¿Romance Prohibido? Parte 1

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—¿No dirá nada?— Aris me preguntó en un susurro, acercándose a mi oído derecho, el que se encontraba lo bastante lejos de su tía que conducía el auto.

Hice una mueca con el rostro, haciendo referencia a que no sabía siquiera lo que estaba sucediendo, pero no tomé en cuenta el hecho de que Aris no podía verme a la cara desde el asiento trasero del auto, por lo que él supuso que tampoco tenía palabra alguna.

«Aún pienso mucho en ese día, en ese preciso momento y cuando uno debería de actuar de manera diferente, aún sabiendo que debería hacerlo… simplemente no lo hace y deja que las cosas sigan su propio curso»

Tras unos cuántos minutos en un silencio sepulcral en el automóvil, nos detuvimos enfrente de la casa de Aris, al principio nadie bajó del auto y tampoco dijeron nada, no sabía si debía bajar o quedarme ahí o preguntar si debería hacerlo. Antes de que pudiera hacer cualquier cosa, Aris se bajó del auto pidiéndome que lo siguiera y eso hice, su tía se quedó ahí, no se bajó.

—Tendré que pedirle permiso a mi tío para volver con Samantha— me explicó. Su tío tenía su custodia y aunque claramente ya era mayor de edad, vivía en su casa y tenía que seguir sus reglas.

Aris se alejó un poco de mí y se dirigió hacia donde se encontraban varios hombres sentados cerca de la entrada de su casa, tomaban cervezas y reían a carcajadas. Sentí un mal presentimiento de eso. Pero me quedé ahí, observando todo con mucha atención. Tras un breve momento escuché que alguien elevaba la voz, casi como si gritara. Busqué con la mirada rápidamente y encontré a Aris gritándole a un señor mayor, al que supuse que era su tío, no le gritaba en plan de pelea, sino lo hacía para que le hiciese caso a lo que le decía.

—Está muy ebrio para esto— indicó Aris al volver conmigo. Me agarró del brazo y me condujo al interior de su casa. Caminamos hasta llegar a la mitad de la sala, dónde nos encontramos con una señora de una edad más avanzada que la del señor de allá afuera. Era su abuela.

—Hola Titi— el chico a mi lado le saludó con cariño.

—Hola cariño— aquella mujer le respondió con el mismo afecto. Fue lindo ver que al menos tuviera una linda relación con su abuela. Yo hace mucho que no lo tenía, me había quedado sin abuelos a muy corta edad.

—Recuerdas a Ricky, ¿cierto?— me señaló, dándome un pequeño empujón para que me acercará a la señora.

—Hola, ¿Cómo está?— me acerqué a ella y le dí un beso en la mejilla que se sentido muy cálido.

—Claro que lo recuerdo— le dió un golpe juguetón a su nieto— aún no estoy senil, puedo recordar las cosas perfectamente.

—Que bueno abuelita, tú te tienes que acordar de todas las cosas por mí— bromeó. — pero ahora quiero decirte algo.

No tenía idea de lo que quería decirle, lo último que me hubiera imaginado es que le dijera lo mismo que a su tía varios minutos atrás.

—Estoy saliendo con Ricky… es mi novio— esas fueron sus palabras. 

De pronto ví como los ojos de aquella mujer se humedecían rápidamente, como si estuviera a punto de llorar, ese instante me imaginé lo peor. Lo primero que vino a mi mente fue: No otra vez, por favor.

Y para mi sopresa, aquella mujer se acercó a su nieto y le dió un gran abrazo y empezó a sonreír de oreja a oreja, me miró a mí y también me dió un abrazo, no tan largo como el que le había dado a su nieto, pero se podía sentir su cariño a lo lejos.

—¡Ay cariño!— fue lo que dijo cuando se separó de mí— estoy muy feliz por ambos. Espero que se quieran mucho y que tengan una linda relación. No se lo digas a tu tío aún, yo me encargaré de él.

Ahora yo tenía los ojos llorosos en ese momento, era la primera vez que alguien mayor me decía algo así en la vida. La mujer no dijo nada más y desapareció por uno de los pasillos que se dirigían a las habitaciones. Aris me miró y me dió un abrazo que pareció ser eterno y solo nos separamos por alguien nos gritaba desde afuera. Antes de salir aquel chico con el que estaba se cambió rápidamente de ropa para estar un poco más elegante y recién volvimos a la calle, dónde su tía nos seguía esperando en su auto.

—¿Ya se lo dijiste a tu tío?— mencionó apenas ingresamos a su auto, parecía enojada o quizás… decepcionada.

—Aún no— respondió.

—Será mejor que lo hagas pronto, antes que se enteré por otro lado. No le gustará para nada. 

Aunque quizá no lo decía en manera de amenaza, de que ella iría a contárselo a penas tuviera la oportunidad, pero yo lo sentí así y claramente no dije nada al respecto.

Volvimos al mismo lugar donde habíamos dejado a Samantha hace ya un par de horas más temprano y su tía simplemente se fue diciendo que regresaría exactamente a media noche para recogernos.

Entramos al lugar y lo que hicimos fue buscar a Samantha con la mirada, no fue difícil encontrarla ya que el lugar estaba vacío. No había absolutamente nadie y ya pasaban de las 10 de la noche.

—¿No se suponía que esto era una fiesta?— dije cuando nos acercamos lo suficiente al lugar en el que se encontraba Samantha.

—Sí, ya sé— dijo triste— este lugar está muerto, creí que harían alguna actividad aquí, pero al parecer hoy no.

Nos dirigió a la mesa que estaban ocupando y nos presentó al resto de sus amigos que estaban ahí, que a decir verdad, ya no recuerdo el nombre de ninguno.

Aris y yo nos sentamos a un costado mientras decidíamos qué pedir para tomar, tenían muchas opciones pero no sé nos apetecía nada de ahí, al menos en ese momento. El lugar tenía un ánimo terrible, ni siquiera estaban pasando buena música o alguna que se pueda disfrutar, estaban poniendo cualquier cosa nomás para que tenga sonido de fondo y no estuviéramos en un completo silencio. Con los ánimos que ya cargamos desde la casa de Aris, entrar a un lugar en ese estado nos hizo sentir peor a los dos. Se nos había quitado las ganas de estar de fiesta, la vida nos decía a gritos que no era el momento de divertirse.

UNA HISTORIA HEARTSTOPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora