˚ 𓏲 ͎ ࣪𓂃˖ 🍂 Capítulo I

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Tengen da algunos pasos atrás, colocándose lejos de su obra, a tan solo pocos metros

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Tengen da algunos pasos atrás, colocándose lejos de su obra, a tan solo pocos metros. Sabe que únicamente de ese modo la puede admirar como es debido, con el respeto que su creación merece; observa la imagen, delineando la figura con la mirada, obsesionado con los detalles, repasando los bordes, la silueta y la mezcla de colores, como si estuviera grabando todo en su memoria, pese a que es bien sabido que conoce cada centímetro de la imagen, casi de la misma manera en que se conoce a sí mismo. Tengen podría detallarla aun con los ojos cerrados, incluso desde perspectivas y ángulos diferentes, si alguien se lo pidiera, podría describir cada mínima particularidad.

Menea la cabeza, frustrado consigo mismo, experimentando la caída que viene luego de un subidón de adrenalina; por un momento, pareciera que baja vertiginosamente en espiral, deslizándose sin una forma de parar. El mismo sentimiento que le produce pintar todas y cada una de esas piezas. Deja el godet en la mesita auxiliar, limpiando sus manos con el pañuelo que tiene descuidado en la silla.

Los tonos amarillos y rojos tiñendo la tela, misma que se siente áspera al tacto. Lanza el pañuelo, sin importarle mucho en donde caiga, aún así, su estudio ya es un desastre que debe limpiar. Sus ojos se desvían del lienzo, otorgando un vistazo a las demás pinturas que no había vendido por lo que representaban para él y la naturaleza por la que fueron creadas. Todas con una historia detrás, detalles que solo Tengen sabe y se mantiene reacio a contar.

No es un secreto que suele utilizar sus ratos libres en obras de arte que nunca salen a la luz. Y aunque son muchos los curiosos, ninguno ha logrado ver una sola de esas pinturas. Tengen las guarda con recelo, orgulloso del refugio en el que las mantiene, como el más amado tesoro de un pirata, siendo cuidadoso para que nadie, más que él, pueda tocarlas o verlas, por eso las oculta en el ático, del cual sólo él tiene una llave.

Guardarlas ahí no es por un simple capricho suyo, al menos eso es lo que se dice todos los días. Sino más bien, una especie de mecanismo de defensa. Tengen teme que la gente lo crea loco; aunque quizás es un poco de ambas cosas, después de todo, si él está completamente hipnotizado por los matices en un lienzo, ¿por qué los demás no lo estarían?.

Desde meses atrás, Tengen encontró inspiración en visiones que llegaban a su memoria en el mundo onírico, pequeños fragmentos de momentos que no ha vivido, flashes que parecen más memorias que fantasías creadas por un cerebro aburrido; al principio quería ignorarlas, pues solo venían retazos a los que no encontraba coherencia, pero eventualmente, en ellas se presentó una persona, alguien que no conoce; desde que pudo definirlo en sueños, su apariencia se había pegado a la memoria de Tengen.

Era como un parásito cerebral, apareciendo solo para provocar que le picaran los dedos y decidiera pintar, devolviéndole la motivación y la inspiración cuando los creía perdidos. En su memoria estaba tan presente, que si cerraba los ojos, podría evocar el fantasma del hombre. Por supuesto, no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a Giyuu, a quien considera su mejor amigo desde hace bastante tiempo.

—Si lo supieran, dirían que estoy demente —le dice a la pintura frente a él. Unos ojos enormes mirándolo desde el lienzo, al mismo tiempo que una sonrisa confianzuda lo recibe, provocando un extraño sentimiento de comprensión cálida en el pecho de Tengen. —Y estar hablando contigo no está ayudándome.

No le gusta, ni quiere admitirlo, pero quizás, solo quizás, está comenzando a tener una obsesión con ese hombre, lo cual no es muy conveniente. Para empezar, no conoce ni el nombre de aquella persona, ni siquiera sabe si es real o una simple visión que se le ha concedido en sueños. Chasquea la lengua, pasando una mano por su cabello, no lo ha cortado desde hace meses y puede sentir las puntas quebradas, decide ignorar ese detalle, en tanto, la paleta de colores cálidos empapa sus pupilas, saludándolo como si estuviera familiarizado con ellos toda su vida. Otra pintura añadida a la galería del ático.

Rendido, busca una de las tantas mantas que utiliza para ocultar sus trabajos, solo como una acción preventiva por si alguien logra entrar de improviso. Cada una de esas pinturas es tapada por una tela oscura, a excepción de la que aún lo miraba desde el caballete. Tengen solo aparta su atención de aquella actividad en el momento en que su teléfono vibra.

"Almuerzo. Mañana. Medio día. No faltes. –Giyuu."

Una breve risa emerge de su garganta. Conciso y tajante, Tomioka nunca lo decepciona, él es un contraste total a su personalidad y una enorme brisa fresca sobre su estilo de vida; quizás por esa razón se lleva bien con él. Responde el mensaje, a sabiendas que no recibiría otra contestación. Da un último vistazo a la pintura recién hecha y antes de poner la manta, no puede evitar preguntarse si algún día todas esas pinturas servirán de algo. Lo más probable es que cada una de ellas este destinada a terminar en un rincón olvidado o en un contenedor de basura; las nupcias de Tengen están acercándose, pisando el acelerador y no quiere tener que explicarle a sus futuras esposas porque tiene montones de lienzos con el rostro de un desconocido. Demasiado trabajo que no quiere hacer.

Aún descolocado por su aparente nueva obsesión, se encamina a su habitación con pasos cansados, dando algunas vueltas a aquellos pensamientos, como si en algún momento el entendimiento pudiera golpear su cara; secretamente espera esa cachetada de guante blanco. Se obliga a arrastrar los pies hasta la cama. Las sábanas revueltas y arrugadas debido a su despertar desordenado, le dan la bienvenida y él deja escapar un suspiro de cansancio.

Se da vuelta en el colchón, su espalda recostada mientras sus ojos están fijos en el techo, contempla unos minutos a la nada, obligando a su mente a rememorar la extraña sensación de calma que viene tras las apariciones fantasiosas que se le brindan en su mundo de ensueño. Lentamente y sin darse cuenta, el techo comienza a desdibujarse, sumergiendo a Tengen suavemente al mundo ilusorio, aquel en el que puede ver al flamante personaje que provoca tanta incertidumbre en su interior.

Memorias Al Óleo. ❴𝐔𝐳𝐮𝐑𝐞𝐧❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora