𝐁𝐮𝐧𝐠𝐨𝐮 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐲 𝐃𝐨𝐠𝐬 𝐓𝐡𝐞 𝐭𝐲𝐩𝐞 𝐨𝐟

Port Mafia

Advertencias: Ninguna.

Una mafiosa miedosa.
~•~

Akutagawa:

No necesita compañía, rechaza hasta la de Higuchi. Por órdenes del mismo jefe fue que terminó contigo. La estratega que a su corta edad logró concretar un golpe contra una organización extranjera.

Quizá Mori olvidó algo importante...

—¡Una serpiente!— te aferraste a su brazo, pero no era tierno como algunos pensarían, encajaste tus uñas en su abrigo.

—¡No me toques!— te dió un empujón para marcar una distancia—. Solo ignorala.

El ruido de un animal en la penumbra de la noche te hizo correr detrás de él.

—¡¿Qué demonios te pasa?!— te mataría, lo cual te asustó más.

—Perdón— lágrima tras lágrima lo irritó, pero no podía dejarte ahí.

Al final te sostuvo con Rashomon para que no fueras presa fácil para los animales y no terminaras rodando por el piso. De todas formas tú eras la estratega y no debías hacer nada físico.

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Chuuya:

El jefe pidió que usaran sus cupones de descuento para las aguas termales con las que tenía un convenio. Claro que los únicos libres eran unos cuantos. Lagarto negro, Higuchi, Akutagawa, Chuuya y tú.

El baño resultó agradable, aunque los gritos de Higuchi en compañía de sus intentos de ayudar a el perro de la mafia terminaron hartando a todos, lo que provocó que Gin la noqueara. Era sorprendente lo bien que podían llevarse, hasta el punto de beber un poco.

De un momento a otro Tachihara propuso contar historias de miedo. Trataste de huir pero al igual que Chuuya le ordenó a Ryunosuke que se bañara, lo hizo contigo. "Es una orden ejecutiva" mierda, no podías negarte a eso.

Terminaste escuchando historias de miedo de algunos compañeros, realmente la que si logro hacer algo en tí fue la de Akutagawa. "La bruja del barrio mortero", podías orinarte ahí mismo.

Cuando terminaron, te pusiste de pie y caminaste a la puerta. Para tu mala suerte todo estaba oscuro, aún así te armaste de valor para correr, en algún punto cerraste los ojos como si eso fuera a mejorarlo.

—Oye— la voz de Chuuya te hizo jadear—. ¿Qué demonios te pasa? Estás pálida.

—Me dan miedo las historias así. Es algo infantil pero desde siempre he sido fácil de asustar.

—Ven, te invito a tomar algo, así no estarás sola— sostuvo tu muñeca para sacarte del pasillo—. ¿Por qué sigues temblando?.

—Usted me asusta, pero me gusta.

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Hirotsu:

—Será una misión sencilla— explicaba el hombre—. Solo salte, Tachihara estará esperando abajo.

Usurparon documentos del gobierno. Gin estaba cuidando la puerta de la azotea pues tú decidiste llevar el sobre. Bueno, ya era tarde para admitir tu miedo a las alturas.

—Señor, esto es muy alto.

—Bueno, ya que Gin está ocupada, solo queda usted porque su reputación la precede— se aseguró que el paracaídas estuviera bien ajustado—. Salte.

—Me dan miedo las alturas— tironeaste de su bufanda evitando ver a bajo—. Hago cualquier cosa menos esto...mejor mandé a Gin.

—¿Y me lo dice ahora?— suspiró tomando tus hombros para inmovilizarte—. Escuché, solo debe jalar el cordón verde. Si no quiere hacerlo no la obligaré...

—Gracias, por eso lo quiero mucho— fuiste arrojada por el anciano—. ¡Lo odio!.

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Tachihara:

El pelirrojo paseaba por las instalaciones durante su descanso. Asomó la cabeza por la puerta del almacén donde solían comer juntos y te vió tan perdida en tu mundo que solo quiso molestarte.

Se deslizó silenciosamente por la bodega, mientras tú seguías jugando algo parecido a Candy Crush. Al estar detrás de tí, apretó tus hombros.

—¡¿Qué estás haciendo?!— te desmayaste por lo que tuvo que sostener tu cuerpo—. ¿Sigues viva?.

Desde ese momento este chico encontró una nueva diversión otorgada por tus expresiones al asustarte, y plasmó cada una en sus cerebro.

Tachihara disfruta mucho hacerte gritar. Claro que después de un preinfarto se detiene.

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Gin:

Si bien no le importaba que fueras algo miedosa al momento de intercambiar tiros con organizaciones rivales jamás entendió algo, ¿Cómo terminaste en la mafia?.

Odias los ruidos fuertes, te desmayaste una vez que viste sangre y aún así eras la primera al frente de batalla. Claro que Tachihara terminaba llevandote por los problemas que dabas.

—La jefa se volvió a desmayar— aclaró Tachihara después de asustarte con una máscara de payaso—. Es algo...bueno, ella no está hecha para esto.

—La habilidad de la señorita es muy útil, pero su falta de tolerancia hacía la violencia es problemático— agrego el anciano.

Gin hace todo lo posible para cubrir tus oídos, cuidar tus pasos y defenderte de las bromas hechas por Tachihara. Gin te cuida sin que te des cuenta.

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Mori:

—¿Por qué me evitas, _____?— te miraba desde su escritorio, toda temblorosa y con esa expresión indescifrable.

—Es una equivocación, jefe.

—Mírate, hasta te cuesta trabajo hablar— no estaba molesto, en realidad no le importaba si no asistías a las juntas, pero había algo divertido en molestarte.

—Es porque estoy enferma de la garganta— decir que estarías dispuesta a saltar de su ventana era verdad—. ¿Puedo irme?.

—No, querida— sonrió mientras se ponía de pie y se deslizaba como una serpiente hasta quedar enfrente de tí—. ¿Me tienes miedo?.

—No, claro que no, jefe— el hombre notó tus emociones, ahora estarías encadenada a una tortura terrible.

—De verdad estás asustada...podría dejarlo pasar pero mi empleada no puede desempeñar bien su trabajo por mi culpa— fingió empatía—. Pasemos más tiempo juntos para que superes ese miedo. Empecemos ahora.

Si, la peor de las torturas.

¿Cuál es el miedo más "tonto" que tienen?

El mío son las brujas (la idea más famosa de ellas) las viejecitas que comen bebés y vuelan en una escoba. Es una mamada, pero me asusta.