Capitulo IV

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Mi caballo me entendía, me escuchaba, creo que en ese momento ya éramos mejores amigos.

Como era temprano todavía, quise salir a dar un paseo con mi nuevo caballo.   Busqué la empolvada silla de montar de mi tío y lo ensillé.

-          Bueno, es mi primera vez que subo a este caballo, tengo que estar tranquila...- me dije

 Lo llevé fuera de los boxes. Lo contemplé (era una perfección de carne y hueso) y decidí subirme.

Puse mi pie en un estribo (casi nunca monto con silla y todo eso, y creo que por eso me había olvidado como se subía) hice fuerza y me quedé suspendida en el aire, pasé la pierna por el otro lado y... ¿y la cabeza?  Me había subido al revés, ¡cómo puedo ser tan torpe! No me voy a bajar, me voy a dar vuelta.

Cuando logré sentarme bien, me acomodé y empecé a caminar. Tenía un lindo paso, así que lo hice trotar. Trotaba muy tranquilo así que quise galopar, lo golpeé con mis talones y yo esperaba que salga galopando pero en lugar de eso se quedó quieto.

-          Lancelot, ¿estás enojado?

 El caballo miró hacia atrás, donde me encontraba yo, y resopló con fuerza. Pateaba bruscamente el suelo con su mano derecha, como un toro, y salió al galope más rápido de lo que yo me hubiera imaginado.

Casi me caigo hacia atrás, pero logré mantenerme sobre la silla. Mientras intentaba recobrar el equilibrio, siento el sonido del cuero, cortándose.

 Yo estaba desesperada por saber de dónde venía hasta que de un momento a otro la silla voló hacia mis espaldas, la cincha se había cortado. Lancelot no paraba de galopar y ya casi se acababa el prado, ya se veía la cerca que separaba el hípico del pueblo.

La cerca podía medir con seguridad 1,20m y yo ya estaba segura de que no iba a pasarla. Como yo esperaba dobló hacia la esquina de la cerca, donde empezaba un muro de ladrillos que era bastante alto.

-          ¡Lancelot quieto! ¡tranquilo!- le grité

 Lancelot no paraba. Es más, aumentaba la velocidad e iba directo contra el muro. Ya casi no quedaba nada para estrellarnos contra todos los ladrillos rojos. Como supuse que íbamos a chocarnos, me sujeté muy fuere de sus crines canela y cerré los ojos esperando dolor, pero en lugar de eso, sentí que volaba y abrí los ojos.

El tiempo paró. Me sentí increíble, ¡estábamos saltando el gran muro de ladrillos! Pero luego bajamos a tierra y también sentí el impacto contra el suelo.

 Vi cómo se levantaba una pared de tierra sobre mí. Sentía un dolor agudo, como si espinas me estuvieran entrando en las rodillas y en las manos.

Me levanté apoyándome con la espalda en los ladrillos, porque me ardían las manos, me quemaban.

-          Solo es un pequeño raspón...- me dije intentando disimular la sangre que recorría mis piernas y mis manos.

 Cuando logre mantenerme de pie, empecé a caminar hacia la casa. Dos kilómetros. Mucho dolor. Vi como mi caballo galopaba como si un asesino lo persiguiera. A los pocos segundos se alejó tanto que no lo pude ver.

 No quería volver para que se rieran de mí, y me senté en el muro, que por lo que veía era muy largo. Mi ropa tenia manchas de tierra y sangre, y sentía un sabor a metal en la boca. Tenía una uña partida y los brazos llenos de moretones. ¿Tan fuerte fue la caída? Miré hacia arriba y me encontré con el cielo azul y una larga fila de ladrillos rojos, como mi sangre. Era alto, y lo bastante como para hacerse el daño que me hice.

 Pasó el tiempo y la sangre paró de salir, se me secó. Me levanté y caminé por el sendero. Con mi mano izquierda iba rozando el muro.

Camine una media hora hasta que decidí parar a observar una pequeña cajita que estaba escondida en un hueco del muro.

La cajita no media mucho, era como un ladrillo exactamente, ya que ocupaba el mismo espacio. Intenté sacarla, pero estaba muy apretada contra los ladrillos que la rodeaban. Busqué una rama de un árbol e hice palanca para sacarla. Y la logra sacar. Estaba forrada de cuero marrón desgastado y rallado por los ladrillos. En la tapa tenía una cosa escrita, que no se entendía, y un retrato de alguna señora, que estaba bastante arreglada, con un peinado alto y muy difícil de hacer. No tenía candado ni nada que me prohibiera abrirla. Lentamente quise levantar la tapa, para descubrir que cosa podría estar allí.

Sigo o no con la novela? Siento que estoy escribiendo para mi sola  así que necesito q me den esperanzas  :)

Lancelot -caballo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora