Capítulo 02

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Doyoung no fue a dormir al departamento a esa noche.

Tampoco me llamó, supuse que se habría quedado en casa de jeno, esa que compartía con donghyuk y Mark desde que el mismo había entrado a la universidad. Yo apenas y pude dormir un par de horas, repasando una y otra vez lo ocurrido esa tarde. Las palabras del mayor, la forma que me había mirado, el roce de sus labios. Era tan extraño, doyoung no parecía el tipo de persona que se enamoraría de alguien tan inestable como yo, añadido que ni siquiera sabía si era gay.

Y se suponía que era mi mejor amigo, ¿alguna vez me había preocupado en saber si le gustaba alguien? En estos últimos años de amistad, ¿le había preguntado siquiera una vez por su vida? Me parecia que no. Todo giraba generalmente alrededor de mi. ¡pero el nunca se había quejado!, no era como si doyoung fuese ese tipo de personas que sabían dejar correr las cosas.

Me levanté sin esperar que sonase la alarma, tenia una doble clase a las nueve. Y no quería llegar tarde, sobre todo por que compartiría esa clase con taeyong.

Me desanime un poco al saber que se había reconciliado con yuta el día anterior. Mi amigo peli rosa gritando de la emoción al cuando el otro le había regalado un enorme globo en forma de corazón, frente a la mitad de los alumnos, importandole muy poco que los mirasen.

Me di un rápido baño, echándome un leve vistazo en el espejo. Los días en que me deprimia era cuando menos ganas de ejecitarme tenía, pero sabía que no podía romper mi régimen. Aun si por ese día lo dejaría, no iría a correr como todas las mañanas y no me pasaría en la tarde por el gimnasio. Recordaba a jeno preguntándome como podía hacer y además cumplir con mis hiras de clases. Y era el mismo no parecía darse abasto con su propia carrera, y por eso que no era muy diferentes entre si, tanto como la medicina (mi carrera) como el derecho  (la suya) exigía un alto grado de concentración y esfuerzo. Casi podía envidiar a doyoung que estudiaba letras.

Doyoung...

En sólo pensar en mi amigo me hizo sentir incómodo.

Pase una mirada por el refrigerador, vacío en su mayoría, tendríamos que hacer las compras pronto. Al final me conforme con un vaso de jugo, de limón ya que ni siquiera teníamos naranjas.

En esas estaba cuando escuché la puerta abrirse. Me tense un poco, sabiendo quien era.

—¿Jaehyun? —llamó la voz de doyoung. Mi mano se ciñó con fuerza al vaso de vidrio durante un segundo antes de que mi amigo entrarase en la pequeña cocina.

—Ahh, hola doyoung —dije, fingiendo normal. Y odiando el sabor ácido del limón bajar por mi garganta ¿por que teníamos limones y no naranjas?

Mi amigo me miró alrededor con curiosidad antes de responder mi saludo, yendo hacia la alacena, sacando lo que parecía un paquete de galletas. Las puso delante de mí de forma distraída. Me costó seguir bebiendo ante ese gesto.

No era como si fuese la primera vez que hacia algo así. Pero ahora que conocia sus sentimientos hacia mi ese gesto casual adquiría otro significado.

—¿Tienes clases hoy? —pregunté un poco para romper un poco la tensión que sentia acumularse en mi, mientras jugueteaba con el paquetes de galletas, pero sin llegar a abrirlo.

—Si, a las ocho —respondió, mirando por la pequeña ventana de la cocina, una que directamente a la calle.

—Y ¿ya desayunaste?

—Lo hice en casa de jeno.

Mis sospechas habían sido ciertas. Había pasado esa noche en casa de su hermano.

Doyoung me miró entonces, con en ceño fruncido.

—No sabia que te gustaba el jugo de limón.

—No me gusta —confesé, dejando el vaso a un lado por fin —pero no había nada más.

El mayor me fulmino con la mirada antes de volver a la alacena y largarme un jugo en caja, de arándanos. Lo recibí con una media sonrisa.

—Siempre andas con la cabeza en las nubes —me regaño, aun si el tendía a perderse en su mundo imaginario mucho más que yo —No se como has hecho para sobrevivir hasta ahora.

—Debe ser por que te tengo junto a mi — Apenas y dije aquellas palabras me arrepentí. Su rostro contrayendose en una mueca extraña.

—Doyoung...

Mantuvo sus ojos fijos en mi durante un momento antes de darse la vuelta y salir de la cocina, sus pasos dirigiéndose a su habitación.

Me quede quieto, con el jugo sin abrir entre mis manos. Estaba preocupado, doyoung era mi mejor amigo, un hermano prácticamente ¿Nos íbamos a pasar toda la vida con ese ambiente tan tenso?

Me levanté y fui tras el, dispuesto a arreglar ese incómodo asunto de una vez.

—Doyoung —lo vi salir de su habitación a penas, casi corriendo hacia la puerta.

—Debo irme o llegare tarde —dijo, pero se negaba a mirarme.

No podía dejar que se fuese así, no podía corresponder lo que sentía. Pero seguía siendo mi amigo y seguía siendo importante para mi. Así que lo hice detener, tomándolo de las muñecas, fijándome también lo finas que tenía estás. Y la piel de esa zona muy suave, casi como si fuese de una chica.

—Debemos hablar —dije con suavidad — sobre lo de ayer.

—No es necesario... —

¿Que no era necesario? ¿de que hablaba? Claro que lo era ¿como esperaba que después de su confesión me quedase tan tranquilo? No era de piedra.

—Puedes olvidarte de todo lo que te dije — siguió hablando —No era verdad nada.

Y se soltó de mi agarre, dejándome confundido. ¿como que no era verdad? ¿me había mentido?

Pero cuando se giró con la intención de tomar sus zapatos me di cuenta de que tenía las mejillas rojas. Y sus ojos brillaban, aun si se negaba a mirarme.

El había mentido, era pésimo para mentir.

—Doyoung...

—No te olvides de ir a clases —dijo abriendo la puerta —Por las compras no te preocupes, yo iré más tarde.

Y mientras decía eso sus pies se enredaron entre si, estando a punto de caer. Corri a su lado y lo sujete de la cintura, con su rostro hacia mi. Sonrojado a más no poder, nunca lo había visto así y nunca había notado lo lindo que se ve sonrojado de esa forma.

—Lo siento —murmuró y intento separarse, pero no lo deje. No de inmediato al menos, ocupado en mirar esos gestos que nunca antes había visto en el, por que pase a conocerlo de toda la vida jamás me habia puesto a mirarlo con atención.

Esta de más decir que apenas lo miraba.

Sus ojos se clavaron en los míos al ver que no lo soltaba.

—¿No te hiciste daño? —me interese notando lo incómodo tenerlo así. Negó con la cabeza, mirándome aún. Como si intentase adivinar lo que pasaba por mi mente. Esa si era una actitud normal en el, no así su sonrojo, demasiado evidente.

—Me alegro —añadi.

Entonces su celular comenzó a sonar en algún lugar de su mochila. Lo deje ir para que respondiera, un poco confundido por mi actitud ¿que tenian de bueno tener a doyoung así? El no era taeyong. Y por más que digiera quererme o no quererme nunca lo seria.

Doyoung dio con el aparato, estando a punto de escaparsele de las manos, de no ser por que lo detuve al vuelo. Mi amigo estaba demasiado nervioso.

—Gracias.. —susurro, extendiendo su mano hacia mi para que le devolviese el celular.

Pero no lo hice de inmediato, mirando quien lo llamaba. Habría pensado que donghyuk, después de todo estudiaban la misma carrera, pero no... El nombre en la pantalla era uno que nunca antes había escuchado: Suh Johnny.

TE AMO ☆Jaedo☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora