11.

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Duele de Dorian

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Duele de
Dorian.

El alma a veces se parte en dos
y no hay modo de salvarla.

El alma a veces se parte en dosy no hay modo de salvarla

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Narra Zaya.


Estaba perdida, entre sus brazos me sentía por fin a salvo de un dolor que congelaba mi alma.

No quería que eso traspasara fronteras que no podría afrontar luego. Sólo quería entregar mi cuerpo a una persona tan perturbada como lo estaba yo.
Sus labios feroces me succionaban los míos, clavando sus manos en mi culo desnudo. Luego su lengua experta bajo a mis erectos pezones. Estaba empezando a mojarme, más de lo que estaba por el agua de la bañera. Mi cuerpo quería cada centímetro de él pegado a mi.

Recorrió con sus manos mi vientre hasta que se paro tocando mi obligo.

—Abre las piernas Zaya—dijo en un susurro a mi oído.

Obedecí a sus órdenes, el introdujo un dedo en mi hendidura y no lo movió. Lo dejo quieto. Hacía movimientos con mis caderas para hacer roce.

—Estate quieta —dijo besando mi cuello.
Él no se me movía y yo me impacientaba.

—Vamos a ir al cuarto rojo, y te voy a follar como te mereces— dijo volviendo a comer mis labios.

—Doctorcito estás haciendo que pierda la paciencia —dije saliendo de la bañera y me gane un cachete en el culo.

—No te vuelvo a perdonar que me llames así leucocita —dijo con una sonrisa gutural.

Salí corriendo, Ivor detrás de mí , estábamos desnudos y yo reía por una vez en mi miserable vida de verdad.

Pero en medio de ese pilla a pilla sin sentido y peligroso por los pies mojados, me tope con la maldita sirvienta que me caía muy mal.

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