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El chico de ojos safiros despertó desorientado, sobresaltandose al notar que no estaba en su habitación, relajándose al instante al notar que estaba en su local, miro por las ventanas de este, notando que ya había oscurecido , ya no habían rayos de sol que iluminarán su camino, solo había oscuridad, levantándose resignado camino a buscar su abrigo, hasta que noto una presencia más en la habitación, temblando se encaminó al interruptor de luz para luego prender está, sintiéndose aliviado ala notar que era el shiba menor quien estaba ahí, sonriendo de manera cálida se encaminó a despertarlo, agutandolo de manera suave, teniendo un tacto delicado.
El shiba se despertó, teniendo de primera vista a un ángel de sonrisa cálida, se sentó en su lugar y con sus largos brazos envolvió la cintura ajena, apoyando su cabeza en el abdomen bajo del chico, quien acarició sus cabellos de manera suave.

—Hakkai , muchas gracias por velar para mí, descanse muy bien gracias a tus cuidados, es hora de que tú descanses ¿Si? Te lo mereces— le dijo con un tono acojedor mientras pasaba sus caricias al cuello ajeno para luego los hombros, masajeando levemente para destensar la zona, sintiendo lastima al notar lo tenso que estaban sus músculos, pobrecito era lo que pensaba el hanagaki, quien tomo una manta para envolver al más alto en esta, lo iba a cuidar bien, sentía que el más alto se lo merecía.
Por otro lado hakkai estaba en el cielo, sintiendo el suave tacto y encantador aroma del más bajo, escuchando su melodiosa voz, siendo consciente de su corazón, como este palpitaba de una manera suave y continúa, como si estuviera muy relajado y seguro de su mismo, inconscientemente apretó su agarre en la cinturita ajena, causando que el chico respingara en su lugar, y soltará un suave jadeo de sorpresa, de alguna forma hakkai quería escuchar más de esos soniditos, así que sin pensarlo mucho mordió por sobre la ropa el abdomen ajeno, causando otra vez ese sonido bonito como el le decía, siguió con su misión y empezó a repartir caricias en la cadera y cintura ajena, al mismo tiempo que mordía, sintiendo la gloria al escuchar los jadeos del hanagaki, quien se dejaba hacer al notar que los hombros ajenos empezaron a soltar la tensión, y si...? No! El más bajo nego con la cabeza, no podía tener ese tipo de pensamientos "sucios" cuando el otro le está abrazando cerca de esa zona, no le gustaría que lo descubrieran siendo un hormonal teniendo más de veinte años.
Las caricias en la cabeza del shiba se detuvieron a causa de que takemichi se puso a pensar tonteras como el lo llamaría, haciendo que el peliazul se asustara, tal vez tomo mucha confianza con el chico, pero al alzar su mirada se sorprendió para luego sonreír ladino al notar que el pobre chico estaba muy sonrojado y que su respiración estaba irregular. Acarició las caderas ajenas para luego levantarse aún manteniendo el agarre en el cuerpo más pequeño, cuerpo cuál guío hacía el otro sofá, sentándose el con el cuerpo más pequeño sobre el, disfrutando la sensación de cercanía empezó a dejar besos en el cuello del pelinegro, quien inconscientemente ladeó su cabeza dándole más acceso al shiba de hacer lo que deseara, soltando gemidos de vez en cuando al sentir mordidas y succiones fuertes cada cierto tiempo. Se sentía como un objeto de satisfacción, de alguna manera eso le gustaba, más si sentía que el otro estaba contento por así decirlo, queriendo llegar a más, el hanagaki se acercó lentamente al rostro ajeno y de manera delicada ubico su mano en la mejilla ajena, sintiendo la piel áspera y dañada bajo su tacto, más no le molestaba sentirla, de alguna manera le gustaba la dicotomía de sus pieles. La distancia entre los dos fue cerrada por el más alto, quien no dudo en devorar la boca ajena como si de un manjar se tratase, jugando con el labio inferior queriendo saborear , manoseando el cuerpo ajeno deseando más, se sentía en el paraíso, y si el shiba estaba así , ni hablar sobre como se sentía el azabache, este se sentía tan delicado y sensible, podría derretirse con los labios gruesos y bonitos de hakkai.

Pasaron minutos besandose y manoseando se, los minutos pasarán a una hora y una hora paso a cuatro, no podían separarse, sentian sed por los labios ajenos, como si estuvieran en un desierto y que cada vez que sus labios se encuentran ingieren un sorbo de agua. El hanagaki estaba sentado de tal manera que ambos miembros se rosaban cada vez que acortaban la distancia entre sus cuerpos, resfregando sus cuerpos como si estuvieran en celo, soltando gemidos cada vez que sentian que un punto sensible era tocado, estuvieron así por un tiempo, hasta que el hanagaki sentía que no podía más, estaba desesperado, pero iba a frenar las cosas , quería ir lento con este chico, aun no era momento de meterse entre sus piernas.

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