Zoe Davis
—No me lo puedo creer —escuché a lo lejos.
Noté moverse un cuerpo debajo del mío. Yo me removí , pero me quedé abrazada. Todavía era pronto para levantarme.
Espera, ¿un cuerpo?
Levanté mi cabeza un poco y vi a Nathan rascarse los ojos, despertándose poco a poco. Entonces fue cuando recordé lo que pasó ayer. Y no pude evitar sonreír. Llevaba tiempo mintiéndome para intentar apartar mis sentimientos por él, pero no me lo ponía fácil si me decía que me necesitaba o pasaba lo que pasó anoche...
—¿Es por esto que ya no me quieres?
Los labios de Nathan no se movía, y esa voz era demasiado aguada como para ser suya. ¿Qué estaba pasando?
—¡Háblame!
Nathan miró directamente a la puerta y se tensó. Subió las sábanas por nuestros cuerpos, tapándonos. Yo no entendía nada, así que me giré a ver que pasaba y entonces me di cuenta. Jess, estaba en la puerta, cabreada. Me miró con odio. No sabía qué hacer en ese momento. Empezaron a discutir. Yo no escuchaba nada.
—¡Te has estado acostando con ella a mis espaldas!
—No somos nada.
—¡La noche que la vimos me aseguraste que no pasaría nada y ahora te encuentro aquí con ella!
—Las cosas cambian.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
—Quería hablar contigo, Jess...
—¡¿Y a que esperabas!?
—Deja de gritar —dijo Nathan entre dientes.
Estiró su cuerpo para coger sus pantalones y ponérselos mientras Jess lo miraba con odio. Me sentía muy mal, fatal. Ayer me dejé llevar por Nathan como siempre me pasaba. No pensé en que Jess estaba con él. Y no era la primera vez que nos acostábamos a sus espaldas. Me sentía muy culpable, y sinceramente, me sentía como una... no quiero ni decirlo.
—¡Ayer hablamos tú y yo! —me gritó a mí.
Yo me sentía en una nube porque no sabía que sentía ni sabía qué decir. Tenía ganas de que la tierra me tragara. No quería sentirme tan mal después de haber pasado la mejor noche en mucho tiempo. Con la mirada de Jess encima de mí, me hacía sentir peor de lo que ya me sentía.
No sabía explicar como me sentía. Solo que algo dentro de mí no se sentía bien.
Nathan me dio su camisa para que me la pusiera.
—Yo...
—¡Eres una zorra!
—No...
—¡Sabías que Nate me gusta!
—¡Que no estamos juntos, Jess! —le gritó—. Y deja de gritarle a ella.
—Sois imbéciles los dos —nos miró con odio.
Me acabé de abrochar la camisa y me levanté del colchón. No sabía qué hacer. ¿Me iba? ¿Le decía algo? ¿Qué se suponía que debía hacer en este caso?
—¡Confié en ti! —le gritó a Nathan, acercándose a él.
Sinceramente, me daba miedo Jess.
—Lo siento —fue lo único que dijo él.
—¡No me vale, idiota! —le pegó en el pecho y Nathan no hizo nada.
¿Qué podía hacer? Sabía que en verdad Nathan se merecía esto. Nos había estado mareando a las dos. A ella no le había dicho la verdad y no entendía por qué no lo había hecho. ¿No quería estar conmigo? Pues haberle dejado las cosas claras desde el principio.
ESTÁS LEYENDO
REDAMANCY
RomanceRedamancy: acto de amar a quien te ama. SEGUNDA PARTE bilogía Sempiterno Cuatro años sin verse. 12.066 km de distancia. Una boda, un reencuentro...Sentimientos y emociones...¿Amor u odio?