Verónica Adams tuvo una infancia terrible, una adolescencia problemática y una adultez que iba por el mismo camino; pero los tiene a ellos, sus dos hijos. Un par de gemelos muy inteligentes y divertidos.
Sin embargo, no pensó que él llegaría a poner...
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_ Seis años después
Seco el sudor que corre por mi frente y salgo de la pequeña cocina en el que he trabajado los últimos seis años. La pareja que me dio asilo en su casa, han sido muy buenos conmigo. Me cuidaron y me dieron un trabajo cuando más lo necesite.
No cobro demasiado, ya que ellos no pueden pagarme mucho, pero los últimos meses la paga ha aumentado gracias al aumento de personas que vienen a comprar mis postres, con ese dinero he podido mantener a mis dos angelitos.
Unos dos meses después de conocer a los Sánchez, me enteré de que estaba embarazada. No basta con decir que fue una noticia que me dejo un poco sacada de onda, pero estaba feliz, siempre tendría a este bebe conmigo. Sorpresa fue cuando nos enteramos de que eran dos, eso hizo que mi alegría se multiplicara.
—Verónica, los señores Young quieren hablar contigo —me dice Alina, la dueña del restaurante y casi una madre para mí.
—Voy enseguida —le sonrió, me sacudo la harina de la ropa y camino hacia las mesas —buenas tardes, señores Young —saludo con una sonrisa en la cara, ellos han sido unos clientes fijos desde que empecé a hacer los postres.
Son una pareja que lleva más de 30 años de casados, hace mucho tiempo soñaba con algo así, pero mis sueños murieron ese día, ahora con 24 años y con dos hijos a los que quiero con mi vida, he madurado.
—Hola querida —me saluda el señor Young —solo queríamos felicitarte por el nuevo pastel, está delicioso como todo lo que haces —me sonrojo, hace unas semanas decidí hacer pasteles para vender por encargos, pero también para venderlos en rodajas en el restaurante, hasta ahora he tenido muchos encargos.
—Gracias lo aprecio mucho —les sonrió.
—Espero que no te hallamos interrumpido —dice la señora y niego.
—Para nada, estaba terminando para ir por los niños a la escuela —digo.
—Bueno, entonces no te atrasamos más —dice el señor —salúdanos a los gemelos —asiento y me despido.
—Alina iré por los niños —me acerco al mostrador para avisarle, ella asiente —deje unos rollos de canela en el horno.
—Yo los bajo —sonríe —nos vemos en un rato —se despide y se gira para atender a un cliente.
Salgo del pequeño restaurante y camino en dirección a la escuela, que gracias a los cielos solo está a unos veinte minutos de caminando, lo que es muy bueno, ya que me mantengo en forma después de comerme muchos de los dulces que hago, que voy a hacer soy fan de los dulces.
Al llegar a la escuela saludo a la maestra que está de guardia en la puerta y entro hacia el parque donde los niños esperan a sus padres.
—Mamá —gritan mis dos ángeles corriendo hacia mí, los abrazo y les beso toda la cara.
