Capítulo 7.

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Jonathan

—¿Este es tu gatito? —pregunté, al ver el lindo gatito que estaba en su cama—. ¿Cómo se llama? —Acaricié el pelaje negro de su cabeza y recibí un ronroneo, se paró y fue pasando su cuerpo por mi estómago.

Le quise tocar la barriguita como lo hacía con Kripto, pero clavó sus colmillos en mi manito y me rasguñó el brazo.

Lo saqué tan rápido como pude y vi a Damian riéndose. Veía cada vez más borroso y la risa de Damian no ayudaba.

—Awww, muy bien Alfred —felicitó, mientras acariciaba al demonio infernal que tenía en su cama. Por eso prefería a los perros—. No creo. ¿Estás llorando? —Se burló, y soltó una risa seca—. Eres un bebe llorón.

—Y tú, definitivamente, no el principito —Me negaba a creer que alguien tan tonto como él podría ser alguien tan magnifico como El Principito.

—¿Qué? Claro que no, soy mejor.

Sonreí.

Me acerqué a él y le susurré al oído: —Pero ni siquiera eres un príncipe, y si lo fueras, créeme que serías al que nadie respeta.

Sentí como apretaba sus puños y me separé de él, no pude evitar compararlo con Red, de Angry Birds.

Oh oh.

Lo vi poco a poco convirtiéndose en un pájaro rojo.

Tal vez no debí de molestarlo, así que retrocedí arrepintiéndome.

Solo quería seguirle la conversación, no quería que piense que era un bebé llorón.

No lo soy.

O creo que no lo soy.

Hay probabilidades que en realidad el bebé llorón sea él.

Cerré mis ojos y pasé mi mano izquierda a la derecha, en la que estaba mi reloj; inicié subiendo y bajando la correa para concentrarme.

No quería morir, no así. Mínimo captado por un pejelagarto o muerto por una explosión de ositos de goma.
No muerto por un enano pájaro rojo enojado.

Vi la puerta a mi derecha e intenté salir, pero Red se interpuso.

—Te doy la oportunidad de arrepentirte de lo que acabas de decir... —amenazó molesto.

—¡No! —grité, Conner me dijo que, si alguien quería golpearme que le regresará el golpe, incluso con palabras. Entonces una idea llegó a mi mente—. ¡CONNEEER! ¡CONNER! ¡TIM! ¡AYUDAAAAAAA!

Antes de que siga, sentí la mano de Damian en mi boca.

Me quedé perplejo al ver sus ojitos verdes furiosos.

Ahora si era él, ya no Red.

—No sabes quién soy, ¿no?

—¿Red? —respondí dudando, ya que definitivamente no era el principito.

Sonreí un poco ante la mirada de confusión de Dami.

—Tt, estoy perdiendo mi tiempo contigo... —Aflojó su agarre y pude escapar de ahí.

Vi como sacó sus cuadernos de su mochila, los colocó en su escritorio y se puso a escribir.

Seguro era tarea.

Inicié traveseando por toda su habitación y me sorprendí al ver un dibujo de un pavo coloreado con lo que parecían ser tizas.

—¡Qué bonito! —exclamé sonriendo—. Es un pavo, me gustan los pavos, aunque me asustan un poco. ¿A ti te asustan?

El nuevo alumno - JonDami/KonTimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora