5. Maria Juana

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Le dio una caída al cigarrillo en su boca, manteniendolo en su interior, para luego soltarlo en forma de círculos aquel humo, era una habilidad completamente inútil e inservible, pero le encantaba hacerlo, además era su único medio de entretenimiento en esos momentos, y siguió fumando y soltando el humo en forma de circulos, o serían más bien, anillos de humo lo que soltaba por la boca.  Tenía que permanecer allí parado en lo que esperaba que Liz termina dar coquetear indirectamente con el chico de la resepcion, él ya lo había hecho el primer día que llegó, pero sin ningún exito, ese chico era más heterosexual que Jesucristo. Y cuando al fin salió, dándole una última calada al cigarrillo lo tiro y soltó el humo por la nariz en señal de enojo, una seña que fue bien recibida por parte de su hermana, que tan sólo rodo los ojos en respuesta. Hoy, después de ya estar por más de tres días en aquel pueblo, al fin Tom Hanniger, el actual duelo de la mina de Harmony acepto reunirse con ellos para acordar bien la venta de la mina, la cual seguirá en funcionamiento  ajo el mandato del señor Darcy  además de que crearían una nueva fábrica cerca de la mina, para así poder aprovechar al máximo aquel terreno que iría a comprar.  A Bart y a Liz no les interesaba en lo más mínimo lo que su padre fuera hacer allí, ambos ya querían irse, más que nada Bart, quien no había  comido bien en los últimos días y quien ya estaba harto de todas esas decoraciónes por San Valentin, aunque en parte también era por causa de su reciente acosador que si no se equivoca  (y nunca se equivoca) era ese tal Harry Warden, que estaba más que seguro que sabía que no podía comer chocolates y sabía que se los daría a su hermana para que se los comiera, y lo más probable es que el susodicho fuera aquel tipo vestido de minero con el que se había topado en más de una ocasión.

¿Quien es Harry Warden? Esa era una pregunta que no dejaba de surcar su mente desde el momento en el que había recibido aquella caja de chocolates, quería saber quien era y porque de su obsesión con él. Encendió otro cigarrillo y repitiendo la misma acción que el último, conteniendo el humo en su interior, dejo a su mente volar, y las dudas sobre quien era aquel hombre invadieron su mente como una invasión zombie a la humanidad.

El repentino tirar de su cabello provoca que casi se trague su cigarro, comenzó a toser con brusquedad, intentando recuperar el aire perdido. Dirigió su mirada severa a su hermana, quien lo fulminaba con la mirada, su entrecejo se hallaba fruncido y sus brazos estaban cruzados a la altura del pecho. Acto seguido volvió a tirarle del pelo, está vez logrando arrancarle un par de mechones de pelo.

Soltó un gruñido molestó, separándose de ella- ¡Eso duele!

-Es para que aprendas-espeto firme- ¡Te vas a cagar los pulmones si sigues fumando esa mierda!

-Ni que fumara de la María Juana-en respuesta ella le golpeó en el hombro- ¡Ya no me pegues!

-Bart-con el corazón en la mano, sentenció- ¡Si un día te pillo fumando de la María Juana sin mi, te juro por todos los dioses que te castro!

-Y luego dicen que soy yo el drogo-bufo, volviendo andar, siendo seguido por Liz.

-Hermanito, es obvio que ese es Jade.

Entre risas y conversaciones triviales siguieron con su camino, sin tener consciencia que eran observados por aquel quien hace diez años había asesinado a veintidós personas en el día de San Valentin, aunque diez años exactos se cumplirán ese mismo viernes, para el día de los enamorados.

Aquel hombre había creado una pequeña (gran) obsesión por el menor de los Darcy, aquel quien le había llamado la atención desde el mismísimo instante en el que choco con el por error y no lo asesino, le atrajo, era tan diferente al resto de la gente en Harmony, él no temía de decir lo que pensaba, era tan atrevido y algo narcisista, pero también era bastante peculiar, era alguien encantador y amable, pero lo era más que nada con esa chica, quien resultó ser su hermana. Era linda, si, pero no tenía ninguna cualidad interesante, no era como él. Quería que ese chico fuera suyo y esa idea le fascinaba, pero no era el momento ni el lugar para eso, debía de ser paciente, tan sólo era cuestión se tiempo para que la oportunidad se diese. Y al fin Bartholomew Darcy sería de su propiedad.

[...]

- ¡Wiii! -vitoreaba, dando vueltas en la silla de ruedas que habían en la oficina del abogado, estaba aburrido mientras esperaba a que llegará Hanniger para que terminarán de firmar los papeles de entrega de la mina del pueblo. Liz a su lado imitaba su accionar, en verdad, estaban compitiendo entre ellos para ver quien daba más vueltas en la silla sin parar y el que lo hiciera, perdía. Darán vueltas una y otra vez en su lugar, en la espera del ya susodicho, se estaban aburriendo de estar allí sentados no haciendo más que dar vueltas en las sillas de escritorio, sumidos por completo en la aburrición- ¿Falta mucho?

-Ya lleve de llegar en unos momentos-se dedicó a responder el abogado del dueño de la mina, si o si debía se estar este presente, para que así ambos llevarán a un acuerdo-No se desesperen.

-Boe-murmuro  volviendo a dar vueltas  en su lugar, pero pronto estas se detuvieron- ¿Seguro que ya viene?

-Se paciente-dijo está vez su hermana.

Y como si se tratará de un milagro Hanniger apareció, y se disculpó por su tardanza, aunque a Bart tan sólo quería terminar con esto e irse los más pronto de regreso a la mansión y darse un buen baño y conseguirse un buen ligue para variar, aunque este sólo duraría una noche, ¿algo es algo, no es así? Y tal vez fumaría algo de la María Juana junto a Jade como lo hace todos los lunes a la mañana antes de ir a la facultad, una de la cual sería expulsado por siempre llevar tarde, ebrio, colado, con oda su ropa desarreglada y con varios chupetones bastante notorios en lo largo de su cuello. Tal vez si lo hacia con su profesor de contabilidad no reprobara su materia y tal vez no lo expulsen.

Chocolate ᴴᵃʳʳʸ ᵂᵃʳᵈᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora