EPISODE FINAL

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Tres semana exactamente había pasado y Xiao Zhan creía que no podía ser más feliz, tenía el amor de Yibo, de su madre y podría creer que la amistad con Yang Zi iba de viento en popa.

Xiao Zhan dejó caer al suelo la pesada caja de cartón, haciendo un gruñido asquerosamente exagerado. Luego se enderezó, colocando sus manos en sus caderas, en señal de desafío. Delante de él, Yibo ignoró su descontento y continuó caminando hacia la cocina con su propia caja de cartón, a remolque. Xiao Zhan secó unas gotitas de sudor de su frente y siguió mirando hacia la cocina hasta que Yibo regresó, sacudiendo sus manos en sus pantalones. Sus labios se levantaron en una sonrisa cuando sus ojos vieron a Xiao Zhan en toda su gloria sudada y bien ejercitada.

—No entiendo cómo haces que las cosas se muevan —se quejó Xiao Zhan, resistiendo las ganas de patear la caja que acababa de dejar a sus pies.

Yibo se encogió de hombros, con suficiencia. Al inclinarse sobre el marco de la puerta que separaba la cocina de tamaño decente, de la bonita y pequeña sala.

—Tengo muchos amigos en lugares altos —dijo a forma de explicación y Xiao Zhan arqueó una ceja. Yibo lo evadió, metiendo sus manos en sus bolsillos y removiéndose sobre sus pies—. Ok, está bien. Tal vez sólo GP y Carman, pero de todas formas son de allá. —dijo apuntando el cielo.

Xiao Zhan resopló y se sentó sobre la caja. Sus brazos y piernas se cruzaron, formando un nudo de extremidades indignadas; su mal humor se dejaba ver en el ceño fruncido de sus rasgos desolados.

—Anda, Xiao Zhan —dijo Yibo, tambaleándose por la sala y sacando sus manos del pantalón al moverse. Ante el silencio de Xiao Zhan, tomó asiento en el suelo junto a él y pateó ligeramente el pie de Xiao Zhan con el suyo. La acción no obtuvo más que un destello de sonrisa en sus ojos, así que tuvo que hacer un recordatorio—. Te dije que te recompensaría todo el trabajo pesado.

—Pues vas a tener que hacer algo mucho mejor que comprarme pizza —afirmó Xiao Zhan, estirando sus pies y colocándolos sobre el regazo de Yibo.

Por instinto, el ángel estiró una mano hasta su tobillo y lo frotó, haciendo círculos tranquilizantes sobre la piel por debajo del dobladillo de sus pantalones.

—Sólo te prometí mucha pizza para asegurarme de que estarías energizado para el resto del fin de semana.

Xiao Zhan levantó una ceja, intentando evitar la sonrisa que amenazaba con apoderarse de su rostro.

Con el conocimiento de que Yibo era su alma gemela, se había encontrado queriéndolo todo al mismo tiempo. Había querido que Yibo se mudara con él a su casa, pero cuando este lo había convencido de los beneficios que tendría si conseguía su propio apartamento, Xiao Zhan de inmediato, había querido mudarse con él. Había sido Yibo el que le había recordado que esto era sólo el comienzo, que tenían toda una vida por delante y que no deberían apresurar nada. No quería que las cosas fueran lentas, pero tenía que admitir que, así como lo había puesto Yibo, le había hecho ver el encanto en la anticipación.

Sin embargo, el sexo era un acuerdo de interés común. Era algo en lo que los dos estaban rotundamente de acuerdo. Después de todo, ya lo habían hecho. ¿Por qué deberían detenerse y esperar para después?

— ¿Para qué debería estar energizado?

Yibo se quitó del regazo los pies de Xiao Zhan y se acercó más para sentarse directamente frente a su novio. Levantó la mirada y fijó sus ojos sofocantes en los otros que lucían juguetones y tímidos. Como siempre, el calor se disparó entre ellos, enviando cosquilleos a los dedos de los pies del pelinegro.

INTERVENTION DIVINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora