-Capítulo 9-

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ADAM

Nuevo día nuevo comienzo, o eso se suele decir.

Desde hace tiempo dejé de dormir para así no pensar, dejé de reírme para no tener llorar, dejé de hablar para así no acabar gritando, dejé de olvidar para así no sufrir más... Pero poco a poco he aprendido que no todo es tan malo como a veces parece ser. Podrán haber días y días malos, pero siempre habrá uno bueno.

He estado saliendo con mis amigos. Son muy amables y se nota que se preocupan por mí. Me encanta haberlos conocido. Además, he congeniado de una manera especial con Karen. Estamos bromeando constantemente y los dos sabemos que digamos lo que digamos vamos a entendernos a la perfección.

Hoy, seis de marzo, Karen y yo hemos quedado para ir a tomar un helado e irnos a dar una vuelta con el skate.

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-¡Adam!

Veo a Karen correr hacia mí y, al llegar a mi altura, salta para así caer en mis brazos. La agarro fuerte y la abrazo. Veo que levanta la cabeza para mirarme.

-Te echaba de menos.

Le toco la nariz cariñosamente y le despeino ligeramente el pelo.

-Yo también estaba deseando verte.

Los dos empezamos a reírnos. Empezamos a andar hasta la heladería más cercana y cuando ya estamos allí pedimos nuestros helados. Yo pido el mío de vainilla y Karen decide pedir uno de chocolate.

Tras pagar los helados y salir del local caminamos hasta llegar al lugar que iba ser nuestro refugio durante aquella maravillosa tarde. El sitio se trata de una terraza de un edificio abandonado. Desde aquel lugar se podía ver todo el pueblo entero. Al llegar nos sentamos en el borde y nos comemos nuestros helados. Al acabar coloco mi skate en el suelo y miro a Karen.

-Súbete.

Karen sube al skate y se aguanta de mis hombros.

-¿Puedo?

Ella asiente y yo poso mis manos sobre su cintura.

-Te voy a enseñar a hacer el truco que hice el primer día que os conocí.

Ella sigue mis instrucciones y consigue hacerlo a la perfección.

-¡Lo has hecho genial! ¿Estás segura de que no lo sabías hacer antes de que yo te lo enseñara?

-Ja, ja, ja ¡Claro que lo sabía hacer!

-¿Y por qué no me has dicho nada?

-Quería ver qué tan bueno eras como profesor.

Los dos empezamos a reírnos y, sin saber cómo, Karen acaba colocando sus brazos alrededor de mi cuello. Lentamente acerca sus labios a los míos y me besa. Cuando se separa me agarra la cadena del cuello y me atrae hacia ella, dejando mi boca a pocos centímetros de la suya.

-Te acabo de hacer un favor, ya no tienes que dar el primer paso tú.

Le cojo de la barbilla cuidadosamente y le susurro:

-Lo estabas deseando y lo sabes.

-Ni lo afirmo ni lo niego, te quedarás con la duda toda tu vida.

Después de darnos un último beso nos sentamos en el borde de la terraza justo a tiempo para ver el atardecer. Karen apoya su cabeza sobre mi hombro. Aquel gesto que para muchos puede ser insignificante, para mí importa mucho ya que tan solo haciendo eso puedes demostrar que estás realmente cómodo con una persona.

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Volviendo a casa empieza a llover. No tenemos paraguas, así que vamos mojados hasta los pies. Al llegar a casa de Karen, una mansión muy bien cuidada, se para enfrente mía y me vuelve a besar con aquellas gélidas gotas cayendo del cielo y luego chocando con nuestros cuerpos. Al separarse de mí entra en su casa y cierra la puerta de madera sin decirme nada, dejándome así con las ganas de decirle un último adiós.

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¡Hola! Vengo a agradecer el gran apoyo que está recibiendo la historia a pesar de que los capítulos no son tan largos como me gustaría (me encantaría que los capítulos fueran más extensos, pero esta historia la escribí el año pasado y me encanta la idea de conservar aquella esencia de la Sandra que escribió sin apenas saber nada sobre este mundo del que estoy encantada de formar parte)

Ahora sí me despido. Acordaros de votar en cada parte y de apoyar de todas las formas posibles, que queda muy poco para acabar la historia.

<3

Mariposas (Parte 1) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora