Capítulo VIII

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*Toc toc toc*

         -        Ocupado, ya salgo...- respondí a la llamada de la puerta.

 Sin que diera el permiso, Frank entró, se había dado cuenta de que necesitaba compañía.


Caminó entre el prado de pañuelos usados, intentando alejar los que estaban cerca mío y se sentó a mi lado, en la esquina que yo me había sentado a la mañana. Estábamos apretados, pero ni a mí ni a él parecía importarle.


-          Te salteaste la comida... te traje un sándwich – me dijo mostrándome un sándwich de miga que estaba en un plato.


-          Gracias, pero no tengo hambre. – le respondí ocultando mi cara, que seguía roja e hinchada.


-          Tal vez lo que necesitas es ir a dar una vuelta. – me dijo levantándose y ofreciéndome su mano para ayudarme.


 Si necesitaba salir de ese baño, no podía quedarme todo el tiempo sentada allí llorando sin hacer nada. Me levanté ayudándome de su mano y sin soltarme de él, me guio hasta afuera.


 Me llevó hacia afuera, Laila y Denia estaban haciendo la clase, por supuesto para superar a los demás. Pasamos por el lado de la pista, ni siquiera intentando disimular, lo que parece que no le agradó a Laila, porque al verme pasar por allí de la mano de Frank, enfureció y se acercó hacia nosotros.


 Antes de que pudiera alcanzarnos, Frank me llevó por un camino más estrecho, en el que un caballo no podía pasar. El césped nos llegaba hasta las rodillas y estaba lleno de pequeñas flores amarillas y naranjas.


Ese lugar era hermoso, seguimos caminando y terminamos parados en el borde de un precipicio, la vista era increíble y se podía ver todo el bosque desde allí. Era gigante, tanto que casi no se podía distinguir donde terminaba. Era el momento en el que las nubes se ponían sonrojadas por las caricias de los últimos rayos del sol.


 Nos sentamos y ninguno de los dos habló hasta que el sol se ocultó detrás de la montaña que rodeaba el pueblo.


Cuando estaba por decirle que ya era tarde para quedarnos allí, sus labios se acercaron a los míos y el roce era tan suave que me dejé llevar. Me había besado. Sus ojos brillaban y la luna era lo único que nos alumbraba.


-          Ahora sí, vamos... - me dijo intentando suprimir una sonrisa. Me mordí el labio para evitar decir algo estúpido al frente de él - ¿Qué pasa?


-          Nada, ¡vamos! – me levanté corriendo y riéndome, seguí el camino estrecho y lleno de hojas otoñales, esperando a que él me persiguiera. ¿qué me estaba pasando? No podía estar enamorada de él.


 Me alcanzo, como lo tenía previsto y me abrazó por detrás para que no siguiera corriendo, me escapé de sus brazos y me subí a él como si fuera un caballo.

Así siguió caminando hasta que el camino se terminó y me bajó de su espalda.


Caminamos por la arena de la pista, pasando por algunas vallas que estaban bajas. Parecíamos unos niños tontos, jugando entre las vallas a saltar como caballos.


Era tan agradable estar con él, en tan solo unas semanas lo había conocido lo suficiente para saber que era un rompecorazones, un maldito rompecorazones.


 Entramos en la cocina, olía bien y ya tenía un poco más de apetito. En el comedor estaba la cena servida, y mi tío estaba sentado gritándoles a los demás que ya era hora de comer.


Baldo me sonrió al ver que ya estaba de humor y yo le devolví una sonrisa. Frank separó la silla de la mesa, como un caballero, y me invitó a sentarme, luego él se sentó a mi lado.


En la mesa había una bandeja con pollo al horno así que me serví una pata y comí tranquilamente hasta saciarme.


Bueno, aquí esta el capítulo prometido, el siguiente capitulo lo subo cuando hayan 8 votos!! Ayudenme a conseguirlos! Les está gustando? Besoss :) AVISOOO! El proximo capítulo prometo hacerlo más largo!


Lancelot -caballo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora