Capitulo II

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- y... ¿Cómo la pasaste en el traslado de tu vieja casa hasta aquí?-y sin pensarlo respondí - ¡Claro que te debe haber gustado!, ver todos los árboles pasar tan rápido, y hasta algún auto o camión debe haber pasado por allí...

Mi mente volaba y hablaba con Lancelot sin que él dijera una sola palabra. Y claro, si hubiera dicho una palabra, yo misma me hubiera matado alli mismo.

- Eres mejor que mis amigas de la ciudad, ellas ni siquiera me dejan hablar... dicen que hablo mucho... ¿pero no es así verdad?

Lancelot escuchaba, movía la cabeza y de vez en cuando relinchaba.

-Ohh, Lancelot, que suerte que estás aquí, ya me aburría demasiado sola.- dije silenciosa, con miedo a que el tío Baldo me escuchara.- ¿Qué tal si te hago compañía esta noche? Te puedo leer algo si quieres.

Así que empecé a leer mi libro de cuentos mitológicos. Me desperté a la mañana siguiente, dentro del box de mi caballo. Me dolía la espalda ya que me dormí encima de mi libro.

- ¡Lancelot, despierta!-dije, pero no sirvió mucho ya que él ya estaba despierto.

- Me quedé dormida aquí, ¿Cómo no me despertaste caballito?

Me levanté y salí del box. Me miré en un espejo que había allí.

- ¡AHH! ¡UN MOUNSTRO!- grité mirando mi reflejo

Estaba totalmente despeinada, con aserrín en el pelo y la ropa sucia. Entré en la cocina, esperando el desayuno servido, como siempre me lo sirve el tío, pero en lugar de eso, había muchos chicos y chicas.

Eran más o menos dos chicos y tres chicas. De mi edad. ¡Pero cómo no me acordé! Hoy empieza el club de invierno en el hípico. El club que organiza mi tío, es como un campamento en el que los alojados se quedan dos temporadas (verano e invierno), te dan una habitación con tus compañeros y clases particulares de equitación. De vez en cuando hay una competencia contra otros clubes.

Hoy empezaba el club de verano-invierno "El Principio del Fin"

- Hola, que linda te ves -dijo una de las chicas, en forma sarcástica, claro.

Todos se reían. Pasé caminando hasta mi habitación sin ni siquiera escuchar las risas de los demás

- Ohh, Lancelot, ¿Cómo no me avisaste que hoy era el campamento?-dije en voz alta.

- ¡Pero que tonta soy! Si Lancelot ni siquiera sabía que existía el campamento- me dije.

Me metí en el cuarto de baño. Es un cuarto que tiene muchas duchas, para el campamento. Luego de bañarme, me cambié, muy presentable, ya que siempre en los anteriores campamentos pasaba vergüenza por mi ropa.

Me miré en el espejo. Estaba arreglada y linda. Me recogí el pelo. Casi que no parecía yo, en comparación con esta mañana.

Bajé al comedor. No había nadie.

- Bueno, mejor voy a ver a Lancelot. - pensé, si no están, ¿porqué he de buscarlos yo?

Fui a los establos y ellos estaban allí y me miraban, pero respetándome, no como esta mañana, que me miraban como si fuera un animal mutante. Un silencio incomodo inhundó los boxes.

Lancelot -caballo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora