Pilar de estrellas

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PUNTO CERO.

Sus ojos eran oscuros, con un punto blanco que lucía como una pupila, un haz de luz en la negrura extensa de su iris y su esclerótica; una masa de oscuridad acumulada en sus ojos. Le llamaban Pilar de estrellas, al menos, los que habían llegado a conocer su presencia. Muy pocos lo hacían, solo los selectos que había aceptado en su estrambótico punto del multiverso, y siempre le pareció un nombre poco acertado.

Su trabajo no era mantener las estrellas... Su trabajo era mantenerse por su propio ser en el universo extendido entre universos, vigilar todo y ser capaz de crear y borrar planetas y estrellas, desterrar almas y enlazarlas.

Siempre vigilaba con atención cada parte del multiverso, observando mundos borrarse por su propia mano descuidada y planetas explotar por su avaricia. Había hecho las paces con eso, había aprendido a dejar de intentar darlo todo para prevenir su desgracia. Él era un desconocido, después de todo, él no era más que la nada y el todo, perdido en átomos que se diseminan por el cosmos.

Muchas cosas conmovían su ser, mucha cosas entristecían su sentir; sus emociones siempre estaban en carne viva, ardiendo como bajo el ardor del hielo más frío que se pudiera encontrar. Pero debía mantenerse, debía ver, y elegir cuándo podría ayudar sin interferir en algo más grande que el destino de un alma olvidada.

Y, después de años y años y quién sabría cuánto tiempo, había decidido que podía brindar un poco de alivio salvando a unos y no dañando a otros.

Kara Zor-El Danvers y Lena Luthor Walsh, después de todo, necesitaban su ayuda y mantener a los héroes sin romperse era un trabajo de más honor que el que se mencionaba.

TIERRA -038.

Kara Zor-El arrastró las botas rojas contra el asfalto de la avenida, sin importale mucho que la lluvia comenzara a descender desde el cielo contra su cabeza y su traje.

Debería importarle, debería importarle la forma en la que las gotas de lluvia caían sobre sus ojos en lágrimas que no eran suyas, mezclándose con las que sí comenzaban a brotar de sus ojos azules entristecidos.

Era una absurdez, lo sabía, era una absurdez andarse paseando con su traje a mitad de la ciudad solo porque podía, solo porque sabía que las armas del gobierno que la buscaba no le harían nada. Solo porque sabía que quizás tenían balas de kryptonita y quizás ellos le ayudarían a acabar con esa rutina sinsentido que muchos se atrevían a comparar con una vida.

Ella tuvo alguna vez una vida, tan lejana como la experiencia pareciera ahora. Ella tuvo una vida en la que sonreía y atrapaba risas ajenas con sus labios. Tuvo una vida en la que ella despertaba cada mañana con la esperanza floreciendo en su pecho, donde su corazón comenzaba a latir más rápido cuando sentía el beso que agitaba sus cabellos a primeras horas de la mañana, el café encima de la encimera y una sonrisa llena de dientes solo para ella.

Kara Danvers tuvo una vida, una vida fantástica. Una que se le fue arrebatada.

Ahora lo único que tenía como vida era la respiración que seguía fluyendo por sus pulmones y la sangre que seguía corriendo por sus venas.

Muchos celebrarían esa vida. Pero si esa era su toda la vida que le quedaba, esa vida que le pesaba en el espíritu con el gran dolor que se cernía tras de ella como una ola a punto de romperse, Kara prefería acabarla de un solo golpe.

TIERRA 038.

Lena Luthor estaba agotada, tan agotada que sentía que si cerraba los ojos más de un segundo no podría volver a abrirlos hasta unas buenas horas después.

Quizás eso era lo que debía hacer, dormir y descansar para poder brindar todo su potencial a la mujer que en ese momento estaba atrapada en una especie de cápsula de cristal con acero como soporte. Habían vuelto la cápsula en forma horizontal, para mejorar las evaluaciones continuas y la forma en la que se probaban una línea larga de posibles curas.

[Supercorp One-shots].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora