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─ ¡3 minutos tarde enana! -El Pilar del Viento sorprende a Hana una cuadras antes de su Finca- ¿Dónde demonios andabas?

─ Lamento haber llegado tarde, es solo que debía llevar a Amaya a la escuela -Hace una reverencia como signo de disculpa-

─ ¡Esa no es excusa! -Levanta a Hana y la pone sobre sus hombros para llevarla adentro-

Sanemi Shinazugawa es muy estricto en cuanto a puntualidad hablamos; no tolera un milisegundo de impuntualidad, y aunque suene muy tonto o exagerado solo trata de inculcar ese valor en los que lo rodean; un Cazador no puede darse el lujo de llegar tarde cuando hay vidas en riesgo, y vaya que a Sanemi le gusta castigar a quienes cometen ese terrible crimen.

Hay un castigo en específico que adora aplicar; consiste en que el alma desafortunada se siente en posición seiza¹ mientras el Pilar le propicia varios golpes en la cabeza usando un bambú, y quizás no suene tan desalmado o algo propio de Shinazugawa, el infierno empieza si no te mantienes erguido a pesar de los golpes que te da, ahí es donde procede a dar continuas palizas en el estómago sin importar cuánto vómito salga a causa de ello.

─ Creo que fui algo duro con ella -Sanemi coloca a su alumna sobre un futón ya que se encontraba inconsciente- Deja de verme así o terminarás siendo parte de mi cena -Apunta a Hanabira con su dedo-

La compasión y empatía son sentimientos poco recurrentes en Sanemi Shinazugawa, pero están en una minúscula parte de su tormentoso corazón; es duro por naturaleza ya que la vida no ha sido buena con él, sentir es algo prohibido para un Cazador, deben ser severos y atacar sin piedad alguna, tampoco se les permite titubear, eso jamás, y desgraciadamente Sanemi aprendió eso a las malas.

Hana Igarashi a los ojos de Sanemi representa la esperanza y espíritu que desearía nunca haber perdido, ya que ella desafía todas las normas y prejuicios impuestos por generaciones de Patrones. No tiene que abrir la boca para saber que su vida ha sido marcada por esos infernales monstruos, sin embargo siempre se le ve sonriendo y su optimismo puede llegar a ser empachoso para el Pilar, pero lejos de ser algo que odie de ella admite que tiene algo de envidia; solo quiere pasar un día de su maldita vida siendo una persona normal, y quizás ir a reencontrarse con ese mocoso y recuperar los años perdidos, pero es imposible.

─ ¿Ehh? -Sanemi voltea a ver a Hana, quién recobró el conocimiento- pensé que habías muerto.

La ojirosa volteó su cara en dirección hacia la ventana, el sonido de la lluvia besando el suelo hizo que se levantara de golpe.

─ Si te preocupa la monstruo está haciendo sus deberes -El Pilar le responde mientras señala la habitación de al lado-

Recoger a Amaya fue la misión más complicada que haya realizado, pues su apariencia no es del agrado de la mayoría de niños, además de que la mayoría pueden llegar a ser muy groseros haciendo burla de sus cicatrices y su obvia falta de cejas. Amaya no es tonta y sabe sacar provecho de las situaciones, y liderando una manada de niños le hicieron la vida imposible al mayor, y vaya que requirió de toda la serenidad del mundo para no explotar en ira, ya que en verdad quería patear a esos mocosos malolientes.

─ ¡Ya terminé mi tarea Señor Nemi! -Amaya le entrega el pergamino con los procesos matemáticos- ¿Ya puedo jugar con Hana-Neesan?

─ No tan rápido monstruo -Toma su coleta para evitar que se vaya. Abre el pergamino y revisa los ejercicios, al final lo cierra con brusquedad y mira a la pequeña con frustración- ¿Sabes que tu Soroban² no es un adorno?

─ ¡Es que no entiendo! -Hace un puchero- ¡Es muy difícil Señor Nemi!

─ Ya qué... -Bufa y trae el soroban, toma un nuevo pergamino y apunta los ejercicios- si yo tengo 4+2, colocas 4 bolitas y le sumas 2.

Pequeñɑ Mocosɑ - Iguɾo Obɑnɑi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora