Capitulo VI

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Cuando desperté ya no estaba en el hospital, estaba en mi cama, tapada y calentita aunque afuera hacía calor.

La primera persona que vi, estaba sentada en los pies de mi cama, silenciosa, adormilada. Sus mechones rubios tapaban sus ojos que estaban mirando fijamente el suelo.

-          ¿Frank? - mencioné su nombre.

-          ¡Zaira! – me dijo alegremente – no sabía cuándo ibas a despertar, casi me duermo esperándote.

 Antes de que yo pudiera decirle algo, se levantó y salió de la habitación sonriendo. Al poco tiempo Baldo vino a verme, pero no estaba feliz como Frank. Su cara me devolvió al mundo real, algo había pasado y mi tío estaba triste, muy triste.

-          Zaira... - me dijo sin poder levantar la vista.

-          ¿Y Lancelot? ¿qué paso? ¿porque me duele la cabeza? No entiendo nada...

-          Zaira, déjame hablar... - me dijo con una voz apagada. – Tres hombres entraron al club... te golpearon porque querían hacer una distracción...uno de esos hombres descubrió los establos y cruelmente hizo que los establos se incendiaran...

 No podía creer lo que estaba pasando, por un momento creí que era solo mi imaginación, que estaba delirando pero vi algo en los ojos de mi tío que me hicieron creer que no estaba en un sueño.

-          Un caballo no pudo evitar las llamas y quedó atrapado y envuelto en ellas, y antes de que pudieran venir los bomberos, ya había murto...- me contó trabándose y quedando pensativo en todo lo que decía.- Buttercandy solo se quemó un poco la cola y las crines, pero eso no fue grave...

 Luego de esa palabra, quedé sorda de alma y no pude aguantar lo que seguía diciendo mi tío. Me desmayé.

-          ¡Lancelot! ¡Lancelot! - grité desesperada y me levanté de golpe de mi cama, para salir corriendo de allí.

 Bajé las escaleras lo más rápido que podía pero me seguían doliendo las rodillas de la caída. La cabeza me estallaba, no podía sentirme peor, pero tenía que comprobar lo sucedido.

 Empujé la puerta con brutalidad, sin ni siquiera abrir la cerradura, para poder llegar a los establos.

 Carbón, madera quemada y hierro fundido. Olía mal, podría estar pisando las cenizas del caballo que murió. Busqué el box en el que estaba Lancelot y vi mi libro (o lo que quedaba de él) quemado e ilegible.

 Salí afuera, donde estaba la pista en la que estaban los caballos porque no tenían otro lugar, pero algo recordé.


Este capítulo es muy corto pero el que viene, se viene con todas las ganas de teclear palabras. Tengo muchas ideas para lo que sigue. Voten!

Lancelot -caballo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora