EPISODE 9

511 88 46
                                    




Xiao Zhan se mantuvo a una buena distancia de Yibo al caminar hacia el parque; Conan iba con su correa a un par de metros delante de ellos, y Xiao Zhan llevaba una mochila llena de sándwiches y fruta en la espalda. Quería estirar su brazo, sostener la mano de Yibo, o sólo rozar sus hombros juntos mientras caminaban, pero sabía que era imposible, e intentar hacerlo, sólo le rompería el corazón innecesariamente. Había pasado una buena noche con su ángel; había sido capaz de sentir al ángel por casi veinticuatro horas. Sabía que en realidad, necesitaba estar agradecido por eso.

Y lo estaba intentando.

Pero era tan difícil, cuando había algo que deseaba tanto y no tenía el control de tenerlo. Podría patalear, gritar y hacer un berrinche hasta ponerse azul, gritarle a Yibo todos sus argumentos más convincentes, hacer una promesa silenciosa hasta salirse con la suya, pero al final del día, todo lo que podía hacer, era esperar. Todo lo que podía hacer, era averiguar todo lo que pudiera acerca de Yibo y esperar que algún día pudiera ser capaz de sentir el pulso debajo de la piel de Yibo otra vez; sentir el peso de la mano de su ángel en la suya.

— ¿Conoces a alguien más? —preguntó de la nada, rompiendo un largo silencio que los había rodeado desde que habían salido de la casa. Enganchó un pulgar en una correa de la mochila mientras su otra mano se aferraba fuertemente de la correa de Conan. Yibo lo miró de reojo mientras continuaban caminando en línea recta, uno al lado del otro, manteniéndose al mismo ritmo.

— ¿Hmm?

—Digo, como tú... o como nosotros —Xiao Zhan vaciló, su entrecejo se frunció con frustración mientras intentaba decidir lo que estaba intentando preguntar. Yibo metió sus manos en sus bolsillos al caminar junto al pelinegro, cuidando que no hubiese grietas en la acera, o basura mal colocada, o posibles ciclistas que tal vez no le estuvieran prestando atención a Xiao Zhan—. ¿Conoces a otros ángeles que hayan podido conectarse con sus encargados así... como nosotros anoche?

Yibo lamió sus labios, mirando hacia enfrente, incluso aunque Xiao Zhan hubiese volteado para verlo mientras esperaba por una respuesta.

—No —admitió al final, pero inmediatamente sintió la tensión aplastando al chico que estaba a su lado, así que fue rápido para enmendar su respuesta—. Pero eso no significa que nunca se haya escuchado de ello, o que nunca ha pasado. Es sólo que la gente no va por ahí hablando de eso.

La corriente que había aplastado a Xiao Zhan hace apenas un momento, se envolvió a su alrededor como un estrecho capullo, casi sofocante, y Yibo se encontró a sí mismo caminando junto a un joven muy molesto, aunque muy bueno en esconderlo.

— ¿Por qué no? ¿Tienen vergüenza? ¿Tú te avergüenzas de mí, Yibo?

Yibo casi se mofó ante la acusación que se le lanzó, pero después lo pensó mejor. Asumió que Xiao Zhan ya estaba molesto por una mezcla de sentimientos, obviamente. El más grande de todos era, probablemente el hecho de que ya no podía sentirlo, y mientras Yibo también estaba frustrado por ello, Xiao Zhan parecía ser al que más le estaba costando. Era casi como si se lo estuviera tomando personalmente; como si el universo tuviera algo contra él. Yibo no podía culparlo, a veces se sentía de la misma forma.

—Claro que no me avergüenzo de ti, pero no es algo que... —Yibo dejó de hablar, intentando encontrar la delicada palabra perfecta para usar. Normal tenía connotaciones raras, pero no podía pensar en otra cosa—. A ver, ¿tú vas por ahí contándole acerca de mí a la gente?

Xiao Zhan abrió su boca demasiado rápido para formar una respuesta realista, y Yibo fue rápido para hablar primero.

—Y me refiero a más de lo que le has contado a Yang Zi. ¿Le has dicho a alguno de tus amigos que soy tu ángel guardián? ¿Que a veces puedes sentirme, pero que nadie puede verme? —Yibo hizo una pausa, y Xiao Zhan lentamente negó con su cabeza, confirmando las sospechas del ángel—. No estoy avergonzado, es sólo que hay algunas cosas que es mejor no contarle a nadie, ¿sabes?

INTERVENTION DIVINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora