El beso

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Me llevé una mano a los labios, por un segundo pensé que estaba sangrando, sentí el sabor del hierro en mi boca y cómo se iba intensificando cada vez más.

Aris (chico) me preguntó qué ocurría, pero sin perder esa sonrisa de su rostro, estaba feliz por el golpe que me había dado con su cara. Pero al ver que yo no estaba igual de feliz se preocupó un poco. Bueno, quiero creer que se preocupó porque ese rato dejó esa sonrisa y cambio de semblante a uno un poco más serio, como de preocupación.

—Creo que me rompiste el labio

Se acercó a mí nuevamente, y como un reflejo yo me alejé de él retrocediendo algunos pasos, terminando por chocar con la puerta de entrada. Aris me miró extrañado y aseguró que no me haría nada esta vez. Con eso confirmaba que sí me había hecho algo minutos antes. Se quedó viendo mis labios un instante, pero en lugar de decir si tenía alguna herida o algo solo dijo que no había mucha luz. Lo llevé hasta la sala de visitas que se encontraba cruzando casi toda la casa, hasta llegar al fondo de todo, ahí prendí la luz y nos sentamos en el sillón más grande que era para unas 3 a 4 personas (obviamente entran más en el sillón si se acomodan bien, pero en teoría está hecho para esa cantidad de personas). Él se sentó al lado mío e hizo que girará mi cuerpo en el asiento para que quedamos frente a frente y ahí volvió a observar mis labios y está vez sí me respondió: "no tienes absolutamente nada, eres un exagerado". Eso fue lo que dijo, y yo, claramente me ofendí por lo que dijo que era un exagerado. (Me gustaba exagerar un poco las cosas, aunque a veces lo hacía demasiado).

Estubimos hablando de todo un poco, mientras la música de la radio nos acompañaba suavemente en el fondo, solo estaba de acompañamiento porque no le estábamos prestando mucha atención a las canciones que pasaban en ese momento. En un punto ambos nos quedamos callados y era como si nos hubiéramos quedado sin nada más que decir, como si ya lo hubiéramos dicho absolutamente todo y ya nos conociéramos a la perfección. Fue entonces cuando se acercó a mí una vez más, está vez lo hizo lento, con mucha cautela y yo solo me dejé llevar por la situación.

Puso su mano alrededor de mi cuello y me acercó un poco a él y me besó, el beso empezó siendo lento y dulce y poco a poco comenzaba a ponerse más intenso, hizo que me sentará sobre sus piernas mientras él me seguía sujetando. En ningún instante nos dejamos de besar, solo nos movimos para estar en una posición más "cómoda" para seguir besándonos. Él quería más y yo lo sabía, quería que diéramos un paso más y que nos quitaramos algo de ropa, pero yo me negué a hacerlo. De por sí toda esta situación se estaba dando muy apresuradamente y no quería llegar más lejos tan rápido, estaba bien y bastaba solo con los besos. Muchas de mis anteriores relaciones habían tenido un inicio similar, pero con ellos llegábamos más lejos y posteriormente entrabamos a una relación que no nos llevaba a ningún lugar bueno y todo terminaba mal para ambos, aunque creo que más para mí.

Me separé de él y dejé de besarlo, estaba dispuesto a hacer lo que fuera para que no lleguemos a la siguiente fase en la primera cita o el primer encuentro o lo que fuese que hayamos tenido.

Él parecía que comprendía que no quería tener nada esa noche, por lo que no insistió mucho más allá de las primeras veces que lo decía. Pero luego de ello dijo algo que me sorprendió y que realmente no me lo esperaba.

—Me gustas, ¿sabes? Desde mucho antes de que empezaramos a hablar y quiero estar contigo, quiero que estemos juntos. ¿Que dices? ¿Quieres ser mi novio?

En lo único que pude pensar en ese momento, mientras aún permanecía sobre sus piernas y muy cerca de él fue en lo que me diría Lucy en una situación como esta, ella diría: si se vieron solo una vez y ya quiere ser tu novio, CHICO sal de ahí, que no encontrarás nada bueno.

UNA HISTORIA HEARTSTOPPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora