❛ 𝘅𝘅𝗶𝗶. 𝖺𝖼𝗍𝗈 𝖽𝖾 𝖿𝗎𝗀𝖺.

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❛ 𓄼 CAPÍTULO VEINTIDÓS 𓄹 ៹

60 HORAS DE ATRACODOMINGO 10:20 P

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60 HORAS DE ATRACO
DOMINGO 10:20 P.M.


          A LA JOVEN ATRACADORA NO LE HACÍA MOLESTIA ESTAR AL SEGUNDO MANDO EN DOS TAREAS, fabricando el dinero y dando órdenes, por la simple razón de que así podía ser dinámica y apoyar al resto de sus compañeros en sus respectivos trabajos. Con ellos tenía un alma de compasión y amabilidad que le hacían el querer ayudarlos a sobrellevar el atraco en calma, o a no estar estresados, como ahora con Oslo, ayudando al serbio a dar la cena a los rehenes que conformaban los guardias de seguridad y los policías.

Roma caminaba detrás de Oslo, batallando con cargar la otra mitad de las cajas de pizza porque tenía su arma en mano, siempre preparada para cualquier ataque, por ello se había quedado atrás. Cuando por fin llega dentro del sótano de las calderas, deja caer estrepitosamente el montón de cajas, empuñando su arma y quitando del seguro de esta.

—¡Alto ahí! —uno de los guardias de seguridad, Jacinto, había abalanzado un tubo como arma contra la cabeza de Oslo, siendo Roma y su llegada que toman desprevenido al hombre deteniendo su ataque—. Tira el tubo al suelo y suplica que no te reviente a tiros —masculló.

El hombre mira con indecisión a la pieza de metal, luego a ella, sopesando su siguiente movimiento. —No pueden matarnos, nos necesitan como rehenes.

—Puede ser, pero si es para salvar la vida de mis compañeros, se abre una ventana de decisiones —suelta una risa sarcástica, dando una mirada de reojo a la cámara que habían instalado en aquel lugar, preguntándose por qué ninguno de sus compañeros llegaban al ser alertados por el Profesor—. Cuidado; soy un mujer en un mundo de hombres y no pienses por un segundo que no te puedo dar pelea o tirar del gatillo.

Él decidió por su semblante arrojar el arma, levantando las manos. Roma lo obligó a retroceder para así llegar hasta Oslo, dejando atrás las facciones de ira situando una mano en la espalda del hombre, preocupada.

—Да ли си добро? —❛ ¿Estás bien? ❜.

—да да да —❛ Sí, sí, sí ❜, asiente soltando un suspiro de alivio, agradecido con Roma por estar en el momento indicado junto a él—. Gracias, rubia. Gracias, gracias —ella no evita una sonrisa—. Todos están desatados.

—Pues bien, Jacinto se encargará de amarrarlos. Quiero que los mire a los ojos —vuelve a apuntar al guardia, escudriñando los ojos en una orden—, y vea que no pudo sacarlos de este lugar. Lancen lo que tengan a mano al centro. Y toma asiento, Oslo, come una pizza, si quieres termínatela porque los niños malos se irán a la cama sin cenar.

𝐑𝐎𝐌𝐀 ៹ 𝗅𝖺 𝖼𝖺𝗌𝖺 𝖽𝖾 𝗉𝖺𝗉𝖾𝗅.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora