Capitulo 11

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Me despertaron los rayos del sol filtrándose a través de las ventanas, pese a tener las cortinas cerradas.

Hice una mueca e intenté levantarme, pero un peso sobre mí me lo impidió. Y me tomó un segundo recordar lo que había pasado, sobre todo al ver a Doyoung durmiendo sobre mi pecho, mis brazos aún en torno a él. Sobre nosotros había apenas una ligera sábana, pero no cubría mucho, dejando ver que nos hallábamos desnudos.

Miré el rostro dormido de Doyoung, maldiciéndome internamente. Me había prometido a mi mismo jamás hacerle eso a mi mejor amigo. Y ahí estaba, despertando a su lado después de haberle arrebatado su virginidad tan egoístamente.

¿Y todo por qué? Celos estúpidos.

Solté un gemido cargado de arrepentimiento culposo, porque pase a lamentarlo no podía negar que lo había disfrutado; y que había una parte mezquina mía que seguía regodeándose de orgullo al haber sido el primero.

Doyoung comenzó a moverse, con sus manos apretando con fuerza mi piel durante unos segundos.

—Doyoung.

Me quejé en voz baja, ante lo cual mi amigo abrió los ojos. Nuestras miradas se encontraron y le tomó a él más o menos el mismo tiempo que me tomó a mi recordar lo ocurrido. Sus mejillas teñidas de rojo debido a la vergüenza.

—Hola. —Saludé, pese a todo sonriendo. ¿Y por qué? Porque él era sencillamente adorable.

—Hola. —respondió, sin intentar alejarse de mí, pero cerrando los ojos con suavidad. Me reí un poco al comprender lo que quería, pero le di gusto y rocé sus labios durante unos segundos.

Lo escuché suspirar.

—¿Te duchas primero?

Quiso saber, incorporándose a la vez que tomaba la sábana para cubrirse con ella. No negaría que necesitaba una ducha con urgencia, con el sudor y los fluidos de Doyoung sobre mi cuerpo, pero él no estaba mucho mejor que yo. Aunque no negaría que hubiese preferido verlo lleno de mí.

—Tú primero.

Le respondí, sonriendo aún, si bien me sentía un tanto confundido conmigo mismo. Solía tener sexo con extraños que conocía en bares sin importarme si me corría dentro de ellos. ¿Por qué no lo había hecho con Doyoung? Fácil: porque él era diferente a todos esos polvos de una noche.

Me levanté de la cama una vez Doyoung hubo entrado al baño, sin olvidar echarle un rápido vistazo a su espalda. Y a las marcas, claro que tenía muchas más en el cuello, pero quería que sirvieran como una forma de marcar lo que era mío. De esa forma ningún Seo Johnny podría intentar tocarlo siquiera.

Busqué mi celular en la ropa que me había quitado la noche anterior. Se me había olvidado que lo había apagado, intentando con ello no ser molestado. Pero apenas lo encendí me saltaron más de treinta llamadas perdidas de Taeyong y otros tantos mensajes.

Sentí mi estómago revolverse al pensar en que algo le hubiese pasado mientras que yo...

—¿Taeyong?

—Hasta que te dignas a aparecer, maldito ebrio promiscuo.

—Tae...

—¿Dónde está Jaemin? Dejó una nota diciendo que saldría contigo y es la hora en que aún no llega a casa.

Me sentí estremecer al escuchar eso. Jaemin no había ido a casa a dormir.

—Yo...

—Seguro fuiste a pervertirlo. Pasamelo.

TE AMO ☆Jaedo☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora