❛ 𝗶. 𝖿𝖺𝖻𝗋𝗂𝖼𝖺 𝗇𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇𝖺𝗅 𝖽𝖾 𝗆𝗈𝗇𝖾𝖽𝖺 𝗒 𝗍𝗂𝗆𝖻𝗋𝖾.

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❛ 𓄼 CAPÍTULO UNO 𓄹 ៹

          UNA LARGA, y con sentimiento de eterna, semana transcurrió de la cena, Andrés y yo madrugamos para desayunar y empacar nuestras pertenencias antes de partir a la finca

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          UNA LARGA, y con sentimiento de eterna, semana transcurrió de la cena, Andrés y yo madrugamos para desayunar y empacar nuestras pertenencias antes de partir a la finca. Él hacia el desayuno, como era de costumbre, cantando canciones italianas mientras yo empacaba todo lo que teníamos en el cuarto de hotel, doblando cuidadosamente las prendas entre nuestras pertenencias materiales.

Fue un ameno desayuno que extrañaríamos. Por lo general, nos gustaba comer con tranquilidad y en silencio, únicamente compartiendo miradas y roces. Dudábamos que hubiera de las dos primeras por los siguientes cinco meses.

Llegamos a la finca unas horas después, encontrándonos al resto del equipo y a Sergio, quién nos había recalcado la importancia de no llamarlo por su nombre, y en su lugar usar frente a todos el alias del ❛ Profesor ❜.

Nos hizo subir unas escaleras dentro del desgastado, enorme y sucio lugar, indicándonos varios pupitres para tomar asiento. Esbocé una mueca disgustada, tomando la mano de mi esposo y sentándolo detrás de una chica de cabello corto, terminando por sentarme en su regazo siendo su brazo que envuelve mi cadera, presionando ligeramente con sus dedos. Aquello llamó la atención del resto de los atracadores.

—Os doy la bienvenida —escribió la última palabra dicha en el pizarrón y se giró a nosotros luciendo desorientado. Le sonreí con un asentimiento que logró hacerlo respirar y proseguir con calma—. Y... Las gracias por haber aceptado esta... Esta oferta de trabajo.

En la fila izquierda, a nuestro lado, se escuchó una peculiar y estridente risa que me provocó una a mí, llena de gracia. Podía ser muy fácil de hacer reír la mayoría del tiempo.

—De momento no os conocéis y quiero que siga siendo así. No quiero nada de nombres —la letra n fue anotada bajo bienvenidos—, ni preguntas personales, ni por supuesto, relaciones personales.

De repente todos, excepto Andrés y yo, habían alzado las manos al oír esa última regla.

Ellos dos son la excepción —se apresuró a decir señalándonos, como si hubiese visto venir aquella pregunta no formulada. El grupo nos miró y a todos les sonreí sacudiendo la mano como saludo—. Están juntos desde hace tiempo; vienen juntos y trabajan juntos.

En un segundo, habíamos pasado a la elección de nombres.

—Rollo, ❛ señor diecisiete, la señorita veintitrés ❜ —el pecho de Andrés se sacude a mis espaldas, riendo.

—Ya empezamos mal, yo no se recordar mi número de teléfono —suavicé la mirada que había dirigido al mayor.

—¿Y planetas? Yo puedo ser Marte, y este Urano —dijo un chico de rizos. El otro joven además de mí aquí.

𝐑𝐎𝐌𝐀 ៹ 𝗅𝖺 𝖼𝖺𝗌𝖺 𝖽𝖾 𝗉𝖺𝗉𝖾𝗅.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora