EPISODE 11

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El papel se sentía caliente y pesado dentro del bolsillo de Yibo mientras estaba de pie en el baño de su departamento mirando su reflejo tenso y nervioso. En la sala, el teléfono negro que estaba en la mesita de la esquina sonaba, y sonaba, y sonaba. Había estado sonando desde que había vuelto del mundo de Xiao Zhan, y estaba feliz de que Luhan no estuviera, porque para ese entonces, seguramente ya hubiese contestado. Habían pasado horas. Sabía que estaba en problemas, que había una gran posibilidad de que lo transfirieran a otro caso, pero todavía estaba el regalo que tenía para Xiao Zhan; estaba en su bolsillo y necesitaba entregarlo antes de permitir que lo alejaran de él. El pedazo de papel no le servía de nada sin Xiao Zhan. Era para él y sólo para él.

Por un lado, tenía a GP pisándole los talones, y sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de que el gran hombre detrás del escritorio lo alcanzara. Por el otro lado, estaba nervioso por ir a ver a Xiao Zhan porque la última vez que le había llevado el regalo, Xiao Zhan había estado tan enojado con él, que ni siquiera le había dado la oportunidad de dárselo. Pero era por eso que había regresado en el tiempo para arreglar las cosas; se había puesto a sí mismo y a su misión con Xiao Zhan en riesgo con tal de mejorarlo todo. Si eso iba a ser todo, necesitaba darle al pelinegro el pedazo de papel que permanecía doblado en su bolsillo. Incluso si este todavía estaba enojado con él, incluso si sus intentos habían sido en vano y si era la última cosa que podría darle... tenía que dárselo.

El teléfono dejó de sonar en la otra habitación, y suspiró aliviado, intentando pestañear para alejar el dolor de cabeza que el ruido constante le había provocado. Se miró a los ojos en el espejo e intentó poner una cara valiente para engañarse a sí mismo. Pero ¿A quién quería engañar? Estaba igual de nervioso en el silencio del departamento que como lo había estado cuando el teléfono estaba sonando. Era ahora o nunca. Lo estaba haciendo por Xiao Zhan; todo lo que había hecho hasta ese momento había sido por él. Al menos la mayor parte.

Salió del baño y apagó la luz. El departamento tomó un brillo inquietante y de mal agüero. Era como si todo el universo supiera exactamente lo que había hecho, y todo lo que estaba tramando. No había forma de que pudiera escapar. Era un hombre convicto sin juicio; corría tan rápido como podía antes de ser capturado. Sólo era cuestión de tiempo.

Decidió que no rondaría por ahí sin ser detectado por Xiao Zhan para ver primero cómo estaba el chico, porque sabía que, si veía al pelinegro de mal humor o triste, sólo le haría querer darse la vuelta y salir corriendo con la cola entre las patas. No quería más temor apilado en su estómago antes del encuentro, y ciertamente no necesitaba que nada lo disuadiera de lo que necesitaba hacerse.

Así que cerró sus ojos y esperó lo mejor.

Se encontró a sí mismo solo en la habitación de Xiao Zhan; el distintivo sonido de agua golpeteaba un suelo de ducha. El reloj en la mesita de noche confirmó que todavía era muy temprano para que su mamá estuviera en casa, así que todo lo que podía hacer era sentarse en la cama y esperar. Sintió que pasó mucho tiempo, al igual que la última vez, que se encontró esperando ansiosamente a que llegara el momento de la verdad.

Mientras esperaba, sacó el pedazo de papel de su bolsillo y lo retorció entre sus dedos nerviosos. Todavía no lo había abierto, porque no era suyo, pero definitivamente, era algo que esperaba que Xiao Zhan compartiera con él. Se había metido en muchos problemas por conseguirlo, había arriesgado su propio cuello otra vez, y esperaba que todo valiera la pena. Podría decirse que lo suponía, pero realmente no había forma de saberlo si él mismo no lo abría y lo leía, lo cual era algo que no iba a hacer.

Unos cuantos minutos de espera pasaron antes de que escuchara el distintivo rasguño de las garras de Conan contra la puerta. El perro era inteligente y podía detectar al ángel en minutos cada vez que se aparecía. El ángel se movió para dejar entrar al perro a la habitación para que pudieran esperar a Xiao Zhan los dos juntos, pero tan pronto como abrió la puerta, encontró al pelinegro de pie frente a él, vestido y recién bañado. Estaba igual de sorprendido por la aparición de Yibo ante él, como Yibo lo estaba porque Xiao Zhan estuviera de pie justo afuera de la habitación.

INTERVENTION DIVINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora