centro ¿Sabe que tienen un estante dedicado exclusivamente para usted? Es asombroso, está decorado con gigantografías de monstruos y esas cosas. Incluso he querido tomarme una foto ahí, pero tengo miedo de que los empleados puedan burlarse de mí. Mejor me limito a leer sus obras :)

Empezaré ese libro en cuanto termine "Caroline", lo cual ocurrirá muy pronto. Según mis cálculos acabaré dentro de una semana si sigo leyendo 50 páginas diarias.

Mis amigos dicen que se me van a salir los ojos por pasar tanto tiempo pegado a los libros, pero es que son tan interesantes. Además tengo que darme prisa si quiero terminar de leer todas sus obras.

Usted me lo pone un poco difícil haciendo libros de casi mil páginas, pero ¿a quién engaño? Adoro que sean tan extensos. Sé que los críticos dicen que usted se pasa tres pueblos y alarga las cosas sin sentido, pero yo creo que ellos no saben nada. Cada página aporta lo suyo a la historia, aunque de seguro sabe eso de sobra. Al fin y al cabo son sus creaciones.

Bueno, debo despedirme aquí, tengo que acabar mi tarea de la universidad :( y lo más probable es que usted esté muy ocupado ¿cierto?
¡Bye, bye señor Lee! Cuando termine "Coraline" volveré a escribirle para decirle qué tal me pareció.

Siga trabajando duro. Me hace muy feliz :3

Con respeto y amor, Lee Donghae n.n"

Hyukjae se frotó el mentón poblado con una barba desprolija de tres días. Sonrió y se llevó la taza de café a los labios.

Dejó la carta de Lee Donghae en el cajón donde guardaba las otras 237.
Algunos de sus amigos no dejaban de repetirle lo grosero que era por no contestar a ninguna de ellas, pero él no podía hacer mucho al respecto. Lee Donghae jamás ponía su dirección ni ningún otro dato. Al parecer iba personalmente a la editorial y entregaba las cartas, o eso le habían dicho los empleados.

Sin embargo, conocía algunas cosas de él porque el chico escribía sobre ellas. Sabía, por ejemplo, que era estudiante universitario en la carrera de literatura, que hacía teatro en sus tiempos libres y que a veces ayudaba en la cafetería de su tía. Pero nada más. El tipo era un hombre común y corriente.

Hyukjae muchas veces encontraba inspiración en sus lectores, pero, para ser sincero, en ciertas ocasiones la hallaba específicamente solo en él, como en ese momento.

Se levantó de la cama donde había estado postrado luego de un bloqueo creativo que duró tres días. Se acomodó el pantalón de pijama y abrió su computadora portátil. De inmediato le saltó un documento con 600 páginas ya escritas. Esa novela estaba a nada de ser terminada.
En las catacumbas de Medellín era el título que eligió.

En cuanto fuera publicada cogería un tomo y lo firmaría, lo dejaría con el personal de la editorial y daría estrictas órdenes de ser entregado al chico que dejaba cartas cada mes. Esa era su secreta intención. Creía que sería un perfecto intercambio, aunque Lee Donghae merecía (a su parecer) una colección completa de sus más grandes éxitos. Y lo hubiera hecho, se la hubiera regalado, pero desistió de la idea porque el chico probablemente ya la tenía.

En fin, se puso a escribir el final de su nueva novela, pues los siguientes días estaría ocupado en entrevistas y un evento de firmas para el libro Sueños de media noche que acababa de ser lanzado un mes atrás.

•La vida es un libro [Eunhae]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora