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Rosas De la Oreja de Van Gogh

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Rosas
De la Oreja de Van Gogh

Por eso esperaba que las
rosas te gustarán.
Por muy tonto que se el detalle.

 Por muy tonto que se el detalle

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Narra Ivor.

Después de hacer atender a un paciente de urgencias en el hospital, y tener que hacer frente a la denuncia puesta contra el doctor Milla por el paciente que murió.

Regreso a casa, por el camino compro unas rosas. No soy romántico, pero creo que es un bonito detalle para regalar a Zaya, después de su primer día de instituto. Seguro que le abra ido genial.

Cuando llego al aparcamiento, todavía quedan cinco minutos para que sea la salida. Empiezo a ver las noticias de última hora y por fin los rumores de mi relación han cesado. Escucho la campana de fin de clases muy a lo lejos.
 
Me pongo algo nervioso pues no se como se tomará el gesto de las flores. Espero y espero han pasado cinco minutos. Al principio pienso que se ha perdido por los pasillos, pero pasan más minutos y pienso en salir en busca de ella, pero también creo que mi amigo el director habrá querido saber como a pasado su primer día.

Asique espero y espero, hasta que no puedo más y llamo al director para comprobar si esta con ella. Pero su respuesta es no. Y tampoco se ha quedado en ninguna tutoría extraescolar.

Empiezo a sospechar, salgo del coche y me enciendo un cigarro, apenas fumo pero ahora mismo necesito una distracción, intento mantener la calma, seguro que esta bien y se ha quedado hablando con una compañera nueva. Espero que no sea compañero. Los minutos pasan y no aparece. Le envío un mensaje y no sale en doble tic.

—¿Dónde te has metido leucocita?—digo para mí mismo.

Salgo en busca de ella entrando en el instituto, todo se me hace familiar, los recuerdos vienen a mi mente, cuantas veces habremos reído Alvin y yo en estos pasillos, cuantas veces Doron y yo habríamos echo carreras a ver quien era más rápido corriendo en las pistas. Y cuantas veces Amber nos reñía por ser tan subnormales. Todo era mejor desde la inocencia.

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