˚ 𓏲 ͎ ࣪𓂃˖ 🍂 Capítulo VI

360 47 22
                                    

Un cosquilleo suave, pero insistente, recorre la piel expuesta de su cuello, erizando su dermis en una deliciosa sensación de bienestar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un cosquilleo suave, pero insistente, recorre la piel expuesta de su cuello, erizando su dermis en una deliciosa sensación de bienestar. Ronronea en busca del contacto, que parece haberse ido tan pronto como llegó; una suave y melódica risa irrumpe en el entorno, seguida de un nuevo toque cariñoso en su torso. Tengen respira profundo, de pronto menos aletargado que momentos antes. El cosquilleo regresa, esta vez en forma de tiernos besos que son brindados generosa y gentilmente con la delicadeza de una pluma.

—Tengen… —Un escalofrío recorre su espalda cuando, esos tersos labios, murmuran contra la parte sensible en la unión entre su cuello y el hombro, se da a la tarea de mantenerse muy atento a los tonos que percibe en esa voz.

Rebusca en su cerebro algún indicio de emociones negativas, en su lugar, sólo puede encontrar esa paz que ha sido incapaz de sentir por un largo tiempo; así mismo, trata de recordar el origen de esa voz, pero su mente no coopera, así que permite que la situación fluya a su ritmo. Su compañero muerde a forma de juego esa misma zona donde se detuvo. Se escucha a sí mismo conteniendo el aliento, en tanto su cuerpo reacciona y posa las manos en las caderas de quién aparentemente es su amante. Lo atrae hacia sí, en busca del contacto directo entre sus pieles al desnudo, dándose cuenta que, una vez más, no es dueño de sus propias acciones.

Un sonido de protesta emerge desde lo profundo de su garganta cuando su acompañante se desprende de su tacto para poder salir del lecho que comparten, la ausencia repentina de aquel calor corporal lo vuelven un manojo de nervios. Abre los ojos, en busca del causante de aquella sensación efímera de seguridad que ahora resbala entre sus dedos, como la arena de un reloj, pero la bruma en su mirar le impide tal acción. Es consciente de sus movimientos, pero el rostro adverso no es claro, se encuentra borroso y eso solo le provoca malestar.

—Quédate —susurra, su voz ronca y somnolienta.

Espera una respuesta, más al no oírla llegar, su mente trabaja a mil por hora, mientras la habitación se envuelve en un silencio sepulcral; su interior lo toma como una señal de alerta, su estómago da un vuelco, advirtiendo de las náuseas que se abren paso, acompañadas de una vertiginosa sensación de ansiedad. Abre la boca, dispuesto a insistir, no obstante, la contestación que llega a sus oídos, es como un sonido estridente y desgarrador que se filtra por sus poros, causando algo aún más doloroso que cualquier herida física.

—No puedo, tengo que cumplir con mi deber —siente una nueva daga invisible clavándose en su pecho. —Pero te prometo algo, cuando vuelva de esta misión, hablaremos sobre el retiro.

Fuerza una sonrisa perezosa que se extiende por su rostro, las comisuras de sus labios apenas y suben, pero hace un gesto fingiendo que está conforme con esa decisión. Aún así, sus pensamientos ya están a millas de distancia, elucubrando en miles de posibles escenarios agradables y otros desafortunados; la calma vuelve a ser reemplazada por desasosiego. Escucha a su amado tararear una melodía que conoce muy bien, pese a que el sonido llega amortiguado y va bajando gradualmente, como una espiral que no hace más que descender.

Memorias Al Óleo. ❴𝐔𝐳𝐮𝐑𝐞𝐧❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora