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19.

Bulletproof de
The score.

Ya no confío.
Las balas ya no me matan.

Narra Ivor.

Salgo  corriendo tras Zaya, se que lo ha escuchado todo, pero todo tiene una explicación un pasado que me duele, una tortura mental que jamás nadie ha sabido. Y no, los psicólogos no son lo mío.

Intento atraparlo, pero es tarde cuando se encierra en su habitación y la escucho llorar.

—Zaya, ábreme la puerta por favor —digo intentando calmar mis impulsos.

—Vete, no te quiero ver—grita, y me parte el alma oírla llorar.

—No me voy a ir, abre la puerta y hablemos —digo conteniendo toda mi rabia.

—Te he dicho que te vayas—dice esta vez sin gritos.

—No me voy a ir hasta que me abras la maldita puerta —digo perdiendo el control y golpeando la pared.

—Tú mismo—dice en un tono casi inaudible.

Espero de pie y no es capaz de abrirme la puta puerta, mis demonios, crecen en mi interior, quiero romper la puerta, se que una patada y ya estaría abierta, pero se que debo darla un espacio. Es lo menos que puedo hacer por ella.

Eso es, por una vez comportarte como un caballero, no un capullo.

Pero no es fácil cuando estoy perdiendo toda la calma y paciencia que me queda.

¿Desde cuando nos controlamos tanto?

Es una contradicción en si misma, no hay quien me entienda, estoy de los nervios, por una chica. Pero si esa chica es Zaya, si es normal que hierva en rabia y nervios.

—Te lo dije, ella no te va a dar lo que tú buscas, mírate ahí sentado en el suelo por una niñata que no sabrá ni hacerte correr—dice y ya no aguanto más, esta mujer me está tocando muchos los huevos.
 
La agarró del cuello y la estampó contra la pared. Ya no puedo aguantarla más,  si quieres ser mi sumisa lo será.