¡LO LOGRAMOS!

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Era la 1 de la tarde cuando habíamos terminado de dar todos nuestros examemes que exigían para el ingreso a la universidad, como si no hubiera sido suficiente todo el curso de un mes que nos hicieron dar. Salí agotado del auditorio donde nos metieron para responder a las 50 preguntas que habían en sus hojas de papel, y lo primero que hice al salir fue ir corriendo con aquellas chicas que había estudiado una tarde anterior. No nos habíamos podido sentar juntos o relativamente cerca ya que los organizadores nos acomodaron por orden alfabético (cosa que siempre he odiado porque me alejan de todos mis amigos)

—Oye tú— me gritó una de ellas cuando me vió acercarme. Preguntó muchas cosas sobre las respuestas que habíamos puesto, pero con la gran memoria que me gastaba, con suerte y podía recordar si había escrito mi nombre correctamente.

—No lo sé, solo quiero esperar a que salgan las notas— le respondí evadiendo un poco a todo su interrogatorio.

Para poder darle un rostro a este personaje que desde que la conocí formó parte importante en mi vida le llamaremos Aris, ella fue quién tuvo la idea de estudiar en su casa el día anterior, cosa que se lo agradeceré el resto de mi vida. Pero, aparte de ella es justo y necesario mencionar a otra persona que también formó parte importante y que estuvo ahí conmigo mientras toda esta historia se iba desarrollando. A él le daremos el nombre de Eliot, quién no pudo asistir a nuestra tarde de estudio pero que de todos modos se puso al tanto de los temas rato antes de entrar al examen.

—¿Cómo les fue, mis amigos?— apreció de la nada, haciendo que todos diéramos un brinco del susto. Por mi parte, me agarre el corazón porque sentí que se me salía. (Lo sé, un poco exagerado pero así me sentí realmente).

—Su majestad ya no recuerda ni nuestros nombres— Aris comenzaba a bromear conmigo— salió del examen y su cerebro dijo adiós y se lanzó desde los 20 metros de altura en la que se encontraba.
No pude evitar no reírme, lo que había dicho sí me había causado mucha gracia, y al parecer a Eliot también porque se rió junto conmigo.

—JA JA JA JA— Luego de reírme un poco imite una risa falsa, la más que había podido hacer en la vida— ni siquiera mido dos metros, apenas llego a los 1.80 y otra cosa es que ustedes tengan que subirse a una escalera para poder mirarme a los ojos.

Mientras empezaba a reírme por lo que le había dicho, sentí un golpe en el hombro, me había lanzado su mochila a la cara, pero no había llegado a su destino ya que la altura en la que estaba se lo impidió un poco.
—¿Qué fue eso?— Eliot intervino, en un principio pensé que sería para defenderme, pero no fue así. Le estaba reclamando a Aris por el mediocre golpe que me había dado con la mochila— tenías que lanzarlo a su cara, no a las nalgas.

—Tampoco es que le haya llegado a las nalgas— Aris le reclamo también— es que sí está muy alto, y la mochila pesa mucho.

Los tres nos miramos y nos empezamos a reír, casi sin ninguna razón aparente. Hasta que mi teléfono sonó y me alejé un poco de ellos para revísarlo, era una notificación de un mensaje entrante, era el chico de la noche anterior, al fin había respondido de nuevo. Y el mensaje que había enviado en esta ocasión era «Holaaa» lo único que había hecho diferente fue aumentar unas cuantas 'A' al final de la palabra. Ese instante decidí que le respondería algo, ya no sería lo mismo pero tampoco iba a iniciar la conversación, le envié un emoji «👀» y límite a bloquear la pantalla del celular con el chat aún abierto.

—Qué tal si vamos por unas malteadas o esos tés raros que tanto te gustan— Eliot me señalaba cuando lo iba diciendo, volví a acercarme a ellos.

—Es justo, lo merecemos. ¿Te unes?— pregunté a Aris, quién ahora parecía distraerse con su teléfono. Negó con la cabeza cuando entendió que le estaba hablando. Susurró que tenía que volver a casa, entonces nos despedimos de ella y nos fuimos. Solo seríamos Eliot y yo.

A estas alturas se estarán preguntando cuál es mi nombre, o qué nombre usaré para narrar toda esta historia, y lo estuve pensando un poco pero, no encontré un nombre que me pareciera adecuado, así que por el momento lo dejaremos como el nombre de usuario de esta cuenta, Prince Eric. Y quizás, más adelante les pueda dar un nombre más adecuado para que me conozcan.

Caminé varias cuadras con Eliot antes de llegar al lugar donde vendían los licuados o esos tés raros, como los decía él. Yo me pedí el que siempre solía hacerlo cada que íbamos ahí, uno de chocolate y Eliot se pidió uno de frutilla, dijo que quería probar un sabor nuevo. Yo no tuve nada que decirle al respecto. 

Mientras esperábamos nuestro pedido, mi celular sonó de nuevo, era una notificación de los mensajes y sin pensarlo dos veces lo saqué para revisarlo. Eliot me miró confuso, quizá le había parecido algo desesperado la forma en que fuí a revisar esa notificación.
Cuando desbloqueé la pantalla, no había ningún mensaje nuevo en el chat del chico misterioso así que me dí cuenta de que se trataba de alguien más, el mensaje había sido de uno de los grupos de la universidad, habían comenzado a pasar la lista de los aprobados juntos con las notas finales de los exámenes. Eso sí que había sido algo realmente rápido.

—¡Salieron las notas!— dije casi en un grito, llamando la atención de Eliot.

—¿Y qué dice?, Revisa mi nombre.

Y así lo hice, primero busqué su nombre en la inmensa lista de 580 estudiantes que estaban intentando entrar a la universidad en esa gestión.

—¿90?— dije realmente sorprendido por la nota que había sacado.
—¿Tengo 90?— pregunto Eliot muy emocionado, me quitó el teléfono de las manos y observó su nota muy feliz.
—No te quedes ahí, ahora revisa el mío.

Tardó un poco más en encontrar mi nombre, ya comenzaba a tener miedo, porque si mi nombre no estaba en esa lista solo significaba que no había logrado aprobar, pero un rato después logró encontralo, no lo había hecho antes porque buscaba mi nombre con mi segundo apellido en lugar de buscar con el primero.
—Sacaste 88— dijo así sin más.

—Por qué tengo menos nota que tú— fue lo primero que dije— en fin, eso no importa ahora. Aprobamos.

Lo miré sonriendo y él me devolvió la sonrisa y seguido de ello rodeó mi hombro con su brazo.

Lo habíamos logrado, marqué a Aris para darle la noticia y me respondió casi en el primer tono y lo que dijo fue que había aprobado con 87. Estábamos muy contentos en ese momento.

UNA HISTORIA HEARTSTOPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora