No llores, Norma.
No llores, por favor.
Ayúdame.
Os necesito fuertes, a todos, así que no llores.
Puedo verte, ¿sabes, Norma? No sé cómo, porque sé que tengo los ojos cerrados, pero puedo verte. Sé que estás ahí, a mi lado, y que llevas tu blusa amarilla y los vaqueros nuevos, ¿verdad?
¿Lo ves?
Y, sin embargo, aquí dentro está tan oscuro...
Es una extraña sensación, hermana. Es como si flotase en ninguna parte, mejor dicho, es como si mi cuerpo estuviera fuera de toda sensación, porque no siento nada, ni frío ni calor, tampoco siento dolor. Es un lugar agradable. Bueno, lo sería si no estuviese tan oscuro. Me gustaría ver, abrir los ojos y mirar. Hay algo que me recuerda a la placenta de mamá. Sí, antes de nacer. Recuerdo la placenta de mamá porque era cálida y confortable.
¿Y cómo puedo recordar eso?
No, allí no tenía miedo, había paz. Aquí en cambio tengo miedo, a pesar de que siento algo de esa misma paz. La siento porque estoy a sus puertas. Puedo dar un paso y olvidarme de todo para siempre.
Un simple paso.
Pero no puedo moverme.
Norma, Norma, ¿y los demás?
¿Están bien?
¿Y Eloy?
Oh, Dios z daría mi último aliento por tenerlo aquí, a mi lado, y sentir su mano como siento la tuya, hermana.
Tu mano.
Eloy.
Me siento tan sola...