Catorce.

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La cena había sido preparada por el señor Masaru; entendía ahora de dónde habían venido los espectaculares dones culinarios que tenía Katsuki.

Luego de eso, tuve una charla amena con su madre. Me contó algunas anécdotas graciosas de Katsuki pequeño, como que una vez le cortó el pelo a un compañero cuando iban en preescolar o cómo cuándo conoció a Izuku porque se quedó atorado en la resbaladilla de los juegos de un parque.

Ya más tarde, Katsuki me jaló a su habitación pues según él ya habíamos tenido "mucho tiempo de convivencia". Con educación me despedí de sus padres y les desee las buenas noches pues posiblemente ya no volvería a bajar.

Lo acompañé tomados de la mano hacia su cuarto nuevamente. Al llegar me senté con delicadeza en su cama, se sentía como si estuviera invadiendo su casa y tenía la necesidad de pedir permiso para hacer la mínima cosa.

Entonces Katsuki, luego de cerrar la puerta, se acercó a mi. Por suerte o desgracia, Bakugo era alguien muy intuitivo, y notaba hasta el ligero cambio en mi entrecejo debido a mi humor.

Claramente no se le escaparía que aún me sentía como si un tornado me hubiese pasado encima.

- ¿Cómo te sientes?... - Se arrodilló quedando frente a mi.

- Agradezco en serio esto... Créeme que me encantó conocer a tus padres, convivir con ellos, me divertí mucho... - Apreté en entrecejo.

- Oye, cariño idiota, no debes sentirte mal por haberte divertido un rato después de algo doloroso. Lo sabes, ¿No? Las personas tratan de diferentes formas con la tristeza, tu me enseñaste eso.

- Me siento como un hipócrita... Lo abandoné, luego le fui a llorar el día de su muerte y ahora estoy aquí ¿Sintiéndome feliz? No merezco siquiera sonreír...

Katsuki mostró comprensión en su rostro, asintió levemente y calló por unos instantes buscando palabras reconfortantes tal vez.

- No creo que yo sea el indicado para señalar quien es hipócrita y quién mierda no. Lo único que puede reconfortarte es la verdad, y esa es, que siempre existirá alguien peor que tú. Claro no es motivo para ir de mal en peor, a lo que voy es que no creo que a tu abuelo, dónde quiera que esté, le moleste que seas feliz.

- Bien - tomé aire y sonreí levemente. - Es un buen punto...

- Tu.... - agachó la cabeza. - tuu... - volvió a intentar. - ¿Quieres... Un... Aaaaaaaaaabrazo?

- No creí vivir para ver este momento - alcé mis brazos con una sonrisa de oreja a oreja y lágrimas por mis mejillas. - Sí.

Katsuki me abrazó y yo atrapé su cuerpo con el mío aferrando mis extremidades a él.
Siendo conciente de que era incomoda la posición, aquel pelirubio me elevó y dió la vuelta para sentarse en la cama conmigo encima suyo abrazándolo.

Mientras pensaba en cosas inherentes a la situación, solté una leve risa por un recuerdo melancólico de mi pasado.

- ¿Te molesta si te cuento una anécdota con mi abuelo? - Mencioné.

- Habla.

- Cuando era más pequeño, muchas veces me quedaba solo en casa bajo supervisión de mi abuelo....

Era muy usual que mis padres salieran por todo el día a trabajar.

Mi abuela, por algún motivo que desconocía prefería ir a pasar el rato con alguno de mis primos hermanos, o sea sus nietos, de sus hijos además de mi padre. En contra parte, mi abuelo le gustaba quedarse conmigo y era él quien se ofrecía a cuidarme.

вeιɴɢ loved | Kαтѕυĸι BαĸυɢoυDonde viven las historias. Descúbrelo ahora