¡Solos!

324 12 0
                                    

Habían pasado solo un par de días desde que había empezado a salir con Aris (chico), nos habíamos visto casi todos los días (por no decir todos). Nuestras salidas se limitaban a quedarnos dando vueltas por los parques o alguna plaza cerca de casa (que por cierto hay como 5 cerca de mi casa) y ocasionalmente entrabamos a algún lugar para comer o beber algo.

Una tarde mientras estaba de visita en la casa de mi padre recibí un mensaje de él, quería que nos viéramos y a decir verdad también quería verlo, aunque nos hayamos visto una noche antes, pero está vez me perdió ir a su casa a lo que acepté. No tomé en cuenta que la dirección que me pasaba quedaba a los pies del cerro (sin exagerar) cuando llegué hasta ahí el clima era muy diferente al del centro de la ciudad y podía ver con mucha claridad los bosques que cubrían las montañas que estaban delante de nosotros.

Cuándo llegué al lugar que me había indicado no lo ví ahí, no había nadie ahí. Sentía que de pronto alguien saldría por detrás y me secuestraría, total y el lugar ya estaba desolado. Pero más bien no fue así, era un lugar relativamente tranquilo y los vecinos acostumbraban a sacar a sus mascotas por las tardes.

Dónde estaba parado había una especie de templo o una iglesia, no lo sé bien. Nunca entendí lo que era, pero el lugar era inmenso y hermoso, tenía un jardín de ensueño. Cómo de esos jardines que uno ve en las películas y desea tenerlos en casa. Me quedé observandolo hasta que ví que alguien se acercaba a lo lejos y ahí lo ví a Aris.

Desde que empezamos a salir y nos veíamos en público, manteníamos cierta distancia entre nosotros, aunque no siempre ya que habían veces o momentos donde nos tomábamos de la mano y nos quedabamos así por mucho rato, pero luego terminabamos por separarnos de nuevo. Me decía que no lo hacíamos mucho porque quería evitar problemas con los demás. Nunca entendí si se refería de a las personas que nos rodeaban ese momento o si hacía referencia a su familia, por lo que tampoco nos besábamos en público, alguna vez uno chiquito y fugaz.

Me vió caminando en su dirección y corrió hacia mí, me abrazó de golpe y casi nos caemos los dos, la acera iba en subida y con él viniendo en sentido opuesto me empujó hacia abajo, más bien él tenía más fuerza que yo porque sino hubieramos rodado hasta llegar a una superficie plana.

—Hola— me dijo mientras se separaba un poco de mí y me miraba a los ojos.

—Hola— le respondí con una sonrisa en el rostro.

Entonces me tomó del cuello y me dió un beso que duró aproximadamente unos 10 segundos. Al separarnos pude percibir que alguien más se acercaba, era algún vecino que sacó a su perro para dar un paseo, nos miró raro al pasar pero no dijo absolutamente nada.

Me tomó de la mano y empezamos a caminar, y mientras lo hacíamos le pregunté si no había problema que estuviéramos tomados de la mano en la calle, cerca de su casa. La verdad es que no quería soltar su mano, pero tampoco quería que se sintiera presionado de alguna manera… por lo que había dicho antes de que no quería tener problemas.

—Quiero tomarte de la mano— fue lo que me respondió mientras me regalaba una dulce sonrisa. Una que parecía tener algo de miedo en el fondo o quizá, duda.

Caminamos un par de minutos, pero que esa subida parecía demasiado, como si hubiéramos estado ahí toda la tarde. Llegamos a su casa, que parecía estar en medio de una construcción o en remodelación, tenía la fachada de la casa solo con el recubrimiento de cemento. Pero supongo que sintió que estaba pensando mal de cómo se veía el lugar por fuera que apenas dijo que era su casa, trató de explicar que estaban en trabajos y que por eso se veía así. Yo solo pude decile que estaba bien. Realmente eso no me importaba.

Cuando entramos a su casa sus dos perritos vienieron corriendo a saludarnos, parecían adorables, solo que Aris no dejó que los acariciara mucho ya que podían llegar a ser algo violentos, pero todo el tiempo que estuve ahí, y todas las veces que fuí jamás los ví violentos. Supongo que pude conseguir su confianza desde el principio.

Fuimos a su habitación, dónde me mostró algunas cosas que tenía ahí. Como su colección de libros (que era más grande que la mía, no se imaginen una biblioteca inmensa porque no, solo era un librero con alrededor de 50 libros). También fue donde insinuó que estábamos solos en la casa, ya que su familia había salido y volvería más tarde.

Después de que me mostrará todo lo que tenía en su habitación me pidió que lo siguiera al piso de arriba, pero para hacerlo teníamos que volver al patio para tomar las escaleras y así llegar. Subimos dos pisos y llegamos a la terraza, no tenía nada ahí arriba, lo bello del lugar era la vista que tenía hacía la ciudad que ahora se encontraba a lo lejos, parecía que la podíamos pisar con nuestros zapatos y que al hacerlo destruiríamos todo. Sacó algo de su bolsillo, no pude ver lo que era hasta que me lo ofreció, eran unos cigarros. La verdad no creí que fumara, nunca se lo había preguntado y pues él tampoco lo había hecho hasta ese momento que me lo ofreció y acepté. Cada uno se prendió uno y los fumamos mientras observabamos la vista que teníamos por debajo y mientras nos abrazabamos de lado. De pronto vimos como las luces de la ciudad y de alrededores de su casa se empezaban a iluminar con las luces de la calle, fue un espectáculo para ver, jamás había visto algo así desde esa altura.

Me acerqué más a él y le dí un beso en los labios, él los abrió ligeramente y dió un pequeño soplido, aún tenía el humo del cigarro dentro, no me había percatado de ello antes de besarlo. Por lo que a ambos nos dió un poco de gracia la situación.

Y mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, con la ciudad y sus luces por detrás que cada vez se hacían más intensas, una gota de agua nos cayó encima. Primero solo fue esa, pero segundos después las gotas iban en incremento, ya estaba lloviendo. Nos tomamos de la mano y comenzamos a correr y saltar por toda la terraza, corrimos hacia el centro de toda la terraza y ahí empezamos a dar vueltas mientras sentíamos las gotas de lluvia caer sobre nosotros. Podía escuchar su risa y podía ver lo feliz que se encontraba en ese momento, quería quedarme ahí y que nunca se terminará, solo quería que durará un poco más y que siguiera siendo igual de especial.

Él se detuvo primero y luego hizo que me detuviera también, la lluvia caía más fuerte ahora, se acercó a mí y me dió un beso, uno de los mayores e intensos  besos que jamás había dado en mi vida. Eso lo completó todo para que fuera un recuerdo perfecto.

UNA HISTORIA HEARTSTOPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora