CAPÍTULO 7

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Hürrem

—Mustafá—menciona la voz de mahidevran a nuestras espaldas, doy un respiro de cansancio y su majestad y yo volteamos para verla.

—como puede traer a mi hijo con una esclava como esta su majestad—se queja mahidevran.

—te recuerdo que yo puedo decidir con quien esta Mustafá y con quien no. Hürrem no es una esclava, es mi favorita, y Mustafá la quiere. ¿Que problema puede haber?—dice su majestad con un tono de voz fría y la mira de la misma manera, con frialdad.

—Mustafá ven aquí va...

—el se queda mahidevran, el no irá contigo, se muy bien que le hablaste de mal manera sin justificación, el mismo me lo contó—interrumpe su majestad y le recuerda lo que ella hizo.

—pero su majestad no puede hacer eso—menciona mahidevran con una voz de súplica.—Mustafá necesita estar con su madre.

—ya te lo dije, no irá contigo.

—es tu culpa no es asi—dice mahidevran refiriéndose a mi.—tu estas poniendo a su majestad en mi contra.

—lo único que hice fue confirmar lo que el pequeño príncipe dijo mahidevran, no necesito hablar mal de ti, tu misma te haces conocer como eres por tus actos, no me culpes de lo que tu haces—respondo.

—no sabes de lo que hablas, eres una simple esclava, no eres nadie.

—mahidevran—su majestad habla en un tono enojado y duro.—ya te lo dije, no puedes menos presiar a hürrem, no eres quien para hablarle así a mi favorita.

—pero ella si puede responderme de esa manera, ella debería saber que soy una sultana—dice mahidevran alzando un poco el tono de voz.

—cuida el como me hablas, frente a ti tienes a un sultán, no a cualquier persona, recuerda que tu vida y tu futuro dependen de mi. Hürrem nos vamos.

Tomo a Mustafá de la mano y nos vamos. Mahidevran no hace nada, sabe que su majestad se enojaria mucho más si ella se opone.

(...)

Mustafá se había quedado con la madre sultana, fue orden de su majestad.

Yo regrese al harem ya que le dije a su majestad que tendría que prepararme para esta noche, el me regalo una sonrisa y accedió.

Al estar en el harem todas hablan sobre lo que paso en mis aposentos, vaya que se escuchó.

—aunque sea uno de los temas que más se hable, siguen todos los comentarios referentes a ti—comenta nurjan.

—supongo que es lo único que te distrae aquí, bueno al menos para ellas—respondo.

—créeme que si, la vida aquí es aburrida, bueno no para ti supongo—dijo sonriendo y eso me iso reír un poco.

—en eso tienes razón, cada día las cosas son más interesantes—aseguro.— Pero bueno es hora de irme alistar para su majestad.

—que suerte tienes. Bien te esperaré aquí para ayudarte alistar.

Asiento y voy directo a los baños, necesito relajarme un poco y el baño ayudará, y claro también por que iré a los aposentos de süleyman.

Al llegar me encuentro con una que otra de las esclavas que datan a disposición de las sultanas, supongo que están aquí por que siempre tienen que estar presentables.

Empiezo a vertir agua sobre mis piernas, y después sobre todo mi cuerpo.

Siento como todo queda de prontamente en silencio y escucho los pasos de las jóvenes saliendo. No presto atención y sigo en lo que estaba haciendo.

Los pasos siguen pero ahora se dirigen hacia mi y cada vez se sienten más y más cerca.

—no debiste meterte con la sultana mahidevran—susurra una mujer en mi oído y empieza a sumergirme el el agua que está frente a mi.

Al estar dentro trato de no asustarme para que mi oxigeno dure un poco más, sin embargo no pasa mucho tiempo hasta empiezo a necesitar respirar.

Pongo mis manos a los costados como sostenimiento y hago fuerza haciendo que mi cabeza salga del agua, sin embargo no pasa mucho hasta que la mujer vuelve a sumergirme, tome un poco de aire pero no fue suficiente y siento que mi cabeza empieza a doler por la falta de oxígeno.

—¡que es lo que haces mujer!—escucho la voz de firial un tanto alejada gracias al agua.

Siento como las manos de la mujer me sueltan y yo de inmediato sacó mi cabeza del agua.

Al salir doy respiraciones aceleradas intentando recuperar el aire.

Algunos agas entran a los baños y sostienen a la mujer.

—¿estas bien?—pregunta firial.

Asiento, estaba muy agitada y no podía hablar aún.

—bien, vamos—me dice firial, yo me levanto con su ayuda, ella me pone algo que me cubre más y salimos de los baños.

Nos dirigimos al harem sin embargo yo aún estoy nerviosa y con ganas de llorar, sin embargo no me gusta mostrar la debilidad ante nadie, por lo menos no ante las mujeres del harem.

Sin embargo mi cuerpo tiembla y eso no lo puedo controlar.

Al llegar al harem todas me miran con curiosidad, no presto atención a esto y sigo caminando, subo las escaleras dirigiendo me al pasillo de favoritas.

Llego a mis aposentos y entro con mi mirada casi perdida, tal vez eran los nervios de lo que me provocó el suceso que acaba de pasar.

—¿hürrem que te paso?—pregunta nurjan un tanto preocupada, ella estaba en mis aposentos ya que le había dicho a firial que ella podía estar aquí sin ningún problema.

—intentaron acecinarla en los baños—habla firial por mi, supongo que ella sabe en el estado en el cual me encuentro.

—qui-quiero ir con su majestad—digo con mi voz un tanto temblorosa, sin embargo trato de mantenerme firme.

—bien, vístete y iremos—dice firial, yo asiento y ellas salen de mis aposentos.

(...)

Después de haberme vestido ahora me dirigía a los aposentos de su majestad, iba nerviosa y aún con temblor en mi cuerpo, pues también tengo frío.

Solo deseaba estar en los brazos de su majestad.

Al llegar frente a los aposentos los agas me dejan entrar, al parecer su majestad le dio la orden de que así lo hicieran.

Entro y su majestad me recibe con una sonrisa.

—süleyman—digo corriendo hacia el y abrazando lo.

Un sollozo sale de mi cuando mi rostro está apegado contra su pecho.

—¿hürrem que pasa?—süleyman pregunta preocupado y me aleja de su pecho. El toma mi rostro en sus manos y su cara de preocupación es notable.

—intentaron—hago una pausa gracias a que mi voz es temblorosa.—intentaron matarme en los baños—digo y una lágrima baja por mis mejillas, su majestad la limpia de inmediato.

—quien fue hürrem, dime quien se atrevió a intentar matarte.

—fue una esclava—digo aún nerviosa.

—sabes para quien trabaja, si lo sabes dime quien es hürrem, dímelo y lo pagará muy caro.

—si lo se, la...esclava me lo dijo, dijo que no tuve que averme metido con mahidevran...

EL AMOR MÁS GRANDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora